Análisis a Fondo
Pueden Ganar la Casa Blanca y Bilderberg, por el Fraude o el Asesinato
Entonces se decidirá el destino de los mexicanos: el progreso o el vacío
Por Francisco Gómez Maza
El hecho es que las mayorías ya no quieren a los gobiernos priistas, ni panistas, aunque Meade diga que su candidatura va creciendo en simpatizantes y, aunque los candidatos de la complicidad, Anaya y Calderón, proclamen que a México no le conviene un comandante López que, en su opinión y en la de los intelectuales orgánicos, llevaría a los mexicanos a las épocas del echeverrismo priista, o a la búsqueda del socialismo a la venezolana.
Entonces qué le dejan a los mexicanos. Si el PRI retuviera el poder, seguiría imponiéndose el neoliberalismo trasnochado, que ha llevado a los mexicanos a seguir soñando en que algún día el estado de cosas cambiaría, porque la crisis económica no pega a los poderosos ni a las altas clases medias, pero sí a los millones de trabajadores que tienen que subsistir con remuneraciones injustas de un empleo burlonamente depauperado.
Si el PRI se queda en el poder, continuaría la política entreguista de los bienes de la nación a los capitalistas extranjeros, como ha ocurrido con los recursos mineros y el petróleo. La revista Proceso acaba de publicar, en su más reciente entrega, que Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son los responsables del desmantelamiento de Petróleos Mexicanos, bajo la gran mentira de que la reforma energética sería para modernizar a la empresa, ahora llamada empresa productiva del estado, y hacerla competitiva en el mundo de los grandes productores de crudo y de sus derivados.
Lo cierto es que la petrolera, de ser una de las principales productoras y exportadoras de petróleo en el mundo, ha pasado rápidamente a ser un fantasma que no tiene peso específico, no obstante que la han regalado a inversionistas extranjeros, que ya tienen carta abierta para llevarse los recursos petroleros a sus países, particularmente a los Estados Unidos. Los recursos mineros ya se los llevan desde hace un buen rato., Los priistas continúan propagando que la reforma energética beneficiará a los mexicanos. Y todo el mundo está muy enojado por los altos precios de los combustibles. que no sólo afectan a los motores de combustión interna sino a toda la producción de bienes y servicios, que de repente ya son inaccesibles para la clase trabajadora.
Ante esta situación, millones de mexicanos, que no tienen ya para dónde arrimarse, se están arrimando a López Obrador: Ciudadanos conservadores, miembros de Provida, empresarios prominentes, políticos desencantados de un PRI de bandoleros y un PAN de cómplices del tricolor, prominentes mujeres, y una cauda de perredistas enojados con Los Chuchos, entre otros, ya forman un ejército de lopezobradoristas. Toda esta clientela política asegura que la salvación de México es López Obrador.
Qué les queda a los defensores del estado de cosas. A sus propagandistas y mercadólogos y publicistas. Ah y también a sus intelectuales. Sólo vilipendiar a su enemigo, al candidato que creen que les expropiará su vida. Para tales corrientes ultraconservadoras, ejemplificadas por personajes como Midi, Anaya, Zavala, López Obrador es un enviado del demonio. O ya de perdida representante del nonagenario expresidente Luis Echeverria Álvarez, a quien consideran como el padre del populismo mexicano, cuando tal personaje sólo benefició a sus amigos y a las clases empresariales (y nos desgració la vida a la mayoría de los trabajadores del periódico Excélsior porque tenía la piel muy sensible a la denuncia y al cuestionamiento y no soportaba la crítica de aquel periodismo sin adjetivos que se practicaba en el diario de Reforma 18.)
Por lo pronto, las encuestas dicen que el preferido de las mayorías es el tabasqueño. Pero llegaremos a la hora de la verdad. Al día de las elecciones. Al domingo primero de julio. Entonces veremos quién se impone. De qué cuero salen más correas. Si los electores mexicanos, o los grandes electores, la Casa Blanca y el Club Bildelberg, mediante el tradicional fraude, o… el asesinato.