Eduardo Pérez Haro, Yolanda Trápaga Delfín y Luis Gómez Oliver precisaron que México no puede “competir” con naciones del norte, porque su economía no es equivalente o comparable.
En el Aula Magna Jesús Silva Herzog, precisaron que es necesario revisar aquellos factores convenientes para el desarrollo interno, algo que no se ha hecho en 35 años, y que tiene que ver principalmente con las exportaciones agropecuarias, el desarrollo rural agroalimentario y los desafíos ambientales.
Gómez Oliver, especialista en economía de los recursos naturales y desarrollo sustentable, precisó que si bien antes del tratado y luego de su firma existía un rechazo de ambos lados de la frontera sobre el acuerdo, hoy surgen preocupaciones ante la posibilidad de que sea eliminado.
Antes del TLCAN, añadió, las exportaciones agropecuarias mexicanas eran de dos mil 800 millones de dólares y con las agroalimentarias se llegaba a cuatro mil 400 millones de dólares.
Mientras que en el último año las exportaciones agropecuarias ascendieron a 14 mil 800 millones, y con las agroalimentarias se llega a 29 mil millones, concentradas principalmente en frutas y hortalizas.
El problema, añadió, es que importamos lo más significativo: trigo, soya, arroz y maíz, este último básico para la población que vive en el medio rural.
“Muchos de los inconvenientes que tenemos ahora no se originan por haber firmado el tratado, sino por no haber tenido las políticas nacionales complementarias que lo acompañaran”, enfatizó Gómez Oliver.
Al respecto, Pérez Haro, también director general de la Consultoría Especializada en Desarrollo Regional y Políticas Públicas, expuso que es necesario preguntarse a qué se debe que la economía mexicana no crezca, y la respuesta está en que hay un gran descuido de los mercados internos.
Los sectores y productos no vinculados al comercio exterior están prácticamente abandonados, de tal forma que el país en general sufre un crecimiento mediocre, aparejado con el desmantelamiento del aparato productivo nacional (industrial, servicios y sector agropecuario).
Más allá del discurso del presidente de Estados Unidos, añadió, el fondo del problema es que el país vecino tiene un déficit comercial con México y una economía trastabillando desde hace 10 años; por ello, lo que se plantea es una reindustrialización, infraestructura y promoción del empleo.
Ante esta situación, “lo que tiene que hacer México es proponer un acuerdo de nueva generación, es decir, no discutir per se el tratado, sino abrir el espectro de la negociación con EU y negociar factores que son convenientes para el desarrollo interno, algo que no hemos hecho en 35 años”.
Se debe aprovechar la negociación del TLCAN para buscar el desarrollo interno y crear un proyecto nacional que favorezca el incremento de las capacidades de producción, tecnología, infraestructura, capacitación y vinculación.
A su vez, Trápaga Delfín señaló que México tiene una economía con capacidades diferentes, y pese a que somos una de las cinco naciones con megadiversidad biológica, esto no es aprovechado y siempre se ha buscado la especialización agrícola, sin considerar que implica un desgaste en la producción de los terrenos.
Por cuatro mil años hemos producido gran cantidad de maíces, pero ahora resulta que lo tenemos que importar; eso es señal “de que estamos haciendo algo extremadamente mal”, resaltó.
Recordó que la FAO ha revelado que tres cuartos de los suelos fértiles en el mundo sufren afectaciones, y varios de ellos están dañados de manera irreversible, lo que impacta a México no sólo por las malas prácticas, sino porque el cambio climático agudiza el problema.
El TLCAN como horizonte no nos basta, debemos partir del mejoramiento de nuestras capacidades diferentes, con ecosistemas propios, variedades nativas y el mejoramiento de los circuitos de comercialización locales y regionales, antes que internacionales”, concluyó la especialista en economía política.