Mayra Silva Miranda, integrante del programa Nuevas Alternativas de Tratamiento para las Enfermedades Infecciosas (NUATEI) de la UNAM, evalúa nuevas alternativas contra enfermedades infecciosas, específicamente la tuberculosis, a fin de encontrar en poco tiempo un fármaco eficaz contra la micobacteria, y seguro para los pacientes.
La función del equipo multidisciplinario es valorar los compuestos que Ricardo Martínez y Ricardo Reyes Chilpa, del Instituto de Química, sintetizan “por su potencial y estructura molecular”, o extraen de plantas mexicanas que, por etnomedicina o etnobotánica, se sabe funcionan contra ciertas afecciones.
La primera parte del proyecto es evaluar “en ensayos de bacterias solas” la toxicidad de compuestos como soulatrolido y caulerpina (derivados de extractos de plantas), “con efecto antituberculoso”.
En una siguiente fase, la universitaria probará compuestos contra el granuloma, arsenal de células que envía el sistema inmune para contener a la micobacteria que crece dentro, se multiplica, rompe el granuloma e infecta a otros individuos. “Un profesor decía: si un tuberculoso se subiera a un vagón del metro, infectaría a la tercera parte de los pasajeros”, recordó.
Sistema in vitro
La evaluación de compuestos, agregó, se hará en un sistema de granuloma in vitro. Actualmente, en México casi todo el estudio de la tuberculosis es en pacientes y/o en bacterias (el modelo del granuloma emula lo que sucede en los pacientes, pues las células que lo conforman in vitro se derivan de sangre de donadores sanos), así como en ratón, modelo animal útil, pero con diferencias sustanciales con el humano.
En cambio, el sistema de granuloma es lo más semejante. Permite analizar sangre humana sana, pero infectada con la micobacteria, así como visualizar estructuras parecidas a lo que sucede en los pulmones de un tuberculoso y estudiar cómo ingresa la bacteria, cómo se replica, la producción de citocinas y la interacción con otro tipo de moléculas.
El modelo, que Silva Miranda aprendió en una estancia posdoctoral en Francia, es versátil. Además de compuestos, permite evaluar el papel de las células espumosas, gigantes, multinucleadas en la respuesta inmunológica.
A partir de él, la científica estableció uno propio de células espumosas (reservorio de la bacteria, principalmente en estado de latencia), importantes en la enfermedad tuberculosa, y que no se habían podido establecer in vitro.
Ésta es otra línea de investigación en la que trabaja, y una de sus metas es tener un modelo de células espumosas derivadas de la infección tuberculosa in vitro,así como caracterizarlas para “emplearlas como posibles blancos terapéuticos”.
Otro avance del proyecto es la implementación del sistema para la evaluación del granuloma (colección de células espumosas, macrófagos, linfocitos y células gigantes), ya estandarizado. Cada vez que uno cambia de fondo genético (el reportado por ella previamente es en células de donadores franceses), los modelos se comportan de manera diferente. Se tuvo que adaptar, porque como tenemos más contacto con la micobacteria, nuestra respuesta es mayor comparada con la de los franceses, subrayó.
Para hacer más rápida y eficaz su labor, el grupo de la UNAM, que trabaja en nuevas alternativas contra la tuberculosis, busca financiamiento para la adquisición de un equipo High Content Screening (HCS), con el que se puede hacer un trabajo humano de seis años, en 12 meses.
El HCS permite evaluar morfología celular, función de moléculas como iRNA, tamizaje de nuevos fármacos, tránsito celular, bacterias, hongos, virus y parásitos. También, analizar imágenes de fluorescencia y obtener datos cuantitativos de células vivas y fijas, además de lograr mediciones de eventos en células y sistemas biológicos para el mejor entendimiento de procesos y funciones.
Su papel básico es leer placas por fluorescencia. Brinda de manera rápida datos estadísticos: en una hora puede leer una placa con 384 mezclas de compuestos. “Una placa normal de 96 me lleva un día, eso alarga el trabajo; en Francia, lo de dos años lo hice en dos meses”.
Finalmente, consideró que en México “probablemente tengamos cinco compuestos estrellas para tuberculosis, pero si no contamos con el equipo adecuado tardaremos 50 años y nos ganarán las farmacéuticas”, que tienen dinero e investigadores para hacer este trabajo en 10 años.
“Debemos ser más inteligentes y acortar tiempos, no para ganar una carrera, pero sí para ofrecer un fármaco mejor y seguro para los pacientes con tuberculosis”, concluyó.