En la conferencia inaugural del encuentro, el también integrante de la Junta de Gobierno de esta casa de estudios refirió que la ausencia de políticas públicas está atrapada en la obsesión de lo individual, de la autonomía, donde no se reconocen las funciones sociales de las familias para promover valores.
Hoy, lo que se impone son entornos familiares en un contexto económico de carencias y precariedad. Ejemplo de ello es que hay alrededor de ocho millones de viviendas en condiciones de hacinamiento, es decir, 40 millones de mexicanos; uno de cada tres connacionales viven en esa condición. Eso debería llevarnos a reflexionar, cuestionar y discutir las políticas de desarrollo urbano y territorial, y de fomento a la vivienda.
Además, el hecho de que la mayoría de las familias vivan en situación de pobreza, ha llevado a que más miembros trabajen, incluidos niños y personas con discapacidad; asimismo, se racionaliza el consumo y la distribución de los pocos recursos que se tienen.
Ante ello, señaló Fuentes Alcalá, es necesario construir una estructura cultural que permita, en democracia, una convivencia que posibilite reconocer como principales retos a la desigualdad, la indiferencia, la exclusión y la marginación que vive la mayoría de las familias, más allá de su interpretación o tipificación.
En el Salón Juárez del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, recordó que a partir de los años 90, en la medida que surgió un nuevo paradigma que privilegió el reconocimiento y el bienestar individuales sobre la noción del beneficio colectivo, se ha velado la función de las familias. “Hay poco reconocimiento de que somos lo que somos por la interacción con los otros, con nuestro entorno”.
Así, reiteró el miembro del comité directivo del Seminario Universitario de la Cuestión Social, la convicción de que somos autónomos oculta la enorme función de todo espacio colectivo, empezando por el familiar.
Además, agregó, hoy las familias están sujetas al estrés que genera una economía que no crece y que permite una enorme explotación; no están en estructuras de protección social, sino que forman parte de un proceso de construcción social que cada día les impone nuevos retos.
Uno de ellos es el de las tecnologías, de la vinculación en línea, sobre todo entre aquellos entre los 15 y 29 años de edad, individuos que si algo temen es no estar conectados, no tener interacción con el otro que se ubica a kilómetros, y que genera una nueva complejidad al interior familiar.
Mario Luis Fuentes expuso que como nunca, la “generación en línea” es enormemente social y pública: nunca se desprende de los otros, es comunicativa, todo el tiempo hace visible dónde está, con quién, qué hace, qué siente, y eso genera dinámicas complejas en la concepción de la privacidad, de lo público y de la noción de comunicación.
Las nuevas tecnologías, finalizó, transforman las estructuras internas de cuidado y protección, incluso la noción del quehacer de cada uno de los individuos.