Miguel Barbosa es un fúnebre avatar de la agonía del PRD como partido, opción para millones que no creen ya en el gobierno priista y menos en el PRI. E independientemente de si actuó legalmente o se fue por la libre y por eso fue expulsado del negocio fácil con el que se han enriquecido Los Chuchos. La verdad es que los traicionó al declarar que apoyaría a Andrés Manuel López Obrador pero que seguiría como líder de la bancada de senadores, muy disminuida por cierto, pues muchos se fueron con el tabasqueño. Y el tabasqueño les da vasca (nauseas) a los dueños del negocio que fundaron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, como padres conscriptos de la ruptura priista e impulsores de una nueva era democrática. Con el PRI en el poder nunca hubo democracia en México, ningún tipo de democracia. Ni siquiera la de aquellos griegos ricos que luchaban por enriquecerse cada vez más y dar limosnas a los pobres. Igualito pasa actualmente y ahora no sólo con el PRI, sino con el PAN, y les juro que pasará con el Morena, o cualquier partido que arranque al priismo del macetón donde crecen las yerbas malas que tanto daño le hacen a los mexicanos.
Creo, lo he venido siguiendo desde que fue fundado.
Tuve grandes amigos en aquel Frente Democrático que fue el padre del PRD. Muchas veces he vaticinado su muerte. A muchos les consta. No por odio sino realizando un análisis político. A mi hermano, el desaparecido doctor pediatra Gilberto Gómez Maza, fundador del PRD en Chiapas los perredistas suspirantes a ese liderazgo que deja pingües ganancias en dinero. Tanto lo jodieron. Era como su padre. Prácticamente los mantenía. Pero ellos sólo buscaban satisfacer sus intereses personales. Una vez, Gilberto me consultó. Veía que yo era más realista frente a la partidocracia. Y así fue como renunció a su obra, a su hijo, a la formación que haría el cambio en México, pero que en realidad era el viejo PRI, inclusive con la corrupción y la impunidad como herencia de aquellos caciques dueños de México.
Y el mismo camino fúnebre está siguiendo el PRI, en donde ha habido de todo. Conozco y estimo a muchos priistas que en realidad quieren un cambio radical en los modos de gobernar; que están convencidos de que los llamados gobernantes en realidad son empleados del pueblo, que les paga sueldo y prebendas y los hace supermillonarios. Pero el pueblo ya está cansado. Les juro que en el estado de México va a ganar mi pariente pero gracias a la compra descarada de votos, sobre todo entre los mexicanos pobres, que no conocen qué es el PRI, pero que van a darle su voto porque el gobierno federal y estatal invertirán millones de pesos en cochupos, igualito a lo que pasó con Peña, que repartió dinero a lo bestia, mediante las tarjetas de Soriana y Monex, delitos que negaron y que se quedaron en el fólder del juzgador, de la SCJN.
Pues a pesar de que gane en el edomex, o en Nayarit, o Coahuila y arrase en Veracruz, el PRI, como su hijo enfermo (PRD), está con la espada de Damocles esperando que alguien corte la correa de la que está detenida y caiga con una fuerza terrible para hacer mierda al partido tricolor. La muerte de Los Chuchos será un poquito menos dramática. Todos correrán como loquitos a inscribirse en las listas del Movimiento de Regeneración Nacional, la nueva y fuerte franquicia otorgada por el gobierno priista a los seudo izquierdistas que manipulan conciencias con el cuento, el San Benito, de que son de izquierda. (Creo que la izquierda, una vez muerto de muerte natural el PCM, no ha estado jamás en la pelea por una democracia que es una falsedad.)
Y ahí van, el camposanto, el cementerio, el panteón, las fosas clandestinas sólo esperan recibir los pestilentes cadáveres de los dos llamados partidos. Y ahí irá Morena con todos los perredistas agregados porque, es la verdad pura, ni Los Chuchos pueden vivir sin el amor de su vida, nacido, florecido, en Macuspana.
Así está. Todo. A mí me da gusto que se acabe la partidocracia. Que el pueblo, con sus organizaciones, asuma el control de este negocio sucio que son los procesos electorales y las jornadas electorales, en las que gana quien repartió más dinero contante y sonante o en bienes, pinchurrientos bienes. Recuerdo que en las más recientes elecciones, en 2016, en Chiapas los verdes compraban un voto a cambio de una sopa maruchan. Así de jodidos están muchos millones de mexicanos, que hasta venden su voto para comer en un día una sopita de harina que les da puros carbohidratos, malos para su salud. Así es este México de mis amores. Y México, amigos, no es un país de mierda. Es un país en donde vivimos muchos, millones, de seres humanos. Seres humanos. No animales para la matanza en los rastros. De mierda son los gobernantes. La clase política que se adueña de la conducción y, sobre todo, del Erario, que es una bolsota de dinero dado por los mexicanos con hambre, con mucha hambre, a través de los llamados impuestos, derechos, etc.