La economía terminará 2017 en el estancamiento y la inflación reinará como Lucifer en los infiernos.
Eso, le llamábamos en años idos, allá por los 70-90, “Estanflación” (estancamiento con inflación). Y no hay cosa peor que no haya producción de bienes, sobre todo básicos, y que los que haya cuesten un riñón a los trabajadores, a las clases medias e inclusive a las medias medias, que las clases altas nunca tendrán problemas para vivir regaladamente, salvo que malgasten su fortuna, como le ha ocurrido a no pocos.
Los he visto de beodos vagabundos en los parques y durmiendo en carrocerías chatarra abandonadas en las aceras. Pero eso es harina de otro costal. Esos ricos fracasados por el alcohol y las drogas son materia de los grupos de autoayuda que han crecido como hongos ante el fracaso de muchos.
Como decíamos ayer (como acostumbraba decir cuando comenzaba su cátedra aquel grandioso Fray Luis de León, poeta, humanista y religioso agustino español de la escuela salmantina del siglo XVI), la economía mexicana no se levanta ni se levantará de ahora al día que tome posesión en nuevo presidente, que puede no ser priísta por cierto. (Es posible que si el INE y el TEPJF respetan el voto, quien se ciña la banda de los colores patrios sea el Peje. Así como lo oyen los porros de la política). Y de ribete los precios se lanzarán como cohetes de feria hacia las alturas, dejando en la orfandad a millones de mexicanos.
Bank of America Merrill Lynch vino a confirmar lo que le escribimos ayer en este espacio de Análisis a Fondo (Se viene una paliza de la inflación: http://analisisafondo.com/component/k2/item/22662-se-viene-una-paliza-de-la-inflaci%C3%B3n.html). Los analistas del banco estadounidense prevén eso, menor crecimiento y más inflación para México en los próximos meses, con un traspaso más evidente de la depreciación del tipo de cambio en los precios de mercancías. La estanflación. Terrible estanflación.
Y échele que, como lo afirma Emilio Romano, director general para México de Bank of America Merrill Lynch, ante el escenario electoral en Estados Unidos habrá mayor volatilidad en el mercado en los próximos meses.
Y los salarios de los trabajadores son de miedo. No tengo ni idea cómo un periodista puede vivir y mantener a su familia con 6,000 pesos mensuales, o un empleado de OXXO con la mitad. ¡3.000 al mes! No lo puedo creer. Sólo por mencionar dos casos.
Y ahora sí que no tiene razón aquel secretario de hacienda panista y todavía senador, Ernesto Cordero Arroyo, quien un día dijo la pendejada mayor de todas las que hace como político, de que el sueldo ideal para los mexicanos eran 6,000 pesos mensuales, que les alcanzaba y todavía les sobraba para el Vocho y el cole particular de los chavitos, y para irse de vacaciones a Acapulco.
Resulta que el aumento al salario mínimo que pretendieron anunciar a mediados de año los sectores obreropatronal y el gobierno federal dicen que va a estar listo a finales de 2016, debido a la falta de acuerdos entre las partes.
El presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos Walther, dijo que para definir un incremento salarial es necesario que haya “un acuerdo nacional de largo plazo”, que puede darse en diciembre. Agregó que lograr un incremento al salario mínimo que impacte favorablemente en el poder adquisitivo “implica concurrencia” en la visión de patrones y trabajadores. El líder de la Coparmex reconoció que uno de los problemas es definir cuál es el monto que debe alcanzar el salario mínimo. Por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) propone que debe ser entre 40% y 45% del salario promedio del país.
De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI (del primer trimestre de 2016), en México hay 7 millones 894 mil 712 personas que ganan hasta un salario mínimo por sus actividades laborales. Significa que del total de la población ocupada en el país —50 millones 778 mil 629 personas— 15% de ellas se encuentran en el segmento de los que obtienen el ingreso mínimo. Deben de morirse de hambre estos pobres. Y la inmensa mayoría que no gana un salario mínimo tampoco la pasa muy bien porque recibe remuneraciones de miedo.