Un habitante del Valle del Mezquital, o de Patria Nueva (en Chiapas), o de la Sierra Gorda viviría dos años con el bono secreto que se autorecetaron los diputados para estas navidades. Les dio vergüenza que fuera de medio melón. Por qué no los juntan y crean una empresa que dé trabajo a muchos mexicanos. Ah, no y de dónde van a sacar para celebrar con la familia y con los amigos. De dónde para ir a Orlando para visitar los parques infantiles y que el niño se suba a una montaña rusa. O se tome un retrato con el ratón Miguelito o con el Pato Donald.
Y estamos hablando sólo de los diputados. El jefe de la Jucopo (Junta de Coordinación Política), Francisco Martínez Neri, coordinador también de la bancada perredista, dio la cara para explicarle a los periodistas que cubren las actividades legislativas cómo quedó lo del tan satanizado bono, que en realidad es un regalo de Santa Clos, de los Reyes Magos y del Niño Dioa. No estamos hablando del bono secreto de los senadores, de los secretarios de estado, del presidente de la república, de los ministros de la corte y del poder judicial y de todos los gandallas. Ahí deberán de sumar sus buenos millones.
Mientras la mayoría de los mexicanos si acaso comerán pollo en la noche buena. Bueno, los que tengan para comprar pollo. Pero ni soñar en un guajolote (los pretensiosos le llaman pavo), o en una pierna de cerdo, o en rabioles, o en una ensalada de manzana bien mezclada de ricuras. Y menos en una botella de champaña y ni siquiera de sidra. Quizá un cocacola con sus toneladas de azúcar.
Hasta los diputados de Morena andan con con juguete nuevo. Jamás en la vida habían recibido 150 mil pesotes de un trancazo y eso que la mayoría son gente importante de la academia, muy orondos en la materia que manejan. Indudablemente que son más sabios que los del resto de los partidos porque vienen de la UNAM y de otras universidade de prestigio. En eso, en escoger a su gente se cuidaron los morenos. Y les dan las diez y las malas al más pintado. Que les hagan caso los del PRI, o los del PAN, o los del PRD es otra cosa. Ya saben, en la Cámara nunca se impone la razón, la verdad, sino la mayoría de mediocres que levantan el dedo sin saber por qué están votando. Ya pueden votar por su sentencia de muerte y no se dan cuenta. Se van a tomar el cafecito fuera del recinto y cuando van a votar los llaman pero nunca saben por qué van a votar. Eso hacen todos. Los del PRI, los del PAN y los del PRD. Los verdes y los aliancistas no cuentan. Y el voto de las izquierdas, Morena, Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo son arrasados por la mayoría irracional.
Pues estos señores son los que van a gozar del dinerito en estas fiestas decembrinas. Se supone que se los dan el día en que les depositan su dieta y todas sus canongías. Pero a los empleados, a los trabajadores de intendencia, a la gente de abajo, que la orine el chucho (perro) como dicen en mi terruño.
Pasaremos otras navidades como indigentes.