Al dictar la conferencia magistral Cardiopatía Isquémica en México en el marco del XXI Congreso Estudiantil de Farmacología, que se llevó a cabo en la Escuela Superior de Medicina (ESM) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), el especialista resaltó que aunque en países de primer mundo este padecimiento sigue teniendo un alto índice de mortalidad se ha logrado disminuir las cifras gracias a sus programas de salud y de desarrollo tecnológico.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) a nivel nacional la tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica ha aumentado desde hace dos décadas. “La cifra prácticamente se triplicó de 29 mil a casi 90 mil defunciones por esa causa”, puntualizó.
Guízar Sánchez indicó que para tratar de disminuir dichas cifras es necesario realizar estudios epidemiológicos, establecer factores de riesgo y tener estadísticas reales, lo cual se está haciendo mediante el Resica, y a partir de allí establecer programas de prevención y políticas de tratamiento más eficaces.
Ante estudiantes, docentes e investigadores advirtió que México debe enfocarse a lograr resultados a largo plazo, pues reducir las cifras no es tarea sencilla, ya que las naciones que lo han hecho tardaron por lo menos 25 años.
Aquellos países también desarrollan estrictos programas de seguimiento para controlar factores de riesgo como hipertensión, obesidad, tabaquismo, dislipidemias y sedentarismo, los cuales incluyen guías de práctica clínica para vigilar con mayor eficacia dichas enfermedades, detalló.
Además de impulsar estos programas de salud pública, el especialista mencionó que otro punto importante en el que se debe trabajar es en reducir los tiempos en la atención de los síndromes isquémicos agudos, ya sea con trombólisis o con angioplastia primaria para incrementar la sobrevida.
Para que el paciente tenga mayor sobrevida, un infarto se debe atender antes de dos horas, ya que el tiempo es determinante para reducir el área de necrosis, pues entre mayor sea ésta aumenta el riesgo de morir, advirtió.
Guízar Sánchez precisó que según cifras actuales del Renasica los mexicanos se infartan en promedio a los 60 años, independientemente del síndrome coronario, del total 80 por ciento es hombre; 50 por ciento padece hipertensión; entre 45 y 46 por ciento es diabético, 50 por ciento tiene antecedentes de tabaquismo y entre el 30 y 40 por ciento dislipidemia.
Destacó que después de un infarto la calidad de vida de los pacientes depende mucho de los tratamientos que se le den, pero lo más importante son los cuidados posteriores en torno a la alimentación y actividad física indicada por el médico.
La prevención de la diabetes, obesidad, hipertensión y dislipidemias, dijo, son las mejores armas para evitar síndromes coronarios agudos. Recordó que la presencia de dolor torácico, el cual se recorre hacia el brazo izquierdo o al hombro; vómito; náuseas y fatiga son síntomas de infarto que se deben tomar en cuenta para actuar de manera inmediata.