La propuesta, aprobada en la sesión del 13 de julio, señala que los medios de comunicación siguen fomentando los roles tradicionales de hombres y mujeres; y en las revistas y publicidad las mujeres aparecen como objetos sexuales, a pesar de la intención de cubrir la imagen femenina con un barniz de modernidad y presentarla desarrollando roles profesionales.
En el dictamen realizado por la Tercera Comisión –Hacienda y Crédito Público, Agricultura y Fomento, Comunicaciones y Obras Públicas– se señala que en el artículo 6 de la Ley General para la Igualdad entre Hombres y Mujeres se estipula: la igualdad entre mujeres y hombres implica la eliminación de toda forma de discriminación en cualquiera de los ámbitos de la vida, que se genere por pertenecer a cualquier sexo.
También la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación señala la obligación de los poderes públicos de eliminar los obstáculos que limiten en los hechos el desarrollo de las personas, detalla el punto de acuerdo.
A pesar de la protección que refieren dichas leyes, en México, seis de cada 10 mujeres, de 15 años y más, declaró haber padecido algún incidente de violencia, cometido por su pareja o cualquier otra persona. Las mujeres más expuestas a la violencia de cualquier agresor son las de 30 a 39 años, de las cuales, siete de cada 10 ha enfrentado al menos un episodio de violencia o abuso.
Además, cinco de cada 10 mujeres, de 15 años y más, que han tenido al menos una relación de pareja, matrimonio o noviazgo, han sido agredidas por su actual o última pareja a lo largo de su relación; y 32 por ciento de mujeres han padecido violencia sexual: actos de intimidación, acoso o abuso sexual.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una de cada 10 mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida; y destaca que el 35 por ciento de las mujeres y las niñas sufren alguna forma de violencia física o sexual, cifra que alcanza 70 por ciento en algunos países.
La discriminación ocurre cuando hay una conducta que demuestra distinción, exclusión o restricción a causa de algunas características propias de las personas que tenga como consecuencia anular o impedir el ejercicio de su desarrollo.
En el caso particular de las mujeres, viven distintas formas de discriminación que limitan el ejercicio pleno de sus derechos y libertades ante la sociedad; basta señalar la serie de estereotipos y prácticas sexistas que las desvalorizan y denigran.
Finalmente, el dictamen señala que, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la violencia contra la mujer es todo acto basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, así como las amenazas, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, en espacios públicos y privados.