La secretaria de la Comisión de Salud anunció que presentará una iniciativa para modificar los artículos 3 y 3 bis de la Ley Federal del Trabajo, con el fin de precisar que no podrán establecerse condiciones que impliquen acoso u hostigamiento sexual o laboral entre los trabajadores.
En ellas, prevé incluir el concepto de acoso laboral o mobbing, definiéndolo como una forma de violencia contra los trabajadores, a través del abuso físico, psicológico y económico, y como un uso excesivo de poder de quien o quienes ejerzan de manera reiterada actos de violencia verbales, físicos o psicológicos.
También lo conceptualiza como la descalificación del trabajo realizado, las amenazas, la intimidación, las humillaciones, la discriminación, la explotación o el amedrentar emocional o intelectualmente a las o los trabajadores, independientemente de la relación jerárquica establecida en los centros laborales.
Mariana Trejo expresó que según los reportes de calificadoras y agencias encargadas de la colocación de personal en las empresas, la discriminación laboral se centra principalmente en seis puntos: sexo, edad, experiencia, embarazo, obligaciones personales y familiares, enfermedades sexuales y crónicas degenerativas, y por ser estudiantes.
Destacó que la existencia de marcos legales laxos ha propiciado que las mujeres sufran discriminación al momento de solicitar algún empleo, lo cual lleva consigo que ocho de cada 10 mexicanas que buscaron empleo durante 2015 dijeran haberse sentido intimidadas, discriminadas o acosadas por los empleadores, y seis de cada 10, que se encuentran laborando, consideran que su salario es menor al de un hombre.
Otro de los factores que las consultorías consideran como de alto riesgo de discriminación, es la edad. Los adultos mayores y la población de 40 años y más son discriminados en los puestos de contratación o tratados de mala manera cuando son empleados por los patrones.
Uno elemento más es la experiencia laboral, ya que los empleadores prefieren a jóvenes que tengan práctica, cuando en realidad no han podido trabajar; también la que sufren las mujeres en estado de embarazo por parte de los empleadores al momento de ser contratadas, y cuando ya son empleadas se les orilla a renunciar a sus derechos para continuar con su estatus laboral.
Asimismo, las madres solteras y padres solteros, y los hijos que están al cuidado de padres o parientes, es decir, personas que tienen actividades personales de índole familiar, son sujetos de discriminación y acoso laboral.
La diputada Trejo Flores relató que estudios recientes muestran que el 80 por ciento de los enfermos de VIH en México que trabajan, prefieren guardar silencio por temor a ser discriminados y privados de sus derechos laborales, como seguridad social y prestaciones de salud.
Además, la discriminación laboral y el acoso en contra de enfermos crónico-degenerativos, muestran un incremento de demandas por motivos injustificados.
Expuso que los estudiantes también son discriminados para la contratación y, en caso de ser empleados, son privados de derechos laborales con salarios bajos y responsabilidades en condiciones normales.
Dijo que algunas de las estrategias y modalidades de mobbing, son: gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas; asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir; sobrecargar selectivamente a la víctima con mucho trabajo.
De igual forma, amenazarla de manera continua o coaccionarla; quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole tareas rutinarias, sin interés, o incluso ningún trabajo hasta que se aburra y se vaya; ignorarle o excluirle; difamar a la víctima; bloquear el desarrollo o la carrera profesional; criticar continuamente su trabajo, y animar a otros compañeros a participar en cualquiera de estas acciones.
La legisladora argumentó que el mobbing puede desembocar en enfermedad profesional, es decir, derivada del trabajo, “aunque tanto autoridades como empresas se muestran muy reacias a admitirlo como tal”.
El acoso laboral también es confundido con el bullying o acoso escolar, al que se asemeja en mayor medida; la diferencia radica en que en este último siempre está presente la violencia física, mientras que en el mobbing, las estrategias que utilizan los acosadores o mobbers siempre son más sutiles y de índole psicológica, pues la intención es no dejar rastro o huella.