¡Sorpresa!

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Elección
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La verdad es que nadie esperaba este resultado. Todavía durante la noche del domingo de la elección, los dirigentes del PRI y el PAN, Manlio Fabio Beltrones y Ricardo Anaya se trenzaban en debates sobre si uno perdía Veracruz y el otro ganaba Tamaulipas.

No existen datos ni encuestas, declaraciones o premoniciones ni de analistas, politólogos o gitana alguna, que hubieran advertido que el PAN se llevaría 7 gubernaturas y el PRI apenas lograra 5.

Y tan no hubo nada de eso, que los líderes de los partidos mayoritarios, Manlio Fabio Beltrones en el PRI y Ricardo Anaya en el PAN, salieron entre las 6 y 10 de la noche del domingo pasado a decir que sus candidatos habían ganado.

Bueno, hubo incluso la bravuconada de Beltrones -inexplicable en él, inexplicable porque su experiencia en este tipo de juegos era sin duda la mayor en esta contienda- que llegó a decir que el PRI a lo mejor se llevaba 11 de las 12 gubernaturas en juego.

Y Anaya, eufórico, pregonaba que había logrado lo nunca antes alcanzado por el PAN: ganar 3 gubernaturas en una sola elección.

Ambos -y con ellos casi el país entero pasando por los comentaristas, encuestadores, avezados columnistas, analistas y viejos y nuevos políticos estábamos (por supuesto que me incluyo)-, simple y llanamente ajenos, muy lejos al resultado final de esta contienda.

Una vez más los electores en 12 estados nos dieron la gran lección: votaron lo que quisieron, no lo que les indujeron o intentaron imponerles a través del proceso electoral más sucio en toda la historia electoral de México.

Queda por demás claro que en Veracruz nadie hizo caso de la guerra sucia contra Miguel Ángel Yunes Linares. A ninguno de sus votantes le importó la exhibición de su fortuna -evidentemente mal habida- ni la de sus hijos. Menos aún los señalamientos de pederastia e infidelidad.

En Tamaulipas tampoco nadie peló las denuncias de cercanía o vinculación con la delincuencia organizada que se les hicieron al candidato del PAN, Francisco García Cabeza de Vaca.

Lo mismo ocurrió en Quintana Roo, donde los enconos del gobernador priísta Roberto Borge -reconocido por todos como un sujeto bilioso y de mala entraña-, no lograron ni bajar ni derrotar al expriísta Carlos Joaquín quien compitió bajo las siglas del PAN-PRD.

Bueno, quizá el caso más sorpresivo fue el triunfo a contrapelo del blanquiazul Javier Corral quien no sólo derrotó definitivamente por 9 puntos al candidato del PRI Enrique Serrano, sino que con ello venció al mandatario estatal saliente el pillete de César Duarte que de político campesino pasó a ser gobernador-banquero.

Ellos 4 junto con los panistas Martín Orozco en Aguascalientes; José Rosas Aispuro en Durango y José Antonio Gali en Puebla lograron la gran victoria del PAN previa las elecciones presidenciales del 2018.

En al menos 3 de estos estados los nuevos gobernadores (Javier Corral, en Chihuahua; Miguel Ángel Yunes en Veracruz y Carlos Joaquín en Quintana Roo) tienen el reto de meter a la cárcel a sus antecesores.

Dada la experiencia de otros gobernantes panistas que tuvieron la oportunidad de meter a la cárcel a sus antecesores y no lo hicieron, Corral y Yunes Linares seguro están conscientes de que, o ellos si lo hacen con el par de Duartes, o sus electores no se los perdonarán.

Bueno, ellos son ahora los ganadores. Y tienen ante sí el reto de ser la punta de lanza del verdadero cambio de sistema en México, o el país podría caer en una ingobernabilidad insospechada. El mal humor, la irritación social, la profunda crisis de confianza en la clase política y en otras instituciones, no presagian nada bueno.

Este sorpresivo resultado es una muestra de que los mexicanos están reclamando una nueva actitud de sus gobernantes.

¿GANÓ REALMENTE EL PAN?

En redes sociales la reacción fue, como es fácil adivinarse, muy masiva y variada.

Sólo me llamó la atención un mensaje. Preguntaba un internauta twitero: ¿Gano el PAN? No… se trataba de que no ganara el PRI.

En este resultado el PAN es apenas un incidente.

Así que Ricardo Anaya y su flota no deben cantar victoria ni ufanarse de sus candidatos ganadores. No. Deben más bien reflexionar que significa esta nueva oportunidad que les dio una masa ciudadana inconforme con lo que representa el PRI.

LOS PERDEDORES

En este contexto las primeras reflexiones nos indican que este proceso dejó muchos perdedores, muchos derrotados por una ciudadanía ganadora que los rebasó en todo:

Los mexicanos que acudieron a votar al primero que sancionaron con su voto fue al INE y a sus presuntuosos como inútiles consejeros, bien aceitados con ingresos multimillonarios, que ni siquiera intentaron frenar la guerra sucia y el cochinero electoral, y que por el contrario les recetó millones de spots que prácticamente no sirvieron de nada.

Al parejo estos ciudadanos anularon y exhibieron de nuevo a los encuestadores, quienes durante toda la campaña se dedicaron a realizar levantamientos ficticios que nunca reflejaron la verdadera intención del voto ni de preferencias electorales de los ciudadanos en las 12 entidades con cambio de gobernador.

Si uno confronta los porcentajes de la elección, se verá que las encuestas de todos andaban simplemente lejos de la realidad mexicana.

Sin ninguna duda los grandes derrotados en esta contienda son al menos 3 gobernadores salientes:

–        En primerísimo lugar el cenecista César Duarte, gobernador saliente de Chihuahua, quien usó las instituciones públicas de su cargo para ejercer sus vendetas privadas y para hacerse de una fortuna impresionante de la cual daremos cuenta mañana. Duarte Jaquez impuso a Enrique Serrano como candidato del PRI a gobernador pasando por encima de al menos una media docena de otros aspirantes con mayores méritos partidarios. Javier Corral ha prometido llevarlo a la cárcel por todas sus pillerías.

–        Otro gran derrotado es Javier Duarte de Ochoa, gobernador saliente de Veracruz y quien también intentó imponer sucesor, pero que al no lograrlo se dedicó a boicotear al abanderado del PRI Héctor Yunes. Duarte de Ochoa carga con la peor historia pública. Miguel Ángel Yunes Linares tiene como objetivo principal ponerlo tras las rejas.

–        Si duda el tercer gran perdedor es Roberto Borge, mandatario saliente de Quintana Roo, quien acudió a las argucias más sucias para evitar la candidatura de Carlos Joaquín, quien luego de renunciar al PRI fue propuesto por la alianza PAN-PRD.

Ni que decir que Manlio Fabio Beltrones, como líder nacional del PRI, cargará con la mala cuenta de haber perdido la mayoría de las gubernaturas en juego.

Su futuro inmediato es por demás incierto.

¿Renunciará?

No hacerlo quizá sea un error que pudiera aumentar la carga de la derrota.

Y finalmente el otro gran perdedor sin duda es el presidente Enrique Peña Nieto porque sin representar un plebiscito, este proceso lo fue debido al sentido del voto otorgado por los ciudadanos quienes optaron por los candidatos del más fuerte de sus contendientes: el PAN.

Seguro hay otras reflexiones. Por lo pronto dejamos estas.