¿Romperá Meade el domingo con Peña Nieto?

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Tras la puerta del poder

Roberto Vizcaíno

La incertidumbre es el peor camino para México, señaló ayer el precandidato priísta José Antonio Meade. Lo hizo en varias entrevistas para referirse a lo que él cree representa Andrés Manuel López Obrador para México.

En los hechos, fue como cuando hace ya casi 12 años el entonces Presidente Vicente Fox lo calificó como un peligro para México.

Sólo que Meade lo hizo con menor estridencia, en un tono ajeno al discurso, dentro de una conversación y desde una perspectiva más de académico que de político.

Pero los adjetivos ahí están y ya no pueden eludirse. Fueron contundentes y desde la calificación razonada.

El 5 veces secretario de Estado no rehuyó nunca hablar del tabasqueño durante una recorrido por estaciones de radio y TV, y al acudir a entrevistas para periódicos.

Así estuvo lo mismo con Carlos Loret en Televisa, con Ciro Gómez Leyva en radio Fórmula, con Pablo Hiriart en ADN-40, y otros para dar sus visiones sobre los retos que enfrentará de llegar a Los Pinos.

A todos ellos aclaró no conocer personalmente a Andrés Manuel López Obrador, y afirmó que pese a la popularidad del ya 2 veces candidato perdedor presidencial, no le teme, y dijo creer que al final de la elección de julio de 2018 el tabasqueño irá a dar a su rancho chiapaneco La Chingada.

Sin mayores aspavientos consideró que el puntero de las encuestas presidenciales no genera más que división y basa sus propuestas de futuro sólo en ocurrencias.

A todos sus entrevistadores dijo Meade que no solamente no teme a AMLO, sino que está dispuesto a ir a cuanto debate lo inviten e que participe el tabasqueño.

Pero dudó de que López Obrador asista a ninguno, porque afirmó que al de Macuspana simplemente no le gusta dialogar. Lo suyo, dice el aspirante presidencial tricolor, son los monólogos vertidos ante sus seguidores.

“No le gusta hablar, le gusta pontificar, y solo a un tipo de audiencia…”, precisó.

Así las cosas, Meade aprovechó sus actividades en los primeros días de una campaña encubierta, para dejar en claro dos cuestiones:

1)    Que sabe que AMLO es su enemigo a vencer,

2)    Y que lo que ha dicho de él, es ya la estrategia con la que lo atacará permanentemente.

El objetivo obvio será el de profundizar en un camino ya andado, en el que no pocos ven a López Obrador como intolerante y riesgoso, ambicioso, cercano a lo que representa Nicolás Maduro en Venezuela.

Tal como Meade lo comienza a señalar, va a ser muy difícil que el tabasqueño pueda safarse con alguna de sus ocurrencias.

El revire lopezobradorista de que el ahora aspirante tricolor es un testaferro, pelele de lo que dice es la mafia del poder, no ha calado tanto como lo que Meade ha dicho de AMLO.

Lo que ha mostrado López Obrador es enojo. Y usted ya sabe, el que se enoja, pierde.

En ese primer balance sobre sus primeras horas, días de precandidato presidencial del PRI, Meade ha logrado posicionarse fuertemente hacia el interior del tricolor, al tiempo de que ha penetrado entre los mexicanos y ha asestado media docena de ganchos al hígado altamente egocéntrico de Andrés Manuel.

¿CUAL SERÁ SU DISCURSO EL DOMINGO?

Todo lo vivido y realizado en estos últimos 4 días es apenas el comienzo.

La experiencia indica que todo candidato del Sistema debe romper con el pasado para poder ser aceptado por los posibles votantes.

Es así que todos dentro del medio político y del análisis, esperan que mañana sábado Meade viva las últimas horas de una introducción tersa.

Lo que haga este sábado será el preludio de un anunciado gran acto partidista previsto a realizarse al mediodía del domingo en la enorme explanada  de la sede nacional del PRI para inscribirse formalmente como aspirante del partido en el poder.

Un acto masivo como los que en sus tiempos encabezaron otros candidatos del PRI, ante miles y miles de presumibles militantes.

Ahí Meade no sólo deberá mostrarse como un verdadero orador, un candidato que enardezca y jale a las masas, y que además presente propuestas de fondo, un discurso en el que deje en claro que sabe cuales son los grandes retos a que se enfrentará a partir de un análisis realista del muy complicado y complejo momento mexicano.

Un discurso que no deje de lado las críticas al gobierno de Enrique Peña Nieto, y en el que muestre que en verdad merece ser votado para ganar.

Ahí se verán sus capacidades y habilidades, para no dañar la relación con el mandatario saliente y al mismo tiempo comenzar a tomar distancia de él.

ANAYA, INSALVABLE

Por más que se le busca, nadie atina a saber cómo es que Ricardo Anaya podrá seguir adelante con su intención de ser el candidato presidencial del Frente Ciudadano.

Las dudas afectan incluso a sus más duros aliados. Uno de ellos, el senador Fernando Herrera, coordinador formal de una bancada senatorial fracturada, afirma que no son ciertas las versiones de que el Frente está a punto de naufragar.

“Las cosas van caminando bien. Tenemos optimismo y ahora lo que falta es esperar para que de una manera importante se tomen las mejores decisiones. Vamos a ganar”, asegura Herrera sin mucha convicción.

–       ¿Se podrá elegir método para elegir candidato?, se le interroga…

“Tendremos que encontrarlo… Yo confío en que logremos alcanzar ese procedimiento”, responde.

En sus respuestas se evidencia la duda de que el Frente pueda llegar a un método de elección de candidato que derive en la designación de su jefe político Ricardo Anaya como candidato presidencial de esa alianza.

Más realista, el senador Luis Sánchez, le pide a Ricardo Anaya hacerse a un lado y dejar que el candidato presidencial del Frente Ciudadano sea otro.

Eso sería actuar en favor del Frente, advierte el coordinador de los menguados senadores del PRD.

Hoy todo dentro del Frente, es decir en la mesa en que negocian sólo 3: Ricardo Anaya por el PAN; la senadora Alejandra Barrales por el PRD y Dante Delgado por el Movimiento Ciudadano, ya no hay más neuronas que quemar.

Simplemente no encuentran la solución que logre sacar adelante a un candidato presidencial y al mismo tiempo salvar al Frente Ciudadano.

Y mientras pasan las horas, los días, y cuando ya el PRI sacó adelante con los mejores augurios a José Antonio Meade como su candidato presidencial, ellos simplemente están atorados y con las horas contadas por tres hechos:

1)    Que prácticamente nadie acepta en el PRD y buena parte del PAN que Ricardo Anaya sea el candidato;

2)     Que Alejandra Barrales deberá dejar la presidencia del PRD antes del sábado 9 de diciembre y con ello quedará en vilo proseguir con el Frente, y;

3)    Que con la renuncia del alcalde de Guadalajara, de Enrique Alfaro a ser lanzado por el Frente, y con la fractura de esta alianza en Morelos, donde ya está apuntado para ir por la gubernatura el diputado blanquiazul Javier Bolaños, pues el Frente está a punto de hundirse.

4)    Y porque todo indica que la presidencia del PRD será asumida por Juan Zepeda, excandidato perdedor en el Estado de México, quien ha dicho que él apoyaría a Miguel Ángel Mancera para que fuese candidato del partido del sol azteca en caso de que Anaya lograra imponer su candidatura dentro del Frente.

Es decir, el Frente en verdad vive las últimas horas. Sólo un milagro lo salvaría. Y si sale adelante, saldría muy debilitado.