Por Javier Ramírez
La distancia de 700 kilómetros del terremoto de 8.2 de Pijijiapan, Chiapas, fue lo que salvó a la Ciudad de México de una posible catástrofe, ya que la energía que le llegó fue una quinta parte del macrosismo de 1985, a pesar de que la reciente eventualidad ha sido considerada por las autoridades la más fuerte de los últimos 100 años.
De acuerdo a información disponible, tampoco se puso a prueba las nuevas medidas de seguridad de construcciones, por lo tanto, “no se tiene que echar las campanas al vuelo” en este tipo de calamidades.
A las autoridades federales y locales al parecer se les olvida que México está en una zona altamente sísmica, y, de acuerdo a información disponible, en la zona de Guerrero se ha acumulado energía en el subsuelo de la tierra en más de un siglo sin registrarse ningún movimiento telúrico considerable, y es necesario seguir estudiando estos fenómenos naturales, entender sus efectos y cómo mejorar las construcciones, recomienda experta.
Lo anterior ha sido uno de los motivos de la alerta sísmica en la capital del país y que en el sismo de Pijijiapan, a una distancia de 700 kilómetros de la Ciudad de México, la población capitalina tuvo entre 120 y 130 segundos para salir de sus casas y ponerse a salvo, aunque mucha gente dudó de que fuera ocurrir un sismo por el tiempo transcurrido, pero fue por la distancia que recorrió el movimiento telúrico hasta la CDMX y con menor intensidad.
El terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter, del pasado 7 de septiembre con más de 2 mil réplicas, que zarandeo a 50 millones de personas en 12 estados del país, dejó cientos de miles de damnificados, miles de viviendas dañadas e infraestructura urbana en los estados de Oaxaca, Chiapas y Veracruz, zonas cercanas al epicentro del sismo del pasado 7 de septiembre. Aunque se espera que las autoridades dén un informe detallados en los próximos días.
En las primeras horas del sismo, el presidente Enrique Peña Nieto y el mismo jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera presumieron de que en la ciudad no había habido daños de consideración por las medidas de seguridad implementadas, a pesar de que el sismo había sido de una magnitud mayor, de 8.2, al terremoto de 1985, de 8.1.
En este último el epicentro se ubicó en Michoacán a 400 kilómetros de la capital, y en aquel se encontró en Chiapas a 700 kilómetros de la misma capital.
A raíz de la postura oficial y de la incertidumbre y desconocimiento de la población sobre el sismo del pasado 7 de septiembre, Vorágine buscó a la directora del Servicio Sismológico Nacional de la UNAM, Xyoli Pérez Campos, quien dijo que “no podemos echar las campanas al vuelo, porque no sometimos a los edificios a lo que se sometieron en 1985 ni más de eso, y no estamos alcanzando aceleraciones muy altas para verificar que lo que se ha venido haciendo realmente funciona”.
Cuando a la doctora Pérez Campos se le pidió platicara que ocurrió el pasado 7 de septiembre, respondió: A las 23;49 registramos un sismos de magnitud de 8.2 que tuvo su epicentro en el Golfo de la Tehuantepec, como referencia está en el poblado de Pijijiapan, Chiapas, el epicentro se encontró a 133 kilómetros al suroeste de este poblado. Es decir, detalla la experta, el sismo ocurrió a 58 kilómetros de profundidad debajo del mar.
Explicó que la magnitud del sismo fue de 8.2 que es un reflejo del tamaño del sismo, de la energía que libera, y la intensidad qué tanto se percibe el movimiento. Por eso, añadió, la destrucción es más fuerte en la zona epicentral y conforme se va alejando se va perdiendo esa fuerza, la intensidad.
La doctora en geofísica y sismología, señaló que la Ciudad de México tiene unas cuestiones muy particulares en su suelo y eso hace que a pesar de estar tan lejos lo sintamos tan fuerte. La Ciudad de México fue un lago de y estamos sobre sedimento, sobre lo que quedó del lago en términos de fango, pues, entonces esa arcilla hace que las ondas a su llegada a la Cuenca de la Ciudad de México se vean amplificadas fuertemente.
Este sismo se han reportado intensidades de hasta de 5 en la escala de Mercalli modificadas y se registraron 9 centímetros por segundo al cuadrado de aceleración en Ciudad Universitaria.
Cuando se le hizo referencia de la distancia de Pijijiapan a la Ciudad de México, de 700 kilómetros y que nos dio mucho tiempo para salir de nuestras casas, precisó: “Ya había pasado el minuto o no sentíamos nada. Aproximadamente se tuvieron hasta 130 segundos para que se percibiera el sismo aquí en la Ciudad de México. Fue mucho tiempo para ponerse a salvo”.
¿Y en el caso del 85 qué ocurrió?
–En el 85 estábamos mucho más cerca, menos de 400 kilómetros de distancia (Nichoacán), en aquel entonces no había alertas, pero hubiéramos tenido mucho menos tiempo de aviso, y sobre todo la cercanía. Eso fue lo que pego, que estábamos más cerca.
En cuanto a la inquietud de población de cuánto duró el movimiento en el epicentro y cuánto en la ciudad de México, aclaró:
“Una cosa es la percepción humana y otra cosa es lo que registran los instrumentos. Los instrumentos son capaces de registrar el paso de la primera onda, la primaria, la “P”, pero también las ondas viajan y le dan varias vueltas a la Tierra, y esto los censores lo están registrando todo el tiempo, entonces en términos de registro debieron ser horas y horas de registro que estuvo moviéndose el terreno en esa estación. ¿Cuánto lo percibió el ser humano? Unos cuantos segundos de todo eso.
“Y es muy diferente la percepción cercana al epicentro como la percepción lejana. Esa percepción de movimiento depende de varios factores, uno que tan lejos o tan cercas estamos, otro el tipo de suelo en el que estamos, entonces si usted está en el centro de la Ciudad de México, lo percibió más largo, que si está en donde yo me encuentro ahorita que es en Ciudad Universitaria; si está en una planta alta contra una planta baja, pues en una planta alta lo percibe más largo.
“Entonces hablar de duración de movimiento en términos de percepción humana, es bastante complicado, porque, en un mismo sitio usted lo pudo haber percibido de unos cuantos segundos y el vecino mucho más largo”.
Insistió que “en realidad nosotros no estudiamos la duración del movimiento, lo que estudiamos es la duración de la ruptura cuánto tiempo le toma al material en romperse y generar la ondas sísmicas, y esto fue una veintena de segundos”.
También se le hizo referencia a los testimonios de la población de la zona del Ajusco, zona rocosa, que lo percibió más fuerte, y contestó:
“En realidad no se sintió más y eso lo demuestran los registros. Nosotros tenemos registros, sobre todo el Instituto de Ingeniería de la UNAM tiene registros del 85, de todos los sismos importantes que ha habido y este se registró una quinta parte de lo que registró en el 85. Entonces nuevamente es una cuestión de percepción y de memoria de la gente cuando en realidad el dato nos está diciendo que este sismo del jueves 7 de septiembre, en general en toda la Ciudad de México se movió una quinta parte de lo que se movió en 1985”.
Cuando se le hizo referencia a las declaraciones del presidente Peña Nieto y del jefe de gobierno, Mancera sobre los pocos daños en la capital del país y que se habían puesto a prueba las medidas de seguridad en las construcciones y se podían echar las campanas al vuelo, puntualizó:
“No podemos echar las campas al vuelo, porque no sometimos a los edificios a lo que se sometieron en el 1985 ni más de eso, y no estamos alcanzando aceleraciones muy altas para verificar que lo que se ha venido haciendo realmente funciona.
Y se le insistió que las autoridades compraron el macrosismo del pasado 7 de septiembre con el de 1985.
–Pero la comparación no viene al caso, porque recibimos una quinta parte de lo que recibimos en 1985. No es porque estemos mejor preparados, no sabemos.
A pregunta expresa, recordó que en la zona de Guerrero se acumulado una gran cantidad de energía por más de 100 años sin tener un sismo considerable, aunque no se acumula linealmente, es algo que todavía se está estudiando.
¿Siempre se acumula la energía de la tierra en la zona marítima?
–Siempre se acumula la energía entre los contactos entre placas, sí, y hay otras zonas inclusive dentro de las placas, donde también.
Y sobre las recomendaciones a las autoridades por los movimientos telúricos, pese a que no son predecibles, y en materia de protección civil, la sismóloga comentó:
“Justamente como no es predecible, lo que tenemos que seguir haciendo es estudiar y monitorear y los esfuerzos debe ir encaminados, ahí, al monitoreo, al estudio, al entendimiento tanto del sismo en sí como los efectos y cómo mejorar nuestras estructuras”.