Los que le dijeron al Presidente que por su influencia sobre la CNTE el conflicto estaba bajo control, le mintieron. Aquellos que dijeron que el conflicto se resolvería con “política, pero de la buena política, la que hace, la que construye, la que realiza y la que da soluciones” y que operaron la negociación de la ley con criminales, le fallaron.
Quizás el Presidente Peña se está dando cuenta de que para someter a este grupo violento hay que hacer lo que debería haberse hecho desde más de 90 días: aplicar la ley, con inteligencia, pero con absoluta firmeza.
Pero si finalmente el Presidente Peña se decide por cumplir con su obligación y frente a la cual ha sido omiso con un altísimo costo social (y también político), enfrentará un grave obstáculo: Luis Raúl González Pérez, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, saldrá a condenar a su gobierno, como si se trata de una dictadura, ultra-represiva y sanguinaria.
Y con base a esta condena la izquierda demandará la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y con ella o incluso sin ella acusará al Estado mexicano ante la Corte Penal Internacional por “crímenes de lesa humanidad”, con la esperanza de que en dos años, máximo tres, Enrique Peña Nieto esté preso en La Haya.
Ante la CNDH han sido presentadas quejas de víctimas de la violencia de la CNTE y ese organismo no ha emitido recomendaciones ni ha pedido medidas cautelares en favor de los afectados, no se ha apresurado a presionar al gobierno como cuando – bajo la presidencia de González Pérez- se trata de defender a delincuentes.
Pero ¿cómo iba a salir la CNDH de González Pérez a pedir al gobierno que aplicara la ley cuando éste sujeto salió el 20 de junio a pedir al gobierno que no aplicara la ley a los criminales de la CNTE y se sentara a negociar con ellos bajo coacción?
La CNDH de Luis Raúl González Pérez no está para defender a las víctimas de los abusos del poder ni en general para defender a las víctimas del delito, sino para servir como instrumento para los fines políticos de este sujeto y su grupo. Y este sujeto ha utilizado para eso mismo los cargos públicos que ha ocupado con anterioridad.
Como fiscal en el caso Colosio se fijó un objetivo político: torcer los hechos para eliminar cualquier línea de investigación que no fuera que el asesino del candidato presidencial priista actuó solo, sin conspirar con otros para el magnicidio, lo cual por cierto era la versión de los hechos que más le convenía el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
Ahora como presidente de la CNDH ¿cuál es el objetivo y cual la agenda de Luis Raúl González Pérez?, ¿apoyar la agenda de la izquierda a la cual es tan cercana su facción?, ¿tratar de favorecer a un determinado aspirante a la presidencia?, ¿además en el camino ganar más cuotas de poder para su facción?
Sólo él y sus compinches de facción lo saben con precisión. Lo que sí es evidente es que Luis Raúl González Pérez es un enemigo mortal del Presidente Peña y del país. Y ¿por qué del país? Porque este sujeto actúa como una pieza clave de la campaña que busca implantar en México algo similar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que no es más que un mecanismo neocolonial para que potencias extranjeras suplanten al Estado mexicano, anulen la soberanía nacional y pisoteen el derecho del pueblo mexicano a la autodeterminación.
Todo cuanto ha hecho González Pérez apunta en el mismo sentido, en llevar al Presidente Peña ante la Corte Penal Internacional y a una prisión suiza como paso previo a la instauración de aquel protectorado neocolonial, de aquel mecanismo de injerencismo absoluto de potencias extranjeras en México.
Por eso González Pérez, hábil en mentir y torcer los hechos, le enmendó la plana al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes con relación a la masacre de Iguala, con el invento de mitos como el que hemos denominado el “emperador de Huitzuco”, el fantástico personaje que supuestamente fue el responsable de la desaparición de los normalistas y es más poderoso que el propio Presidente de la República (tanto como para que esté dispuesto a ir a la cárcel con tal de protegerlo).
En el mismo sentido va toda la fabricación de delitos en contra de los militares por el caso Tlatlaya, la invención de la ejecución extrajudicial de 15 sicarios, que los jueces han derrumbado, mientras el mendaz y prevaricador González Pérez sigue porfiando en sus mentiras, en lugar de pedir perdón a los soldados a los que acusó con falsedad y dolo.
En el mismo sentido va también la nueva invención de la ejecución extrajudicial de 22 carniceros del Cartel de Jalisco Nueva Generación en Tanhuato y por supuesto la exigencia al Presidente Peña de que no aplique la ley a los criminales de la CNTE para que, cuando no tenga más remedio que aplicarla, poder acusarlo de represor.
Pero este enemigo formidable no cayó del cielo, González Pérez llegó a la presidencia de la CNDH por decisión del Presidente Peña y lo senadores del PRI (más los del PAN y del PRD).
Podríamos decirles: es su monstruo, su engendro, ¡ahora disfrútenlo!
Pero el daño que González Pérez ha hecho y seguirá haciendo no es sólo para los políticos que se las dan de astutos y en realidad son fáciles de engatusar, sino para el país entero.
Cuando llamó al gobierno a no aplicar la ley contra los criminales de la CNTE y al negarse a actuar en favor de las víctimas, González Pérez se ha hecho acreedor a la destitución mediante juicio político como establece la Constitución.
Pero dudo que este gobierno se atreva a siquiera intentarlo, por más que no hacerlo sea un verdadero suicidio.