Esa red ayudará a entender una zona semiárida que sufre sequías, así como tormentas severas e inundaciones. Se trata de la región monzonal, un sitio con la particularidad de ser desértico, pero que en temporada de lluvias, en unas semanas, se vuelve casi una selva tropical. ¿Por qué pasa eso? ¿Cuánta humedad existe en el sitio? ¿Cómo es el uso del suelo? Es necesario realizar estudios para dar respuesta a estas y otras preguntas.
“Datos observacionales en esta región son fundamentales para evaluar modelos numéricos para la previsión de eventos meteorológicos severos y sus consecuencias hidrológicas. También, para investigar la física básica de convección atmosférica”, explicó David Adams, integrante del CCA y líder del proyecto por parte de México.
En los modelos globales de predicción de cambio climático, utilizados para entender cómo será el clima en el futuro, ese tipo de regiones son hot spots (puntos álgidos), porque los modelos no alcanzan a describir lo que ahí ocurre. Eso significa que tienen defectos, particularmente en el intercambio de vapor y energía entre la superficie y la atmósfera.
En el proyecto, resultado del convenio de colaboración entre el Instituto de la Universidad de California para México y los Estados Unidos (UC-MEXUS) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), participan, además, el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada y las universidades de Sonora y las autónomas de Baja California y Sinaloa. Del lado estadounidense, las universidades de California en San Diego, la Estatal de Arizona y la de Washington, así como la University Corporation for Atmospheric Research.
Como un primer paso, 26 científicos de ambos países se reunieron en San Diego para aportar sus ideas, y a mediados de agosto un pequeño grupo de expertos de la Unión Americana llegará al CCA para redactar la propuesta de ciencia básica y de infraestructura, que permita hacer realidad la red hidrometeorológica.
UC-MEXUS dio financiamiento para esa primera reunión y una vez que los documentos estén redactados se presentarán al Conacyt y a la National Science Foundation de EU para obtener más recursos y establecer una red de monitoreo de los fenómenos meteorológicos en el norte del país, precisó Carlos Ochoa, también integrante del equipo.
David Adams expuso que la técnica de GPS permite estimar la cantidad de vapor de agua en la atmósfera, lo cual ayuda a entender el ciclo hidrológico, la intensidad de las lluvias, la convección y demás fenómenos atmosféricos, como las tormentas.
En los últimos tres años la meteorología GPS ha tenido grandes avances en México, como resultado de colaboraciones binacionales como El Transecto GPS-Met de 2013, financiado por UNAM PAPIIT, así como la Red GPS-Met TLALOCNet, coordinada por Enrique Cabral Cano (IGf), financiada por la National Science Foundation, el Conacyt y la UNAM a través del IGf, el CCA y el Centro de Geociencias. Esta red ha incrementado de manera sustancial la infraestructura GPS y sirve como núcleo para el desarrollo de metodologías de observación atmosférica y de tierra sólida de nuestro país.
La idea es usar las redes meteorológicas ya establecidas para colocar nuevas estaciones y robustecer la infraestructura, así como estudiar, en el caso de los científicos del CCA, la convección atmosférica (por parte de Adams), la modelación (a cargo de Carlos Ochoa) y el transporte de vapor de agua (Paulina Ordoñez y Arturo Quintanar). Académicos de otras instituciones se encargarán de los estudios de la vegetación y la hidrología.
El investigador recordó que en el noroeste de nuestro territorio la región monzonal es la más estudiada en términos de meteorología de todo el país, sólo después de la contaminación en la Ciudad de México. Ahí ya se han hecho experimentos para entender la hidrología, las corrientes de superficie de agua, su relación con la lluvia y con la vegetación.
Ahora “queremos unir fuerzas y hacer un conjunto mayor de mediciones, ampliándolas con GPS”. Así, los instrumentos –antenas GPS de alta precisión y aparatos de medición de humedad no atmosférica– se instalarán en un pueblo llamado Rayón, en la Sierra Los Locos y en Opodepe, Sonora, para formar un triángulo de alrededor de 60 kilómetros, y una red mayor hacia Sinaloa, otras partes de Sonora, Chihuahua y, un poco más al norte, en Arizona. El objetivo es entender las diferencias de escala, finalizó el universitario.