Según el modelo econométrico de la propia dependencia universitaria, refirió, el tipo de cambio que hoy amaneció a 19.15 pesos por dólar, y que se cotiza un poco más arriba en ventanillas bancarias, podría alcanzar los 20.98 pesos si esta misma semana o la próxima la Reserva Federal de Estados Unidos anuncia que subirá la tasa de interés en diciembre, pero si hubiere una nueva amenaza o un aumento real, se iría a 21.62 pesos por dólar.
En tanto, señaló el experto, si el precio del petróleo disminuye de nuevo y baja a 30 dólares por barril, el tipo de cambio se movería a 19.70 pesos por dólar.
Es decir, escenarios negativos en el precio del petróleo y las tasas de interés hacen que la economía sea más vulnerable, y la incertidumbre, de inmediato, provoca una mayor depreciación de nuestra moneda.
La Reserva Federal de EU cree que debe aumentar su tasa de referencia pues piensa que la Unión Americana está en franca recuperación y eso se traducirá en mayor devaluación en las economías emergentes, no sólo en la mexicana.
Si se recupera la economía del vecino país del norte atraerá capitales y provocará la salida de los mismos de países como México, cuya economía depende mucho del petróleo y está encadenada comercialmente con esa nación.
Las consecuencias de esta situación se reflejarán en una contracción de la economía nacional, advirtió Sánchez Vargas y dijo: “Se piensa que si sube el tipo de cambio el país se vuelve más competitivo y exportamos más, pero eso no sucede. Más bien se afectan consumo e inversión. Los pronósticos de crecimiento para este año se ubican entre 1.7 y 2 por ciento, y para el año que entra entre 1.5 y 5”.
Con aumentos en el tipo de cambio habría efectos inflacionarios, pero sobre todo, lo más importante sería la caída del empleo y del producto interno bruto.
Ante esta situación, nuestro país debe estar protegido. Con una devaluación muy fuerte, la deuda en dólares, no sólo de las empresas sino del gobierno, aumentaría, y si se vuelve impagable, la situación podría convertirse en algo parecido a la crisis de 1995.
El gobierno, sugirió, debe tomar medidas precautorias de corto plazo: mostrar fortaleza y defender el peso mediante ajustes en el gasto público –que no se traduce en crecimiento, sino en deuda– y en el mediano y largo plazos, reconstituir el aparato productivo para reducir los déficits comerciales que nos hacen vulnerables, además de disminuir las importaciones.
Hay que fortalecer el aparato productivo y generar empleos. Si no generamos más crecimiento económico mediante el robustecimiento de la industria y el campo, no podremos enfrentar situaciones de vulnerabilidad en el futuro. Sin embargo, “estamos desintegrando el aparato productivo, y eso no deja que el país tenga defensa ante ataques especulativos”, finalizó Armando Sánchez.