Para entender la relación entre las variables climáticas y la proliferación de estos escarabajos, Ek del Val de Gortari, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la UNAM campus Morelia, Michoacán, examinó su distribución en un gradiente altitudinal en un bosque de pinos en Nuevo San Juan Parangaricutiro, de ese estado.
El estudio reveló una relación significativa entre altas temperaturas ambientales que predominan en las comunidades de pinos que están a baja altitud (dos mil 200 metros sobre el nivel del mar) y la abundancia de los descortezadores del género Dendroctonus.
Aprovechamiento forestal
Albergar 47 de las 110 especies de pino que existen en el mundo convierte a México en el centro de diversidad del género Pinus, afirmó la universitaria.
Los bosques templados –donde predominan los pinos– son altamente apreciados por los servicios ecosistémicos que generan: producen grandes cantidades de madera, purifican el agua y el aire, proveen alimentos, ayudan a la polinización y ofrecen beneficios recreativos.
Tal es el caso de Nuevo San Juan Parangaricutiro, una comunidad que desde hace años ha promovido con éxito el aprovechamiento sustentable de los pinos.
Los descortezadores son insectos que constituyen un componente natural del ecosistema, suelen atacar árboles dañados, enfermos o viejos, lo que ayuda a la regeneración en el ciclo ecológico.
No obstante, añadió, “hemos notado que en los bosques templados el cambio climático ha alterado el patrón que existía: la precipitación disminuyó y la temperatura aumentó, por lo tanto se incrementó la sequía”.
Cuando los pobladores observaron que los árboles morían, se acercaron a nosotros para entender qué pasaba y así empezamos la investigación.
“Elegimos dos puntos a la misma altitud del bosque y colocamos cuatro trampas en cada uno. Gracias a los compuestos volátiles que contiene el aguarrás (derivado del pino), logramos atraer los escarabajos; una vez capturados, los conservamos con anticongelante. Recolectamos las muestras cada tres semanas, durante un año”.
Del Val observó que las variaciones climáticas (temperatura y precipitación) han provocado sequía en el bosque de Nuevo San Juan, por lo que los árboles ubicados a altitudes bajas están estresados y son más vulnerables a los ataques.
Asimismo, registró que “el incremento de la temperatura redujo el ciclo de vida de los escarabajos: si vivían tres meses, ahora viven dos. Esto provoca una mayor reproducción y crecimiento poblacional, por lo que ahora tenemos cinco generaciones al año en vez de cuatro”.
Si a ello se suma que los inviernos cada vez son menos fríos (los insectos son susceptibles al frío), tenemos una producción masiva de descortezadores que está acabando con los pinos, incluso con los especímenes sanos, agregó.
“La medida de saneamiento que recomendamos cuando un árbol está invadido es talarlo y enterrarlo. No hay mucho por hacer”.
Metodología para política pública
Actualmente se desconocen a detalle las zonas invadidas por descortezador, debido a que “grandes extensiones de nuestro territorio no tienen un manejo forestal adecuado de los bosques ni hay encargados que monitoreen; por lo tanto, no existe información sobre su distribución”.
A partir del incremento en la incidencia de descortezadores, la Conafor decidió financiar un proyecto en conjunto para generar escenarios de detección temprana a través de un sistema de información geográfica.
“Con la metodología de trampeo, utilizando atrayentes químicos específicos, en este caso frontalina, muestreamos 15 estados con importante cobertura forestal para establecer los sitios de mayor y menor susceptibilidad e incidencia al ataque de los escarabajos”.
La información obtenida permitirá crear los mapas e identificar puntos de monitoreo permanente para detener brotes y así elaborar un manual de buenas prácticas de manejo forestal para las comunidades afectadas, concluyó.