En esta economía quasi capitalista y neoliberal a la mexicana, corrupción e impunidad, las mayorías de mexicanos son pobres; lo que les pagan no les alcanza para vivir una vida digna y esto lo puede usted comprobar tan solo subiéndose al metropolitano de la ciudad de México. La pobreza y la riqueza no pueden ocultarse y los millones de ciudadanos que usan el metro para transportarse indudablemente que no pueden ocultar la pobreza en la que sobreviven. Y de ribete los agobia la carestía de la vida, lo que los economistas llaman inflación que mide los platos rotos que pagan los pobres porque la inflación es el impuesto de los pobres. Los ricos no la sienten porque tienen en demasía y pueden pagar lo que sea. Es como arrancarle un pelo al gato. Pero los pobres, los millones de trabajadores empleados pero muy mal remunerados, los millones de desempleados, los que viven de la caridad, esos o pagan lo caro, aunque esté podrido, o no comen y de ahí tantos muertos de hambre que no están en ningún plan de desarrollo.
Ni el secretario de hacienda, ni el director del INEGI, ni el gobernador del banco central, ni el jefe del ejecutivo se fijan en estos millones de pobres empobrecidos por lo que ellos llaman inflación que simplemente es el resultado no de las leyes de la oferta y la demanda sino de las de la necesidad y del abuso. Ni la economía de los ricos se beneficia, porque no hay un mercado interno ni siquiera medianamente capaz de llenarle las cuentas bancarias a los ricos. Y muchos políticos están tan ocupados con su vida de negocios ilícitos y sucios y algunos (¿o serán muchos?), entendiéndose con los empresarios de la droga y del asesinato de periodistas, de mujeres, de defensores de derechos humanos, que les interesa un comino que al país se lo esté llevando la chingada porque a millones de mexicanos pobres se los está llevando.
Este año no será la excepción, como ocurre desde hace poco más de tres décadas en esta economía otrora boyantemente petrolera, pero la corrupción logró que la empresa de México se fuera a pique. Ya no me quejo de por qué los corruptos de Pemex no hay sido encarcelados.
Alguien escribió este fin de semana, perdón que no recuerde quién (si lee este texto que me reclame por favor) que, “si pensabas que en lo que resta del año el nivel de inflación se mantendría estable o descendería, prepárate porque el Banco de México (Banxico) espera que el Índice Nacional de Precios y Cotizaciones (debo creer que precios al consumidor) repunte durante los próximos meses de 2017.
“La inflación podrá alcanzar un máximo de 6.38% en junio y se espera que de mayo a septiembre la inflación interanual esté por arriba del 6% para terminar el año en 5.8%”, estimó Gabriela Siller, directora de análisis Económico y Financiero de Banco Base.
Al anunciar el tercer ajuste del año de 25 puntos base a su tasa de interés para ubicarse en 6.75%, el instituto bancario central mexicano previó que la inflación general anual continúe viéndose afectada temporalmente, en particular por el incremento en las tarifas de autotransporte y de algunos productos agropecuarios.
A esto se suma la debilidad del peso frente al dólar y el impacto ante el alza del petróleo y los aumentos en la gasolina y diésel.
Y yo creo que el factor inflacionario más cabrón, no es lo que apuntan los economistas del banco central, sino algo imposible de cambiar, imposible, que es la avaricia. Por eso he inventado mis propias leyes económicas. Y aunque el Banco de México eleve el costo del dinero o controle el tipo de cambio para frenar la inflación, esta se desboca. Ahora ya nadie habla, parece que ya no conocen el fenómeno, de la estanflación; o sea recesión económica (el producto no crece, está estancado) y la inflación se aloca. Debo aclararles algo que no le va a gustar a los economistas: que el porcentaje de crecimiento que pronostican las autoridades no es realista. La inflación anda ya en el 6 por ciento anual y va a seguir desbocándose. Vaya al mercado. Ahorita vengo del mercado de Portales, uno de los más divertidos de la ciudad de México, pero caro. Compre dos kilos de mango chiapaneco, ese que le llaman ataulfo, en 30 pesos. Ese mango debe de valer cuando mucho, así, ya caro, 10 pesos el kilogramo. Además de baja calidad porque el mango mango, algo parecido a Angelina, lo exportan al extranjero, no sé si lo sigan vendiendo a los gringos ahora que son representados por un sicópata.