Irritados, inconformes con los resultados de la más reciente reforma política, presionados por una sociedad que simplemente no cree en ellos, que los abomina, los partidos ya hablan de una ir a una nueva reforma electoral.
Ya incluso personajes y sectores preocupados por el descrédito de los partidos políticos y su futuro en México, han iniciado conversaciones para avanzar en una nueva legislación política que no sólo solucione las graves fallas que tiene la reforma vigente, sino que de una vez por todas también introduzca nuevos procedimientos para sufragar como son las urnas digitales.
Sin embargo la preocupación mayor de las dirigencias partidarias y sus gabinetes de prospectiva y operación política, tiene que ver con cuestiones muy concretas.
El mayor de ellos sin duda es el mecanismo de difusión y promoción de partidos, operado desde el INE con el uso de tiempos oficiales, que hoy es aprovechado para su posicionamiento tanto por Andrés Manuel López Obrador como por Ricardo Anaya.
Los partidos quieren introducir candados para evitar que esos espacios sean utilizados como ahora lo hacen Anaya y López Obrador.
Personajes como Manlio Fabio Beltrones, líder nacional del PRI como el panista Roberto Gil Zuarth, hoy presidente del Senado de la República, afirman que el uso personal que le dan López Obrador y Anaya no sólo amenaza con crear un desequilibrio irreparable para las elecciones presidenciales de 2018, sino con meter en una crisis a las instituciones electorales recién creadas.
Otro elemento que esgrimen quienes reclaman ir a una nueva reforma electoral, es el del formato rígido del reparto y transmisión de spots.
En prácticamente todos los partidos no verían mal regresar un poco al viejo modelo para entreverarlo que con existente: un grupo de spots al lado de otros espacios comprados por los partidos en Radio y TV.
Las dirigencias partidarias quieren además crear un código de ética electoral para sancionar duramente la guerra sucia durante los procesos de elección.
No quieren ya la proliferación de filtraciones proveniente de intercepciones ilegales a teléfonos de candidatos o de amigos cercanos.
Y sin duda también están preocupados por el crecimiento de quienes exigen modernización en los procesos electorales y la introducción del uso del voto vía computadora u dispositivo móvil, es decir celulares y tablets.
A decir de los analistas y estudiosos de estos procesos, estas elecciones del 5 de junio de este 2016 no sólo representan el fin de un modelo de elección directa que duró poco, unos 20 años, desde que el IFE en 1996 se hizo ciudadano, y desde que los partidos comenzaron a ser auditados en sus recursos financieros.
Pero sobre todo, desde que el centro del ejercicio del voto estaba en urnas transparentes para evitar que nadie lasembarazara desde antes.
Hoy podríamos decir que las siguientes elecciones, las presidenciales y legislativas de 2018, se realizarán en gran medida a través del uso de urnas digitales.
Ya ahora mismo el uso masivo de redes es lo que definirá sin duda el sentido del voto de muchos millones de mexicanos. El siguiente paso sólo será una consecuencia de esto.
Hoy saben ya que la guerra sucia se les ha revertido como un boomerang a quienes la iniciaron y usaron, pues a cada descalificación del contrario, de exhibirse como unos pillos unos a otros, poseedores de enormes riquezas de origen indebido, vinculados al crimen organizado, con antecedentes penales, como un conjunto de sujetos sin moral ni ética y sólo poseídos por la ambición del poder para continuar esquilmando al pueblo, los ciudadanos recelaron y desconfiaron más de todos ellos.
Y es que las cosas no estaban como para ver lo que vimos. En medio de la más severa crisis económica nacional e internacional, de inseguridad pública, de falta de empleo, de miseria y hambre, de indefinición en su futuro, los mexicanos todos hemos sido testigos de cómo los partidos y sus candidatos no han presentado ninguna propuesta de solución real a ninguno de los males enunciados, y por el contrario han aprovechado sus presentaciones para embarrarse todo tipo de lodos mediáticos.
De ahí surge por ejemplo la reflexión del panista Roberto Gil Zuarth, hoy presidente del Senado, quien recuerda a la clase política mexicana que existe el día después de las elecciones.
“Mi preocupación es que queden pocas posibilidades de encuentro, de acercamiento entre los partidos políticos después de campañas electorales tan intensas.
“Si nos decimos durante 60 días uno a los otros que somos narcos, que somos corruptos, ¿con qué posibilidades nos podemos juntar al día siguiente para construir una reforma en materia, por ejemplo, de seguridad pública?
“¿Cómo nos sentamos a construir iniciativas, dictámenes, decisiones en materia de Sistema Nacional Anticorrupción, sihemos rebajado a tal grado nuestro debate público, que no solamente ya no existe confianza sino simplemente no existe posibilidad de diálogo entre personas que se reconocen con cierta legitimidad democrática para tomar decisiones?”, indica.
En fin, que una vez que concluya este proceso el domingo próximo, el reto estará no sólo en modernizar sus procesos electorales, sino en sus tratos, sabiendo que luego de mentarse la madre deberán sentarse juntos a la misma mesa para sacar adelante acuerdos en beneficio de los mexicanos.
SOBREVENDIDA
Por otro lado, como en las líneas aéreas, los partidos políticos mexicanos han sobrevendido sus posibilidades.
Así están al prometer la construcción de una Constitución para la capital de la república que lo mismo, dicen, nos va a traer la felicidad dentro de una ciudad sin contaminación y un extraordinario orden urbano, empleo pleno con salarios que ni Obama tiene, calles libres para transitar, limpieza y seguridad total.
Hoy, en un infructuoso y último intento por atraer atención y votantes para sus candidatos a la Asamblea Constituyente, las fuerzas políticas prometen a los fastidiados e incrédulos habitantes del naciente estado 32, el denominado constitucionalmente Ciudad de México, de todo.
Basta prender cualquier estación de radio sin importar la hora en esta capital del país, para recibir de estos partidos y sus dirigentes, una andanada de promesas imposibles de ser cumplidas.
La verdad es que simplemente no pueden hacer nada de lo que dicen porque la Constitución que van a construir tiene un eje rector que a su vez fue creado en 1917 y que todos conocemos como Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Con las cosas así, la primera Constitución del naciente estado 32 de la República Mexicana simplemente no podrá ir más allá de la madre de todas las constituciones en este país.
Cualquier cosa que le pusieran de más sus constituyentes, sería de inmediato sancionado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ese cuerpo de ministros vigilantes intocables e irrefutables que se aseguran de que nadie se salga del guion establecido en los 9 Títulos, 136 Artículos y 19 transitorios de la Constitución General de la República.
Así que los dirigentes políticos y sus partidos podrán prometer viajes a la luna para los habitantes de la Ciudad de México, que no los cumplirán.
Como Usted está enterado, esta asamblea estará integrada por 100 diputados. De ellos 60 serán electos por los ciudadanos durante el proceso electoral del 5 de junio que se realizará en 13 estados. Ellos surgirán de candidatos propuestos por PRI, PAN, PRD, Morena, Movimiento Ciudadano, Encuentro Social, Nueva Alianza, PVEM, Partido del Trabajo los cuales registraron 60 fórmulas.
Los otros 40 serán designados en la forma siguiente: 6 por el Presidente Enrique Peña Nieto, otros 6 por el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, poder Ejecutivo y Legislativo. El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, 14 por la Cámara de Diputados y otros 14 por la de Senadores.
Sus trabajos deberán cumplirse en 4 meses y nadie recibirá salario alguno por ello.