Ciudad de México, México.– Un prolífico observatorio se tiende sobre la gran avenida de Ciudad Universitaria: el espacio conocido como Las Islas se nutre de escrutadores, con la tradición prehispánica de observar el techo del mundo. Aun la estrella mayúscula radiaba rubio, cuando el culto a los cuerpos celestes arrancó: era el meridiano del día, 59 stands y 35 conferencias, talleres, música, cientos de astrónomos amateurs, profesionales, y familias orbitaron por aquí frente a 200 telescopios.
La hora estelar caía en Ciudad Universitaria a las 18:15 horas, opacidad parcial, y en 300 segundos se completó la ausencia de luz pero no de color. Aquí, la respuesta a la convocatoria fue robusta, se volvieron a mirar hileras gigantescas, para refrendar que las estrellas también se observan motrices, a ras de pasto.
Miles de pares de ojos y una misma noche sobre un centenar de sedes en 28 estados del país y más allá, con tres sitios en Colombia.
Aquí frente a los “observadores” de piedra Ptolomeo y Copérnico de la Biblioteca Central, se ubicaron las carpas “Mizar” y “ALCOR”, que desbordaron asistentes desde sus primeras conferencias ofrecidas desde la una de la tarde.
Los telescopios posaron la mirada principalmente en el satélite natural de la Tierra, que se encontró en cuarto creciente, lo suficiente para no dejar de capturar la inquietud de quienes creen aún que es un gigantesco trozo de queso o de inspiración afectiva.
También se pudieron observar Saturno, la galaxia de Andrómeda, la Nebulosa de Orión y algunos cúmulos globulares. Los asistentes fueron en todo momento asistidos por voluntarios, estudiantes y profesionales de la UNAM y otras instituciones, como Tania Jasso, que como psicóloga de profesión auxiliaba en el manejo de un telescopio Cassegrain de Universum.
En esta novena edición de “La Noche de las Estrellas”, por vez primera se integró un programa especial de inclusión en donde las personas con discapacidad disfrutaron de actividades de divulgación científica.
Así ocurrió en el stand “Tocando el cielo”, donde la ciencia fue utilizada para crear un ambiente de inclusión a través de talleres de astronomía para personas con discapacidad visual o en “la eterna noche”.
En la carpa pudieron acceder a una plantilla de puntos sensibles al tacto de la Nebulosa de Orión, además de que para otro sector se realizó un recorrido con intérprete de Lengua de Señas Mexicana (LSM).
Inspirar vocaciones
En el acto inaugural realizado ya entrada la noche y el entorno gélido, William Lee Alardín, Coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, recordó que son los 60 años del lanzamiento del Sputnik 1, (hecho con el que inició la carrera espacial), el tema de esta fiesta astronómica, hecho que impactó no solo a la exploración espacial, sino al entorno científico del mundo.
César A. Domínguez Pérez-Tejada, Director General de Divulgación de la Ciencia de esta casa de estudios, dijo que las verdaderas estrellas eran los asistentes, los que se ven y se verán. Las estrellas, comentó, han inspirado a poetas, a afectividades, al amor, “esperemos que en esta ocasión inspiren vocaciones”.
Finalmente José Franco, titular del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), e investigador del Instituto de Astronomía (IA), anticipó que se prepara una gran jornada para la décima edición de dicho evento…pero eso sucederá en 365 noches de estrellas más.
Estuvieron presentes también Jesús González González, director del IA, Javier de la Fuente, Secretario de Atención a la Comunidad Universitaria, Brenda Arias, Coordinadora general del evento del IA, y Mario Arreola, de la Agencia Espacial Mexicana.