El perdón – pedir perdón y perdonar – Es algo muy serio pero también muy resbaladizo. Por qué piden perdón cuando tus actos son imperdonables. Merecen castigo. Porque robarle al pueblo, a los pobres, es un horrible delito de injusticia. Y el delito de injusticia es de donde derivan todos los demás delitos. Un asesinato es una injusticia, una violación es una injusticia, un robo es una injusticia etc. Y hay injusticias, como robarle al pueblo, que son imperdonable. Merecen juicio y cárcel. Hay ejemplos muy obvios de ellos pero son sólo los enemigos del gobierno los que son castigados. Los amigos, aunque sean criminales, no sólo no son castigados sino homenajeados, premiados.
Comprar una casa de 86 millones de pesos es un asunto muy importante. Quiere decir que el comprador es un supermillonario, que posiblemente se haya hecho rico con su trabajo, pero para poseer una cantidad de ese tamaño se requeriría de un sueldo millonario. No lo gana ni Donald Trump, que está jugando para presidente; o Carlos Slim, o Bill Gate, los hombres más ricos del mundo.
De veras. No los gana el más millonario de los millonarios. Para tenerlos se requieren de otras artes. Una herencia importante de un padre multimillonario, afortunado, aunque dice Gabriel García Márquez que detrás de una fortuna siempre hay un burro muerto.
El latrocinio, en algunos países árabes se castiga con la muerte. Los actos de corrupción de un político encumbrado, con importantísimas responsabilidades, no tienen ni perdón ni olvido. No tienen ni perdón de Dios. Robarle al Erario, que es del pueblo, es un delito gravísimo. Robar aprovechando el puesto político o burocrático que se ejerce tampoco tiene perdón ni olvido. El enriquecerse exponencialmente aprovechando el puesto político, menos. No hay perdón para un político que se aprovecha de las circunstancias para meter la mano en las arcas del pueblo.
En esas condiciones, pedir perdón u ofrecer disculpas pareciera una burla. El ofrecer disculpas o pedir perdón no significa nada, como lo escribí en un breve comentario de la mañana de este martes, en mi cuenta de facebook. Es una práctica farisaica de cambiar para que no cambie nada.
Mejor que pedir perdón u ofrecer disculpas, si no se quiere ir a la cárcel, si nadie se atreve a perseguir y condenar a pena de cárcel, es cambiar radicalmente las mañas que llevan a robar a los miembros de la clase política. La clase política está integrada por empleados públicos. Esto es lo que no quieren reconocer. Y están obligados a respetar las arcas porque son del pueblo, el patrón.
Pero me temo que la corrupción sea como el alcoholismo: una enfermedad incurable, progresiva y mortal por necesidad (Así lo define la OMS).
Como decía ayer, el ladrón se parece a las gallinas, En mi tierra tienen un dicho, que ya cité en la columna del martes: “Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”. Así es con los ladrones del Erario. Le meten la mano una vez y no le dejan de meter las uñas el tiempo que puedan.
Y qué podemos hacer para acabar con los ladrones, mentirosos además, e hipócritas. ¿Será suficiente un light sistema nacional anticorrupción? Pides perdón por haber cometido un delito que merece un juicio. Ni sabes si te perdonan o no. Tu pides perdón y eludes el juicio y la cárcel.
Recuerden a Edgar Allan Poe: “El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe además del hombre”
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