La serie anual de competencias da la oportunidad a especialistas emergentes de construir proyectos concebidos para una instalación temporal en el MoMA PS1, en Long Island City, Queens.
Los universitarios, de Escobedo Soliz Studio, triunfaron con el proyecto Weaving the courtyard (Tejiendo el patio), “una serie de acciones sencillas y potentes que generan nuevas y diferentes atmósferas”, explicaron ellos mismos.
Se trata de una intervención específica del sitio, que modifica el espacio a través de una serie de acciones puntuales en los tres patios del MoMA PS1. “Usualmente se utilizaba sólo el principal, pero en nuestro proyecto se intervinieron todos, para que la dinámica de la vivencia se diera en todo el lugar”, señalaron.
La intervención en el patio principal consta de una cubierta tejida con cuerdas de poliéster de colores a partir de los “moños” de los muros de concreto preexistentes, a tres metros de altura, así como una contención de madera que sirve para generar un cambio de nivel, además de material (arena) en el piso. Se trata, dijo Escobedo, de una evocación de la celebración del verano.
En el tejido se usaron seis tonos diferentes y se crearon superficies que se intersectan para generar una cubierta efímera, que dependiendo desde dónde se observa, se ve densa o muy ligera, precisó Andrés Soliz.
En los otros dos espacios se buscó generar, a través de elementos de agua, otra atmósfera. En el segundo patio se produjo una contención nueva, creando una alberca poco profunda que, a su vez, sirve como espejo de agua.
Por último, el tercero fue concebido como un cuarto de neblina, en el que se instaló un sistema de aspersores que generan una nube, donde los visitantes se pueden refrescar y tener una vivencia distinta a la de los otros espacios.
Quisimos que la suma del agua, la brisa, la arena y las cuerdas conformaran una experiencia total, y que los visitantes perciban atmósferas distintas a las que convencionalmente se tienen en el MoMA PS1, explicó Pavel.
Soliz, de 26 años, y Escobedo, de 28, detallaron que este concurso es por invitación, donde, en primera instancia, decanos y directores de las escuelas y facultades de arquitectura –entre ellos Marcos Mazari, director de la FA– y editores de publicaciones especializadas nombran a 30 candidatos jóvenes, quienes presentan sus portafolios de trabajo y currículum.
Después de una rigurosa selección de un panel que incluye a los directores del MoMA, Glenn D. Lowry, y del MoMA PS1, Klaus Biesenbach, se selecciona a cinco finalistas (en este caso tres equipos estadounidenses y dos mexicanos) que son invitados a presentar propuestas preliminares para el sitio designado.
Uno de los requisitos, resaltó Escobedo, es ser arquitecto titulado, porque de resultar ganador, se requiere la cédula para obtener la visa de trabajo y realizar la construcción. Otro de los requerimientos es ser jóvenes con ideas sobre reciclaje, reúso y sustentabilidad.
Cada verano, añadió, el MoMA PS1 organiza los Warm up’s, conciertos de música electrónica, los fines de semana. “Nuestro proyecto atiende necesidades, como refrescar a la gente que asiste a esos espectáculos, y crear algo que perteneciera al lugar”.
Además se usaron materiales reusables. Este proyecto, que permanecerá en el museo hasta el 14 de agosto, permitirá que todas las cuerdas se reutilicen en un tapiz de grandes dimensiones, en colaboración con una comunidad de tejedoras.
Las contenciones, compuestas de módulos, serán vendidas a un precio bajo, para que la gente que asistió a los conciertos y conoció el proyecto pueda tener una de esas bancas en su casa o jardín, y la arena se regresará a su lugar de origen, en Brooklyn.
El equipo de diseño que participó en el proyecto junto con Pavel y Andrés, estuvo conformado por estudiantes de la UNAM y una arquitecta belga, y se contó con la asesoría de estructuristas de la propia Universidad. Ellos fueron: Stefanie Verhoeyen, Rodrigo Mazari Armida, Hiroshi Ando Ponce de León, Brian Rosendo Cascarrabias Zambrano y Renders de Pedro Lechuga.