Vamos a imaginar que las elecciones en el Estado de México estuvieron y están en regla; que la cuenta y el recuento de votos demostró que el triunfo real, verdadero, sí fue para el candidato de Atlacomulco, no obstante el cúmulo de delitos electorales cometidos por él y por el presidente, ya que para retener en su poder la gubernatura emplearon cualquier recurso ilegal, delictuoso, como la compra de votos con dinero en efectivo o con promesas de dinero en efectivo para los electores que le dieran su voto, corrompiendo a un electorado muerto de hambre.
El gobierno y su pandilla hicieron lo suyo, lo que saben hacer. Corromper al electorado más pobre del estado de México para ganar, para no perder un bastión que le es fundamental. Un símbolo del poder. Un ávatar del paraíso donde se entra con una mano atrás y otra adelante y se sale, después de seis años, supermillonario, forrado de billetes. Buen negocio éste de Toluca y puntos intermedios. Imposible entregarlo, renunciar a él, tiene que ser retenido a costa de lo que sea, aun perdiendo la mayor parte de los votos duros. Retenerlo inclusive al costo altísimo del odio y el desprecio de las mayorías ciudadanas, cansadas de la inseguridad, el asesinato, los feminicidios, la violencia, los asaltos, el robo, las golpizas a mujeres trabajadoras en el trayecto del trabajo a casa.
A lo que queda del PRI en el Estado de México lo pueden hacer crecer con dinero. Con dinero hasta los perros bailan. Con el apoyo incondicional del gobierno federal. Y la imbecilidad de los partidos de la izquierda.
El hubiera no existe ni en el país de Alicia y el Conejo. Pero es obvio que, si el candidato perredista Juan Zepeda hubiera declinado en favor de Delfina, ésta sería la que estuviera celebrando la ruptura de 80 años de dictadura perfecta tricolor. Pero se antoja que Zepeda jugó para darle el triunfo a Del Mazo. No veo otra explicación. Que el PRD se recuperó. Mentira. Los votantes votaron por Zepeda que atrajo personalmente simpatías. No por el PRD.
Ahora, la tembleque dirigente del PRD, la ex aeromoza Alejandra Barrales asegura que los priístas no canten victoria todavía porque el PRD no irá sólo en las presidenciales y buscará todos los medios para cerrarle la puerta al PRI en 2018. La estrategia del perredismo, al decir de la ex aeromoza, será buscar primero la unidad de la izquierda con Morena; sin embargo, de no llegar a un acuerdo, recurrirán a un frente amplio ciudadano con el PAN.
Con tales infantiloides declaraciones pareciera que Barrales lo único que logra es descubrir el agua tibia. Ya tuvo su oportunidad de ser factor de unidad de las izquierdas. Por qué el PRD no se alió con Morena en este proceso electoral del Estado de México. Por qué, señora. ¿Por culpa de Andrés Manuel López Obrador? Pudo haber sido que el tabasqueño se ha convertido en un caemal entre sus ex correligionarios de un perredismo en retirada. Con todo, los perredistas que quedan tuvieron su oportunidad de compartir la gloria al ganarle de calle al PRI y entronizar a la primera mujer en el palacio de gobierno de Toluca y al tiempo borrar 80 años de historia negra del priísmo en una entidad explotada por la dictadura tricolor.
Creo que ya no le toca intentar recomponer lo que ella descompuso y que pudo haberle dado los votos suficientes para ganarle al PRI. Los que están quedando dentro del PRD ya están pensando en el recambio y voltean los ojos precisamente sobre la persona de Juan Zepeda para sustituir a la señora Barrales. Al mismo tiempo, muchos –quién sabe cuántos- se irán a Morena. Eso júrelo, un partido satanizado por las fuerzas conservadoras y calificado de populista por el propio Peña Nieto, hijo del diablo, chavista, enemigo de la propiedad privada, impulsor de la lucha de clases (como si no hubiera lucha de clases sin partido comunista en México), pero que avanzó enormidades en estas pasadas elecciones.