Alumna universitaria con sordera estudia pedagogía e inglés

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UNAM
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Alejandra estudia el séptimo semestre de la licenciatura en Pedagogía en línea, y de manera presencial acude con Mario Pineda Valle, su intérprete, al curso de inglés.

Su indoblegable avidez por la instrucción hizo que superara el examen de admisión a licenciatura, no sólo con la dificultad de la exigencia académica, sino de un mundo convencionalmente sonoro. No obstante, la sordera no le supone incapacidad para la adquisición del lenguaje, pues las manos, el espacio y los gestos influyen.

“El mundo del sordo es difícil, se complica el acceso a diferentes áreas y es peor si no hay una forma efectiva de comunicación; por ejemplo, el español lo es, pero la mayoría de las personas en esta condición no lo conocen. Además, muchos de los profesores no saben el LSM y tampoco pueden hacer que los niños sordos desarrollen ese lenguaje”, dijo Alejandra a través de Mario.

Por eso estudia Pedagogía, para poder servir a niños y jóvenes sordos e implementar diferentes estrategias de enseñanza para ellos, resaltó.

“No hay quienes puedan estar todo el tiempo con un intérprete, por eso decidí tomar la licenciatura en línea, pero requería una lengua extranjera y recibí el apoyo de la dirección de la FFyL para traer un intérprete, y estoy muy agradecida”.

La percepción de la universitaria es fidedigna: las estadísticas avalan que 21 de cada 100 sordos de entre tres y 29 años van a la escuela, y sólo 47 por ciento llega al cuarto grado de primaria.

Además, cerca del 30 por ciento de sordos en México no sabe leer ni escribir, por lo que su acceso a un trabajo digno y bien remunerado es difícil; únicamente el 29.9 por ciento de esa población es económicamente activa.

Manos con voz

Por las mañanas Alejandra se divide en la atención a su hija de 13 años y su trabajo en la Dirección de Educación Especial, perteneciente a la Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal de la SEP.

“Estoy dentro de lo que es el área de atención a personas sordas, doy clases de lengua de señas a los maestros, a los supervisores y directivos, también doy asesoría a los niños”, indicó con las manos.

La universitaria, de 36 años, no ocultó su orgullo de estar en la institución educativa “más reconocida en América”, y aprovechó para hacer extensivas dos peticiones del sector al que representa (según el INEGI hay cinco millones 739 mil 270 personas con discapacidad en la República y el 12.1 por ciento son sordos).

“Creo que soy la única alumna sorda en la UNAM que viene a una clase presencial, y por ello propongo dos cosas importantes: que cuando los sordos presenten el examen de admisión sea con algunas adecuaciones; la otra sería un servicio de interpretación en diferentes carreras”.