Hoy no podemos hablar de una sola niñez, con los mismos retos; existe una diversidad de infancias, en tanto que los menores se enfrentan a múltiples contextos sociales, culturales y económicos que los marcan de manera definitiva y los posicionan en el mundo, afirmó Tania Montcerrat Granados Cervantes, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Los estudios sobre la infancia señalan que esta etapa de la vida es una construcción sociocultural y en ese sentido existen ciertos cambios a través de la historia, las generaciones y los contextos, indicó.
En el marco del Día del Niño, que en nuestro país se festeja hoy, 30 de abril, la especialista en sociología de la infancia resaltó que “los menores de edad cada vez están más sometidos a entornos sociales cambiantes, a escenarios que los han insertado en situaciones de violencia, abandono, guerra, trata de personas y explotación, y como sociedad debemos estar conscientes de esto”.
Se ha cometido el error de no verlos como actores importantes en la búsqueda de una solución a sus problemas, y tampoco los creemos capaces de enfrentar los retos que les impone su realidad. “De hecho, durante años se ha visto a la infancia como pasiva, sólo receptora de lo que los adultos hacen o crean para ellos, y que transitan por ahí como si no fueran agentes de cambio”, subrayó.
No obstante, ellos pueden realizar, repensar sus realidades y generar estrategias para resistir los efectos de toda la complejidad social. Por ejemplo, prosiguió la universitaria, hay niños que están en contacto con los avances de la tecnología, otros se ven expuestos a situaciones de trata de personas, algunos tienen más recursos económicos que otros, o son tratados de diferente manera por cuestiones de género; es decir, no vive la misma situación una niña que un niño.
Si bien los escenarios de violencia, desesperanza, abandono o carencias son elementos que contribuyen a construir su personalidad y el desarrollo en la adultez, “aún en estos contextos tienen algo a su favor: son creativos, resisten a estos embates y elaboran estrategias para sobreponerse a situaciones socioeconómicas y culturales que no eligieron vivir”.
Cabe resaltar que aunque en el discurso se les ha posicionado en el ámbito de los derechos, en el tránsito de las sociedades se les sigue considerando como sujetos que no tienen voz, ni la facultad de exigir su participación. Se les piensa como personas que no deben opinar, ni ser tomados en cuenta, remarcó.
“En la familia, en la sociedad y en las instituciones debemos respetar sus derechos, dejar de ser adultocéntricos, cambiar la forma de relacionarnos con ellos, escucharlos e incluirlos en las prácticas cotidianas. Tenemos que abrir espacios más respetuosos y reconfigurar las relaciones sociales en donde cada persona tenga voz para generar cambios”.
Los instrumentos internacionales, las adecuaciones a las leyes nacionales y locales han generado avances en cuanto a retomar el tema de la infancia en el discurso, el problema es que aún existe un desfase entre esto y las prácticas cotidianas, reiteró.
Concretamente, en México debemos mirar los vacíos que hay en la aplicación de las leyes y el cumplimiento de los tratados, y enfocarnos en la creación de un sistema de protección a los derechos de los niños, concluyó.