Son los jóvenes quienes han impulsado y concretado propuestas para el transporte urbano alternativo, el uso de energías renovables, la ecología y el desarrollo sustentable, las nuevas formas de organización y participación social, entre otras iniciativas, sostuvo.
En ese sentido, debemos borrar la imagen de que este sector está en espera del futuro, dado que hoy desempeña un papel fundamental, aunque no reconocido del todo, y quizá por ello no potencializado, refirió al hablar en ocasión del Día Internacional de la Juventud, que se conmemora hoy, 12 de agosto.
El problema, precisó, es que muchas de sus acciones quedan en esfuerzos dispersos, desarticulados y sin un horizonte prometedor. No obstante, son parte fundamental del presente y no sólo del futuro.
“Aún en espacios sociales reducidos, la juventud nos muestra que hay posibilidades de cambio y nos subraya que es necesario y urgente emprender cambios; sin embargo, sólo lo hace una porción de este sector de la población”, aclaró.
Una de las problemáticas que enfrentan es que sólo 20 por ciento de quienes integran este sector alcanza la educación superior y 34 por ciento la media superior. “Incluso hoy entre el uno y dos por ciento no tiene instrucción académica”, indicó.
Éste es un asunto de exclusión y no sólo de no acceso escolar, lo cual les representa, además, una desventaja para la incorporación posterior a otras esferas de la vida social, económica y política, sostuvo Ornelas Bernal.
En el ámbito laboral se debe abordar el tema de la desocupación, pues seis de cada 10 jóvenes con trabajo están en la informalidad. Además, la educación ha dejado de ser un instrumento de movilidad social y cada vez resulta más difícil encontrar un puesto bien remunerado y correspondiente a la formación académica, alertó.
En cuanto a participación en la comunidad, añadió, sus espacios son escasos y los existentes han sido creados por adultos. Si llegan a insertarse en este rubro su oportunidad de crear y proponer es casi nula, por lo que es necesario abrir esta posibilidad.
Así es el contexto general para este sector; sin embargo, cabe mencionar a una parte que no es considerada: los “jóvenes invisibles”, es decir, los migrantes, trabajadores informales o en empleos precarios y los discapacitados.
A ellos no se les reconoce el estatus de juventud y su situación es aún más difícil, pues el lugar que ocupan en sus hogares, y en la sociedad, tiende a agudizar un proceso de aislamiento y discriminación, consideró.
“Son sujetos que no pueden esperar pasivamente el futuro, por lo que es preciso reforzar condiciones que les permitan recuperar la idea de un proyecto colectivo y social, de que un cambio es posible”.
Los jóvenes necesitan satisfactores básicos, pero también saberse parte de un proyecto social y espacios de acción, por lo que debemos aprender —como sociedad— a ser solidarios con ellos y más conscientes de su presencia e importancia, destacó.
Hay que hacerlos visibles en todos los espacios, hablar de ellos y poner sobre la mesa aspectos como la ausencia de estrategias específicas, y que las existentes en vez de homogeneizarlos, contemplen su diversidad y los lleven a reorientar las maneras de intervenir en el rubro, sugirió.
El Día Internacional de la Juventud se instituyó por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999 y se celebró por primera vez el 12 de agosto del año 2000.
“Este festejo busca dar notoriedad a los problemas relacionados e invita a reflexionar en torno a la situación actual de este sector y a reconocer su diversidad y las adversidades que enfrentan al lidiar con la falta de empleo o educación, la discriminación y exclusión”, apuntó la investigadora.
Debemos acercarnos a su realidad desde diferentes puntos de vista y a partir de ese conocimiento esbozar propuestas de intervención, de lo contrario presenciaremos la agudización de los asuntos que los aquejan y el desperdicio de su potencial, concluyó Adriana Ornelas.