De veras que los mexicanos somos un pueblo de marrulleros; le damos la vuelta a todo con tal de no aceptar nuestra responsabilidad en los actos equivocados. Pero como dice el gran Amado Nervo, yo fui el arquitecto de mi propio destino, cuando sembré rosas coseché siempre rosas…
Pero no. Los mexicanos siempre buscamos a un culpable, aunque no case con la realidad ni con los tiempos. Eso hacemos cuando chocamos con otro vehículo: Me chocaron es lo primero que se nos ocurre, pero no damos la posibilidad de que nosotros hayamos tenido la culpa del choque. Y si uno les pregunta: Bueno, ¿chocaste o te chocaron? ME CHOCARONNNNNN, responde el chilango.
Ahora resulta que el Payaso del Tupé tiene la culpa de nuestros infortunios, de los infortunios de los que nosotros somos responsables. Y tan somos responsables de que nuestra economía sea una economía fallida, que el gran personaje que controla la política monetaria tuvo que subir medio punto, que ya es un “chingo]” de billetes, a la tasa de interés de referencia y de ahí se colgaran los usureros de la banca para meterle la varita a los contratantes de créditos, si es que se los dan.
Pero no. No lo aceptamos el mexicano. Ahora sale Joaquín Gándara Ruiz Esparza, presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) con que el triunfo del ultra conservador-republicano, Donald J. Trump, no es positivo para la economía mexicana (por supuesto que no lo será pero cuando tome posesión el 20 de enero) que crecerá sólo 1% por el freno los flujos de inversión en 2017. Un clarísimo ejemplo del mexicano que no acepta su culpabilidad, porque esto es culpabilidad además de irresponsabilidad.
Dijo Gándara que el nerviosismo generado por el republicano provocó una “parálisis del flujo de inversión” extranjera y de mexicanos para detonar nuevos proyectos en la economía mexicana. Mentira. Esta tragicomedia viene desde que los tolucratas se hicieron cargo de manejar la política económica. Videgaray, autorizado por el joven de Los Pinos, hizo y deshizo y dio al traste con la economía y lo mismo está haciendo el Mil Usos de José Antonio Meade.
La economía no crecerá ni en 2016, menos en 2017 y nada en 2018 pero no por Trump, sino porque la inercia del fracaso de la política mexicana así lo hace y ha “movido a México” hacia el despeñadero a pesar de que Peña Nieto esté interesado en convencernos de que México está a toda madre, que hablemos bien de México, que es un paraíso, que la economía es la mejor del mundo y otras sandeces que sólo se la cree él, aunque ni él y menos su corte principesca, su colegio de cardenales. Nadie, nadie, óigalo bien jovencito, le cree lo que afirma. Como ocurre con otro joven devenido en canas, Aurelio Nuño Máyer, que no sabe decir leer, y que una pequeñita linda, aunque fue castigada por la estúpida directora de la escuela, le tuvo que corregir: no se dice ler, sino leer.
En qué manos inútiles estamos, parafrasearía a Marco Tulio Cicerón cuando le espeta a Catilina, el traidor, hasta cuando, Catilina, dejarás de estar dándole en la madre al Estado Romano, desde adentro de la estructura de gobierno.
El resto de las declaraciones del dirigente de los ejecutivos de finanzas no tiene la menor importancia, como decía el gran Arturo de Córdova.
Pero lo que sí es cierto e irrefutable es que la economía nacional está estancada abajo del 2 por ciento y eso desde muchos años antes de que el Payaso del Tupé ganara la Casa Blanca y todo el dinero del presupuesto federal de Estados Unidos. Imagine cuántos negocios grandotes hará en cuatro años, como aquí lo hacen los políticos de la Sierra Gorda y del Toluca, la airosa. El empleo está varado en un mar de tempestades. Los empleados ganan una mierda que no les alcanza ni para alimentarse. Los desempleados viven de milagros: un milagrito por aquí, un milagrito por allá, como decía mi buen amigo Amado Espitia, fiel colaborador de mi paisana tapachulteca, Olga Moreno, que su dios tenga en su gloria, con quien trabajaba el amadito.
La inflación está desatada, y más que la alimenta el Banco de México, con la política monetaria, con las tasas de interés controladas a favor de los grandes inversionistas y en contra de los medianos y pequeños comerciantes y ya no se diga para las personas físicas.
Estamos yendo hacia un despeñadero que nos va a costar muy caro a los mexicanos. No a los que nos manipulan. Esos ya tienen sus inversiones en los bancos off shore a donde no los puedan descubrir, porque ya los descubrieron en Panamá.
No me diga, amigo Joaquín, que de todo este desmadre el culpable es Donald J. Trump, quien sólo podrá tomar decisiones a partir del 20 de enero cuando sea la ceremonia de entrega recepción de la Casa Blanca, que será recuperada por un blanco de extrema derecha que aplicará un capitalismo salvaje, infinitamente más salvaje que el del neoliberalismo, que está en retirada.
Bueno, aquí le paro porque ya viene el fin de semana y quiero descansar un poco por lo menos viernes y sábado para retomar la vida el domingo. Gracias a quienes leen estos textos en los que pretendo dar a conocer la realidad. No lo que dicen los gobernantes que son unos mentirosos, hijos del Gran Leviatán.