En su discurso inaugural —considerado una de las piezas de oratoria más completas de nuestra historia—, el maestro planteó su concepción de lo que debería ser este espacio de conocimiento: “Me lo imagino así, un grupo de estudiantes de todas las edades sumadas en una, la de la plena aptitud intelectual, formando una personalidad real a fuerza de solidaridad […] con el propósito de adquirir los medios de nacionalizar la ciencia, de mexicanizar el saber”.
A 106 años de haber hecho realidad el proyecto educativo más importante del país, Lourdes Chehaibar Náder, especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), trazó una línea histórica de su origen:
Entender a nuestra UNAM requiere remontarnos a diciembre 1867, cuando el presidente Benito Juárez establece la Ley de Instrucción Pública. Es un momento clave porque con esa norma y del brazo de Gabino Barreda —quien sería director de la Escuela Nacional Preparatoria— sienta las bases de lo que es nuestro sistema educativo.
La universidad colonial, recordó la exdirectora del IISUE, había sido suprimida por los liberales y reinstalada por los conservadores a lo largo del siglo XIX, justamente fue un prócer de los conservadores, Maximiliano de Habsburgo, quien la suprime de manera definitiva.
Lo que hace Juárez con la ley de 1897 no es restablecer ni crear una universidad, sino establecer escuelas nacionales, entre las que pueden mencionarse la de Instrucción Secundaria de Personas del Sexo Femenino, la de Estudios Preparatorianos, de Jurisprudencia, Medicina, Cirugía y Farmacia, Normal de Profesores, la de Artes y Oficios y otras más. Ellas serán la base de la Universidad Nacional.
Así arranca esta nueva etapa del sistema referido, en el que la educación pública, gratuita y laica adquieren ciudadanía. Se trata de conceptos consistentes con esta mirada juarista para separar la Iglesia del Estado que nos hará el pueblo que somos y no otro, abundó la investigadora.
Eso no cayó bien a los círculos eclesiásticos, conservadores ni entre quienes pensaban que esta actividad debería estar fuera de las tareas estatales. Juárez estaba convencido de tal medida y eso marca una diferencia en nuestro país, situación que avanza hasta la Secretaría de Instrucción Pública de Justo Sierra y la SEP de Vasconcelos.
Sierra aparece en el escenario propugnando por la creación de una nueva universidad para todos. Desde finales de la década de los 70 del siglo XIX, planteó la libertad profesional, de enseñanza y de formación. Para él, este centro del conocimiento debería estar subvencionado por el Estado, pero gozar de apertura académica y ser autónomo en el sentido académico para trabajar con plena libertad y dar cabida a todas las opiniones.
Desde la perspectiva de Chehaibar, en el desarrollo de la Universidad se advierten hitos con todos y cada uno de sus rectores. “Hay quienes hacen marca en la historia; uno de ellos es José Vasconcelos, quien le da a esta casa su escudo y su lema y, quien desde la Secretaría de Educación Pública articula y aclara la vocación de servicio de la Universidad con el extensionismo y la hace un lugar central para nacionalizar la ciencia y mexicanizar el saber, como quería Justo Sierra. Aún más, ésta se enriquece de manera decisiva con la Ley de la Autonomía de 1929, pues ahí se incorpora la función de investigación como tal.
A 106 años de distancia, la pedagoga se dice convencida de que la UNAM es parte de la biografía de cientos de miles de mexicanos que han pasado por sus aulas. “Es parte de la vida de este país y ha sido determinante en la creación de instituciones y de la ciencia, en el desarrollo cultural y hasta en la modificación del entorno urbano: CU es muestra de eso”, comentó.
“México le ha aportado a la Universidad muchas cosas, porque ella mira, estudia y lo entiende desde todas las disciplinas y corrientes del pensamiento. Esa apertura y capacidad de unir o diverso ha permitido el enriquecimiento de nuestro saber histórico”, agregó.
“Debemos estar orgullosos de que un proyecto largamente anhelado por un personaje como Sierra, cristalizara, pero debemos reconocer a las diferentes generaciones que han asumido con rigor la misión dellevar adelante una institución sólida, con la confianza y el reconocimiento del país. La UNAM es capaz de irradiar ciencia, arte y cultura en todas las vertientes, y ha mostrado vocación para expandir sus horizontes; primero del antiguo Barrio Universitario del Centro de la ciudad a CU, después a las ENEP en la zona metropolitana y ahora a las escuelas nacionales en otras entidades federativas como Guanajuato y Michoacán, y de forma continua más allá de nuestras fronteras”, concluyó.