Inteligencia Competitiva
Por Ernesto Piedras
Dos décadas después de los primeros esfuerzos para la gestación de la competencia y a casi un lustro de la Reforma Constitucional, un diagnóstico reiterado de las telecomunicaciones de México es su insuficiencia. ¿Su manifestación reiterada? La excesiva y persistente concentración de mercado por un solo agente económico, el preponderante América Móvil (Telmex-Tenor/Telcel) que abraza dos tercios del mercado. Caeteris Paribus en términos de competencia, es decir, que a pesar de la aplicación de medidas regulatorias, el resto de las condiciones permanecen igual.
Al respecto nos ha dicho la OCDE (“Estudio sobre políticas y regulación de telecomunicaciones en México”, 2012) que “la falta de competencia efectiva y la consiguiente alta concentración del mercado, …tiene consecuencias para los consumidores, pues da lugar a un menor consumo como resultado de los altos precios en toda la gama de servicios de telecomunicaciones. Esto se traduce en una pérdida significativa de bienestar social…”.
Y así, persiste el entorno de escasa competencia efectiva y elevada concentración de mercado emparejado con sus efectos adversos sobre el desarrollo de infraestructura, innovación tecnológica, mejora de cobertura, calidad y precios de los servicios, así como en el bienestar social, entre otros.
Información primaria publicada por el IFT al segundo trimestre de 2017, consigna que la participación de mercado del grupo económico América Móvil en usuarios de telecomunicaciones o Unidades Generadoras de Ingreso (UGI) es superior a 60% en los segmentos en los que provee servicios, muy cercano al nivel que tenía al momento de su denominación como agente económico preponderante.
En líneas fijas asciende a 63.6% y en móviles a 65.1%; en banda ancha móvil supera la tenencia 7 de cada 10 accesos (70.8%) y en banda ancha fija se ha mantenido en la vecindad de 6 de cada 10 con 56.4%.
Mientras que en ingresos de telecomunicaciones fijas (telefonía fija, internet fijo y TV de paga) Telmex-Telnor contabilizó cerca de 5 de cada 10 pesos (48.3%) generados por los operadores y en aquellas móviles Telcel alcanza una razón cercana a 7 de cada 10 pesos (67.9%).
Todas estas estadísticas aun en un rango superior a 50% que conforme al marco determinado por el IFT y la Reforma para la determinación del agente económico preponderante.
Es precisamente por esta definición que aún no podemos dar testimonio de un escenario de competencia efectiva, por la elevada posición de ventaja que conserva el preponderante en términos de participación de mercado frente a sus competidores. Si bien ha habido mejoras en el nivel de precios de servicios como los móviles, ello es atribuible al advenimiento de un operador disruptivo en lo comercial y en su infraestructura (AT&T).
Es así como a decir del criterio e indicadores del órgano regulador aún nos encontramos en una realidad de falta de competencia, identificable ya sea en su enfoque simple o en aquel amplio. Una petición reiterada por los competidores ha sido la aplicación y cumplimiento efectivo, así como la supervisión, seguimiento puntual y sanción al incumplimiento de la regulación asimétrica de preponderancia aún pendiente y que ha pospuesto la verificación de su eficacia y la consecuente gestación de sus efectos positivos sobre el desarrollo de la industria.
Esta, más que una reflexión pesimista, es una en la que se concluye que, si con el empuje de acciones de mercado se han logrado en estos 3 años importantes avances, la suma de las acciones regulatorias nos llevaran finalmente a los niveles de competitividad y calidad de nuestros socios de la OECD, finalmente.
Seguir en una simulación regulatoria y de postergación de la aplicación efectiva de las medidas de la Reforma, únicamente nos dejará en ese escenario del caeteris paribus en las telecomunicaciones en México.