Los que más sufren son los millones de trabajadores pobres, los que usan los transportes colectivos de las grandes ciudades, los que se levantan a las cuatro de la mañana para llegar a su trabajo en la fábrica a las siete, los que no tienen para comprarse un buen desayuno y se conforman con un tamal de 13 pesos y un vaso de atole por la mañanita. Esos son los que más sufren en este sistema que busca ser neoliberal pero que sólo es precapitalista.
Desde la gran crisis del 81 no hemos levantado cabeza en este país gobernado por puros sácalepunta ladrones. Cada seis años sale una generación de nuevos ricos de las lujosas oficinas de gobierno y una legión de pobres que va a engrosar los cinturones de pobreza y de miseria de las grandes ciudades.
Y es que los salarios que ganan los que tienen empleo temporal no les alcanza ni para medio comer, ni para vestirse, ni para cubrirse del frío en las zonas altas del país. Las clases medias también están sufriendo porque ya no pueden alimentarse con cosas medio cariñositas, pues no hay ingreso que ajuste para comprar los alimentos en los supermercados, esas tiendotas de almacén que dan todo caro, y que son trasnacionales como Sams, Wal-Mart, entre otras. Y en los mercados establecidos o en los tianguis ya no se puede comprar por la carestía y porque no hay producción. Nunca habíamos sobrevivido a la estanflación, o sea estancamiento con inflación, que está padeciendo la economía nacional. Nunca imaginó el maestro David que sus descubrimientos serían fatales para la población mexicana y los gobernantes están diciendo que no hay crisis, como lo aseguró recientemente el propio presidente de la república. No hay crisis, dijo, cuando el poder adquisitivo de los salarios se ha venido para abajo estrepitosamente.
El poder adquisitivo salarial cayó 11.3% en 9 años, dicen los titulares de los periódicos. Coneval dice que la inflación puede afectar más al ingreso; destaca mayor rezago social en Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Un análisis de ruben.migueles@eluniversal.com.mx rebela que, a pesar de que la capacidad de compra de los salarios se recuperó debido a los bajos niveles de inflación que se registraron en los últimos dos años, el ingreso promedio de los trabajadores en México todavía está debajo de los niveles previos a la crisis financiera global de 2008-2009.
De 2007 a 2016, el ingreso laboral promedio por persona (per cápita) reportó una caída de 11.3% en términos reales, una vez descontada la inflación, de acuerdo con el Coneval. El grueso de esta caída se registró de 2007 a 2010, y si bien de 2010 a 2014 el poder adquisitivo del ingreso laboral promedio anual reportó una contracción adicional de 5.5%, ésta se vio compensada con una recuperación del ingreso de 5.9% de 2014 a 2016.
Así, en los últimos seis años el ingreso laboral promedio reportó un aumento marginal de apenas 0.1%. Si bien el poder adquisitivo del ingreso laboral se recuperó durante 2015 y 2016,, el Coneval advierte que en el cuarto trimestre de 2016 se observa un estancamiento en su ascenso. Advirtió que será necesario monitorear esta variable y la evolución de la canasta alimentaria, pues el incremento de la inflación podría revertir lo ganado en poder adquisitivo en los últimos dos años. Debido a que actualmente sigue el análisis sobre el ingreso de los hogares del Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS 2015) que están llevando a cabo el Coneval con el Inegi, los especialistas del consejo reconocen que no es recomendable usar esa variable para comparar la serie histórica. Es por ello que el Coneval presentó, como parte de las dimensiones de la pobreza, la evolución del ingreso laboral real (el poder adquisitivo del ingreso laboral) a partir de la Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE).
Si bien en los últimos seis años el ingreso laboral de los hogares a nivel nacional se mantuvo estable, su comportamiento por estados en el periodo muestra variaciones importantes, pues en 14 de las 32 entidades se dio un retroceso en este indicador.
En opinión de los especialistas del Coneval, la evolución del ingreso laboral y de las carencias sociales proporciona un panorama aproximado de la evolución de la pobreza para el periodo 2010-2016. Tras un análisis, el Coneval concluye que las carencias sociales estimadas a partir del MCS 2015, publicado por el Inegi en julio de 2016, son consistentes y comparables con estimaciones de levantamientos previos.
La carencia por acceso a los servicios de salud mostró la mayor disminución entre 2010 y 2015, pasando de 33.5 millones de personas (29.2% de la población) a 20.5 millones de personas (16.9%) con esta problemática. Entre 2014 y 2015 la carencia por acceso a la seguridad social presentó la mayor disminución; pasó de 58.5% a 56.6% de la población, seguida por la carencia por acceso a la alimentación, que se movió de 23.4% a 21.7%.
Pese a esta reducción, el acceso a la seguridad social es la carencia social con mayor prevalencia en el país. En 2015, los estados con mayor porcentaje de población con rezago educativo, carencia por acceso a la seguridad social, calidad y espacios en la vivienda o acceso a los servicios básicos en la vivienda fueron Chiapas, Oaxaca y Guerrero.