Pide Cámara de Senadores fortalecer fomento a la lectura

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En el dictamen, aprobado en la sesión del pasado 6 de diciembre, se precisa que México ocupa los últimos lugares en lectura en el contexto internacional y regional. El rezago, advierte, ha sido reconocido y expuesto por diversas instituciones educativas y culturales, las cuales han señalado que “la indiferencia de los mexicanos ante la lectura de calidad mantiene al país inmerso en una progresiva catástrofe silenciosa”.

Además, expone que de los países miembros de la Organización para la Cooperación Económica (OCDE), México presenta los mayores rezagos en lo que respecta a los niveles de comprensión de lectura. De acuerdo con los resultados de la prueba PISA 2012 en lectura, 41 por ciento de los alumnos mexicanos no alcanzaron el nivel de competencias básico que es el nivel 2, cuando el promedio de los jóvenes de los países de la OCDE, para ese nivel, promedia el 18 por ciento.

Asimismo, señala que menos del 0.5 por ciento de los alumnos mexicanos de 15 años logra los niveles de competencia más altos (niveles 5 y 6), cuyo promedio general de la Organización es del 8 por ciento; y expone que el alumno promedio en el país obtiene 424 puntos, en tanto que el puntaje promedio en la OCDE es de 496, diferencia que equivale a poco menos de dos años de escolaridad respecto de sus pares.

Por otra parte, en los resultados del levantamiento del Módulo de Lectura (MOLEC) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicados en abril de 2016, el promedio de libros leídos es de 3.8 ejemplares. Además, 97.2 por ciento de la población adulta de 18 años de edad en adelante es alfabeta, y de que de ese grupo poblacional, 80.8 por ciento leyó por lo menos algún libro, periódico, revista, historieta, blog, página de internet o foro durante el último año.

En 2015 también se publicó la Primera Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura entre Jóvenes Mexicanos, realizada por el Banco Nacional de México (Banamex) y la casa IBBY México/A leer, y enfocada en jóvenes de 12 a 29 años, “es la primera en su tipo debido al planteamiento de preguntas sobre el gusto por la lectura en sustitución de aquellas sobre el número de libros leídos…”.

Esta encuesta reveló que los jóvenes pasan prácticamente 30 por ciento de su tiempo interactuando con recursos digitales para consultar medios, escribir, sociabilizar y escuchar música, principalmente. Asimismo, expone que a ocho de cada 10 jóvenes sí les gusta leer y lo hacen por gusto y no por obligación, a través, principalmente de sus teléfonos inteligentes.

Por otra parte, cinco de cada 10 jóvenes recurren al libro impreso para leer literatura. No obstante la alta penetración en uso de los medios digitales, los formatos impresos como libros, periódicos y revistas siguen teniendo una presencia importante; aunque en la población abierta se empieza a ver un incremento en la preferencia por la lectura en formato digital (66 por ciento declaran leer libros en impreso y 47 por ciento, en digital).

En este contexto, desde la publicación de la Ley en materia, en 2008, el fomento a la lectura y el libro fueron reconocidos como herramientas para disminuir las desigualdades sociales, la promoción del respeto a la diversidad cultural y el acceso al conocimiento y la información; pero sobre todo, se confirió al fomento a la lectura, el reconocimiento a su labor como ejercicio de democracia social y cultural.

Cabe destacar que en el dictamen se reconoce que la lectura estimula la creatividad, agiliza la mente, refuerza los procesos cognitivos, ensancha los marcos de referencia y afina la memoria. De la misma forma, se expone que leer afina la memoria, agilizar la mente y retarda el decaimiento propio del envejecimiento.

Destaca también que desde 1966, la American Library Association ha promovido la biblioterapia, que consiste en crear un programa de lectura estratégicamente diseñado para favorecer la recuperación de pacientes que padecen desórdenes mentales moderados: desde estrés y ansiedad, hasta casos no severos de depresión.

Finalmente señala que “independientemente de la dimensión estadística, desde hace décadas existe consenso sobre la urgencia de que México realice esfuerzos más grandes, arriesgados y creativos para enraizar el hábito de la lectura entre las y los mexicanos”.