El odio tiene ya el poder

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En qué país vivimos, Hasta cuándo, Catilina, dejarás de abusar de nuestra paciencia. Ya estoy oyendo al gran Marco Tulio Cicerón (Cícero), reclamando a Catilina sus acciones traicioneras en contra del Senatus y del Imperio. Y al Dálai Lama: Nunca ha habido una mejor época para estar vivos

Lucio Sergio Catilina (en latín Lucius Sergius Catilina; 108 a. C. – 62 a. C.), más conocido como Catilina, fue un destacado político romano de la era tardorrepublicano, perteneciente a la facción de los populares. Catilina ha pasado a la historia por ser el protagonista de la llamada conjuración de Catilina, una conspiración que, según las acusaciones formuladas por Marco Tulio Cicerón, habría consistido en destruir la república romana. 

Pues esto es lo que pretenden hacer los oriundos de Toluca y de Pachuca. Destruir el Estado. Destruir la propiedad estatal de los grandes medios de producción, los energéticos, la minería, y todo lo que se deje, para ponerlos en manos del gran capital trasnacional y que los mexicanos sigamos siendo esclavos, ya no de los propios mexicanos, sino de los barones del dinero de Wall Street o de las Bolsas de Hamburgo o Frankfurt o la Citi de Londres.

Y ahora más. Se los aseguro. Van a aliarse con el enfermo que a partir del 20 de enero “gobernará” en los Estados Unidos. Un multimillonario que odia los colores verde, blanco y rojo y más el águila mexicana. Ya los veo cogidos de la manita, los de los copetito, planeando cómo expulsar y cómo recibir o a dónde echarlos a 3.000,000 de migrantes muchos de ellos mexicanos y otros de otras latitudes de Latinoamérica.

Y en esos corazones que apenas les bombean sangre al cerebrito que tienen lo que se impone es el miedo. Miedo a sí mismos que es lo peor porque no tienen conciencia de sí mismos. Nunca se dan cuenta de que están respirando y menos se darán cuenta cuando dejen de respirar, cuando ya el dinero que se robaron se lo va quedar otro u otros y los bienes que atesoraron no les servirán de nada, porque muertos irán al Mausoleo de la Familia o al horno crematorio. Y el siguiente capítulo de su trunca existencia será el olvido de todos, especialmente de su mujer que se arrimará a otra cama.

Así que, no se preocupen, amigos, que a sus verdugos no les servirá de nada lo que les robaron, como dicen que robó el gobernador prófugo o escondido por sus compinches. A lo grande. No les servirá de nada cuando tengan que rendir cuentas a la tierra y eso puede ocurrirles, pude ocurrirnos, en cualquier momento. Estas líneas pueden ser las últimas que pergeñe en vida, o puede ser que no termine de escribir esta columna porque me dio un paro cardio respiratorio o me golpee la cabezota al caer al suelo de un tropezón, o vaya a tomar una media hora de siesta a mi cama y me quede tieso sin que nadie se dé cuenta. 

}así que, señores de la política, señores del gobierno, de la Casa Blanca, de Los Pinos, no se sientan tan seguros porque hasta al jefe del estado mayor presidencial puede darle una chiripiorca en el momento menos pensado y adiós. Pero no se preocupen, de todos modos no van a salir vivos de este mundo. Qué se fizo el rey Don Juan. Los infantes de Aragón que se fizieron.

Así que piénsenlo mejor. Todavía están a tiempo de rectificar. Que los negocios sucios que están haciendo gracias a la política se les van a revertir tarde o temprano y las riquezas se les van a acabar. Y la mujer los va a traicionar. No se aten pues a realidades que no les corresponden sólo por empinarse ante el loco poderoso, que nos va a traer muchas calamidades en los próximos 4 años y si muy más nos va en los otros cuatro años siguientes, cuando ya el presidente le haya entregado la banda presidencial al otro al finalizar 2018.

El Dálai Lama es un buen vocero del Budismo Zen, que siempre tiene una respuesta para esto de las soledades, de las traiciones, de las deslealtades, de las angosturas en el pecho, del pánico, del miedo, en el que viven los políticos que a todo le tienen que poner candado y guardianes armados hasta los dientes.

Dice el buen monje que no ha habido antes un mejor momento para estar vivo. Aun así en los países más ricos y prósperos hay un sentimiento creciente de intranquilidad e impotencia porque las personas ya no se sienten útiles para los demás. Qué grave está esta situación. Y en los países pobres, agrego yo, los ricos y los gobernantes que sólo gobiernan para los ricos, también ya no se sienten  nada tranquilos, crece la intranquilidad y la impotencia porque las personas ya no se sienten útiles  los demás. Principalmente porque viven de robado. Son ladrones de cepa de estercolero de vacas.

En este México de mis amores, cada día es más obvio que la clase dominante se ha olvidado de la gente, que se reproduce y se reproduce y se reproduce y hay que alimentar y darle trabajo. Y el gobierno es el principal responsable de darles comida, creando empresas que a su vez creen puestos de trabajo para alcanzar el pleno empleo. No, el estado se desentiende de los trabajadores y les pasa el paquete a los ricos y a estos menos les interesa que la gente se alimente. Lo que quisieran es que viniera un terremoto selectivo para que acabe si se pudiera con todos los pobres. Pero, como les decía antes, no se dan cuenta de que la única diferencia entre ellos y nosotros es que ellos, que son muy poquitos, detentan los grandes medios de producción quien sabe por obra de que deidad de los avernos.

Nunca ha habido una mejor época para estar vivos, dice el Dalai Lama. Pero el cinco o el diez por ciento de la población no deja vivir hasta la muerte a la mayoría de ciudadanos. Que se los lleve el carajo. Para qué nacieron pobres, Hay que apoyar a los que ya la hicieron. Pero a estos miserables que se mueran y pronto. Pues ésta es la filosofía de los Trumps y de los Hitlers, que afortunadamente están ya cuatro metros bajos tierra.

Preparémonos pues para los siguientes cuatro años de espigas muertas y vacas flacas. Y cientos de miles de paisanos tratando de reacomodarse en el pueblito que dejaron para ir detrás del sueño americano, del que los habrá bajado el payaso del tupé naranja. Mientras tanto, como dice el Dálai Lama, la violencia inunda algunos rincones del mundo y muchos todavía viven bajo el yugo de regímenes autoritarios. A pesar de que todas las religiones más importantes del mundo promueven el amor, la compasión y la tolerancia, se perpetra una violencia inconcebible en nombre de la fe.