Quince entidades de la federación pueden considerarse las menos corruptas del concierto mexicano.
En la inmensa mayoría campea y florece ese legado de los españoles que colonizaron estas tierras mexicanas hace poquito menos de 500 AÑOS.
Los datos que acaba de publicar el INEGI en la Encuesta Nacional de Calidad Regulatoria e Impacto Gubernamental en Empresas (ENCRIGE) 2016 se refieren a la percepción que tienen las unidades económicas sobre la frecuencia de actos de corrupción realizados por servidores públicos, por entidad federativa.
Estas “menos corruptas” son Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí y Yucatán.
Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz son los estados donde de verdad lo que más pega y florece. y se cosecha. es la corrupción.
En sus campos y montañas, en sus pueblos y ciudades, se siente el hedor fuerte como de caca de perro en los jardines donde la gente no acostumbra levantarla y ponerla en el bote de la basura.
Y no es que las menos corruptas sean dignas de felicitación. Son bien corruptas. Lo que ocurre es que la percepción que tienen los empresarios depende de cómo les va en la feria.
Y debo imaginar que debe de haber corrupción para el acto de calificar el grado de corrupción de un estado. Vivimos en el reino de la transa. Recuerden.
Soy menos corrupto porque pagué para que me calificaran como menos corrupto. Jolín. Esta magia sólo se da en el reino donde florece la corrupción. Espejito, espejito, dime que no soy tan corrupto como los Moreira y menos como los Duarte, o como tantos que están en la cárcel por simulación de los jueces, que también gozan del privilegio de transar al Erario. Acá, recuérdenlo muy bien, no se les olvide, el que no transa no avanza. ¿O no, don Hernán Cortés?
Carajo. Es que todo el mapa mexicano es corrupto. En todos los estados, de Baja a Chiapas. Qué vergüenza. Y son los propios funcionarios de gobierno los que impulsan, los sancamilotes de la ciudadanía, de los empresarios, porque fíjense en la percepción de las causas de corrupción: agilización de trámites, evitar multas o sanciones, obtención de licencias o permisos, evitar la clausura de un establecimiento, pagar menos impuestos, evitar inspecciones, obtener un servicio, evitar el cumplimiento de la ley, ganar contratos gubernamentales o participar en licitaciones. Suenan, suenan esos de ganar contratos gubernamentales. Dónde lo he escuchado. Conocí a un arquitecto en Chiapas que compraba el auto de lujo más caro para llevárselo a regalar al presidente municipal de un pueblito a cambio de la pavimentación de la calle principal del pueblo.
Pero pues todo cuesta. Nada es gratuito. Ni las botanas en el bar más próximo son regaladas. Ojo, mis amigos. A nivel nacional los costos para las unidades económicas (las empresas) derivados de incurrir en actos de corrupción se estiman en 1.6 mil millones de pesos, tan sólo en 2016, y creo que no en todo el año. Es una estimación. Y el costo promedio de corrupción por unidad económica durante el año pasado fue de 12,243 pesos.
Ahora ya podemos entender por qué la política no es para buscar el bienestar de los pueblos. Mentirota. Es un negocio vulgar y soez. Que hiede. Huele y no a ámbar, le dice don Quijote a Sancho, o al revés. No lo recuerdo muy bien porque cuando se lo dijo uno al otro yo andaba peleándome con el barbero que se quería transar al caballero de la luna.
Y como decía aquel conductor del canal del desagüe. Perdón del canal de las estrellas: Aún hay más…