Con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis –establecido por la Organización Mundial de la Salud el 28 de julio para sensibilizar a la sociedad sobre esta enfermedad y sus consecuencias–, César Rivera Benítez, académico de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, indicó que se estima que en el país más de un millón 500 mil habitantes padecen hepatitis crónica por virus C, pero sólo el cinco por ciento se sabe portador de la enfermedad porque fue detectado por el sistema de salud.
Cuando esta afección se diagnostica en forma temprana, el virus puede erradicarse y lograr una curación, aunque el grado de lesión no es reversible, sólo disminuye la progresión de daño y la incidencia de cáncer de hígado (hepatocarcinoma); de ahí la importancia de la detección a tiempo y su tratamiento efectivo.
El VHC se replica en forma lenta y puede contraerse por transfusiones sanguíneas, uso de agujas contaminadas o falta de higiene en los materiales que se utilizan para tatuar o colocar piercings.
En tanto, la hepatitis como enfermedad es un proceso inflamatorio del hígado, en que existen virus hepatotropos que tienen selección, como las variedades A, B, C, D y E. Los dos únicos que derivan en formas crónicas del padecimiento son el B –para el que existe vacuna desde hace 15 años– y el C, que genera mayores problemas de salud y para el cual no existe inmunización.
El comportamiento a largo plazo de la infección del hígado por VHC es variable, desde grados leves hasta estados severos de fibrosis y cirrosis, con o sin carcinoma hepatocelular, resaltó Rivera Benítez, también profesor titular del curso universitario del posgrado en Infectología de la UNAM.
En su forma aguda, la hepatitis C se manifiesta en alrededor del 10 y 15 por ciento de los infectados por el virus. De ese porcentaje, la progresión a la forma crónica ocurre en un 70 u 80 por ciento.
Después de dos o tres décadas de transcurrida la infección, entre 10 y 20 por ciento de quienes han sido diagnosticados con hepatitis C desarrollan cirrosis. Una vez en esta etapa, la probabilidad de tener hepatocarcinoma (HCC) es de entre uno y cinco por ciento.
Los pacientes con diagnóstico de HCC tienen 33 por ciento de probabilidad de morir durante el primer año posterior a la detección. Con respecto al proceso crónico, diversos factores intervienen en acelerar la fibrosis, como ser mayor de edad al momento de la infección, ser del sexo masculino, consumir alcohol, tabaco, estar obeso, ser resistencia a la insulina, y tener diabetes mellitus tipo 2 e inmunosupresión.
Detección oportuna
Es aconsejable que las personas que nacieron entre 1945 y 1965 se realicen una prueba para detectar si son o no portadores del VHC, “por lo menos una vez en su vida, aunque no haya factores de riesgo, porque la única posibilidad para contener esta enfermedad es su detección oportuna”, reiteró el universitario.
Actualmente se tiene un tratamiento farmacológico y “es factible suministrar medicación antiviral específica en fases tempranas y, en procesos avanzados de cirrosis, es posible detener la enfermedad”, dijo.
Existen dos tipos de tratamientos: el convencional, que consiste en el suministro o aplicación de interferón, más ribavirina, para aumentar la respuesta del organismo en contra del virus, y los nuevos antivirales de acción directa, que inhiben las enzimas de replicación viral.
Estos últimos tienen una respuesta al tratamiento de erradicación del virus de entre 95 y 99 por ciento. Sin embargo, son los más costosos para resolver un problema de salud pública mundial, pues varían de 20 mil a 50 mil dólares por paciente.
Sin embargo, aún no se cuenta con una vacuna para prevenir esta enfermedad, las únicas formas de hacerlo son pruebas de sangre para tener un diagnóstico temprano, no hacer uso de agujas contaminadas, y evitar tatuajes y perforaciones en lugares insalubres, entre otras medidas.
Por último, resaltó la importancia de recordar a nivel global esta fecha. “Tenemos que hacer tamizajes a todas las personas con factores de riesgo para detectar la infección en forma temprana, pues al ser una enfermedad de evolución lenta puede ser tratada para impedir mayores daños al hígado y el contagio a otras personas”.