Piden académicos resolver problemas internos para enfrentar amenazas externas

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Una frase surgida de la Revolución Francesa define el sentido de los nacionalismos modernos: “la patria está en peligro”, y aquí están en peligro 40 millones de mexicanos en extrema pobreza, y no es Donald Trump quien los puso en la miseria, hemos sido nosotros mismos; y no fue él quien estableció los salarios mínimos, ni es el causante de la corrupción, sino el gobierno mexicano, expresó Luis Alberto de la Garza Becerra, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.

Además, se necesita un gobierno de unidad nacional que encabece la política de defensa de nuestros intereses. Sin embargo, como durante la guerra de 1846-1848 contra Estados Unidos, cuando nuestro país perdió gran parte de su territorio, hoy tenemos un presidente en el que desconfiamos, y que responde con balbuceos ante las amenazas, subrayó.

En tanto, Silvestre Villegas Revueltas, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), ejemplificó que si un integrista islámico cruzara la frontera entre México y la Unión Americana y pusiera una bomba en Los Ángeles, y los servicios de inteligencia estadounidenses dijeran que llegó desde nuestro territorio, pero aquí no fuimos capaces de detectarlo ni detenerlo, sería una razón para una invasión, como ya ha ocurrido en el pasado.

Por eso es tan importante asegurar lo que ocurre dentro y desde esa posición de fuerza decir que es mentira; además, brindar evidencia de que efectivamente hay un bloqueo, aunque eso implicaría ponerse en un plano policiaco persecutorio.

En la conferencia de medios “A 169 años de que México cediera más de la mitad de su territorio a EU ¿estamos nuevamente en peligro?”, De la Garza explicó que no hemos aprendido de nuestra vecindad con EU y repetimos una serie de torpezas: la idea de ser “buenos”, portarnos “bien”, atender recomendaciones, y no pensar en lo que somos y deberíamos hacer frente a la mayor potencia del mundo.

Desde sus inicios, el país vecino del norte ha tenido una voracidad territorial expansionista y ha sido consecuente. Hoy no nos enfrentamos a nada nuevo: a una política de presión, agresiva, de amenaza, que si no encuentra resistencia sigue adelante, y si la encuentra, es capaz de negociar, consideró.

La guerra con Estados Unidos de 1846-48 estaba anunciada mucho tiempo antes de suceder, y la política mexicana se mostró incapaz de hacer frente al problema; la inestabilidad política y los cambios de gobierno provocaron que México no se ocupara de los territorios que finalmente se perdieron. Los diferentes grupos se atacaban entre ellos y el “conductor” de la guerra estaba deslegitimado. “¿Qué clase de país es éste en donde, incluso cuando estamos en peligro, nos pateamos entre nosotros antes que enfrentar al enemigo?”, cuestionó.

México, prosiguió De la Garza, nació con perspectivas de ser una nación importante, pero enfrentó una serie de problemas que hasta ahora no han sido resueltos: no hay un espíritu nacional, el federalismo es “poco federal” y no ha funcionado, y existe una sociedad marcada por desavenencias.

La popularidad del Presidente es la más baja de los últimos mandatarios y cabe preguntarse si así se puede responder a los ataques.

A su vez, Villegas Revueltas recordó que la relación con Estado Unidos nos define como país desde finales del siglo XVIII. Se trata de una especie de continuo que se concreta en tres aspectos: desprecio de ellos hacia nosotros, admiración de nosotros hacia ellos, y asimetría entre ambos en el comercio y el desarrollo, entre otros aspectos.

Lo más importante es ver hasta qué punto podemos convivir, opinó. Políticos como Miguel Lerdo de Tejada o Benito Juárez sabían negociar, incluso, este último escribió que México no debe esperar, ni conviene que espere, que otros estados o individuos hagan lo que el país debe hacer por sí mismo. Si permitimos que otros nos hagan un favor, lo cobrarán con intereses, y no hay duda de que las deudas con los estadounidenses salen extraordinariamente caras.

Se debe entender, puntualizó el historiador, que el origen del problema es que ni los gobiernos ni el empresariado mexicanos han sido suficientemente eficientes en la creación de empleos y en evitar que los connacionales crucen la frontera.

Hoy queda negociar y proteger la mano de obra mexicana aquí y allá, y los miles de millones de dólares producto de las remesas, casi equivalentes a la inversión extranjera directa en nuestro país. Asimismo, aprovechar la oportunidad que puede significar el retorno de trabajadores bien capacitados.

En otros momentos de la historia, en 1878, hubo un problema de robo de ganado e incursión de “indios bárbaros” en la frontera, y EU amenazó al presidente Díaz con invadir si no ponía orden; también lo hizo con Carranza.

Si Trump dice que el crimen organizado es un atentado para la soberanía de la Unión Americana y exige arreglarlo, si los problemas internos de México se convierten en un conflicto para los intereses del vecino, como ya ha ocurrido antes, habrá que lidiar con ello, finalizó.