Resaltó que “México hoy es muy diferente al de aquel de 1917. La Constitución también ha cambiado y lo ha hecho profundamente: Ha sido modificada con 692 reformas a través de 226 decretos, para incorporar transformaciones profundas y esenciales producto de nuevas necesidades, reclamos y nuevos derechos de todo tipo, de una sociedad que ha evolucionado de una manera significativa”.
Durante la presentación del libro “Las Constituciones de México 1814-2016”, afirmó que se han logrado verdaderas revoluciones pacíficas, progresistas, garantistas, congruentes con las aspiraciones de los revolucionarios constituyentes de 1917.
Refirió que algunas reformas que han marcado el rumbo y dejado huella, involucran, por ejemplo, el derecho de las mujeres al voto, la ampliación de los derechos humanos, de libertades políticas e individuales que han propiciado una mayor competencia política y verdadera pluralidad.
Puntualizó que también, importantes reformas han contravenido el sentido profundo de los principios fundacionales establecidos en la Constitución del 17, particularmente al artículo 27, relacionado con la propiedad social de la tierra y la propiedad de la nación sobre sus productos energéticos, así como al artículo 123 referido a los derechos de los trabajadores.
Señaló que la realidad nos habla de que siguen persistiendo insultantes rezagos sociales, desigualdad y pobreza, falta de oportunidades suficientes para las nuevas generaciones, reconocidos índices de corrupción y de impunidad y graves problemas de inseguridad, asuntos que no tienen nada ver con los preceptos constitucionales de la democracia como modelo de vida.
Indicó que existe una disfuncionalidad estructural, entre los preceptos constitucionales y la realidad, pues son resultado de la capitulación, de lo público ante la embestida de los intereses privados; el debilitamiento del poder del Estado mexicano y de sus instituciones, de un lado, ante el fortalecimiento de los poderes fácticos, del otro.
“Esta disfuncionalidad o abismo entre Constitución y realidad, es la base de la crisis de credibilidad de la sociedad en las instituciones que hoy estamos padeciendo; la crisis de credibilidad en las instituciones, en los gobernantes y los actores políticos, según lo registran las distintas encuestas y estudios de opinión, incluido el llamado Latinobarómetro”, subrayó.
Zambrano Grijalva sostuvo que se deben dejar a un lado las letras bonitas y apegarse a la realidad del México del Siglo XXI, pues ello permitirá que la democracia sea un modelo de vida para todos los ámbitos del quehacer nacional.
Expuso que existen tres posiciones. La primera plantea que los problemas de México se resolverán regresando al texto original de 1917 y teniendo buenos gobernantes.
La segunda, continuó, sostiene que la Constitución debe preservarse como está y solo seguir reformándola en lo que se necesite y cada vez que se requiera.
Mientras, la tercera propuesta plantea que se requiere hacer una reformulación del texto constitucional vigente preservando desde luego los principios sociales que la Revolución plasmó en ella, por ejemplo, el equilibrio de poderes e incorporar nuevos derechos sociales y libertades políticas.
Detalló que a lo largo de 159 años contados a partir de 1857 hasta el 2016, el país ha sido regido por dos documentos básicos: Las Constituciones de 1857 y de 1917, la cual está a punto de cumplir su primer centenario.
Agregó que esta última, es la síntesis de la evolución jurídica, política y social de México, ya que incluye los mejores postulados de la Constitución de Apatzingán, primera ley fundamental del país independiente y de las grandes luchas del pueblo por alcanzar y reforzar su libertad y soberanía.
En este tenor, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Luis María Aguilar Morales, subrayó que el mejor “homenaje” que la instancia a su cargo puede rendir a la Carta Magna es vigilar el cumplimiento de sus postulados -defensa y reconocimiento de los derechos de las personas-, a través de resoluciones que garanticen el acceso a la justicia.
Sin embargo, enfatizó que rumbo al centenario de la Constitución de 1917, es menester que cada ciudadano se convierta en su guardián y exija al Estado su cumplimiento, que cada uno respete y honre a nuestra Ley Suprema, respondiendo a sus obligaciones.
“Que la Carta Magna no sólo sea reconocida y se le conmemore, sino que se observe y cumpla para garantizar la vigencia y fortaleza de la nación mexicana”, agregó.
Celebró que en el documento actual, y pese a 200 años de constitucionalismo, aún queden “hojas en blanco”, es decir, la posibilidad de evolucionar, con lo que el pueblo de México, representado por el Poder Legislativo, podrá modificar o mejorar lo que requiera y plasmar su voluntad para vivir “sin diferencias, sin limitaciones y sin discriminación”.
“Nuestra ya casi centenaria Carta Magna sigue brillando como el faro que debe regir la convivencia social y orientar todos los actos del gobierno. Nada puede estar por encima de ella, nada puede estar por encima de los derechos que reconoce, porque nada puede interponerse entre las personas y sus libertades”, concluyó.
Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, comentó que la Constitución vigente es tres veces más extensa que la original de 1917, y el sexenio en el que más modificaciones a la Carta Magna se han aprobado ha sido el de Felipe Calderón con 110, “pero todo indica que en el gobierno actual se romperá el récord”.
Destacó que muchas de esas enmiendas han sido necesarias y útiles para modernizar al país, y aunque pueden ser polémicas en lo político, nadie puede calificarlas de irrelevantes. “Los cambios constitucionales, al menos la mayoría de ellos, han tenido un sentido práctico y un objetivo político”.
Para el investigador, el problema es que esa dinámica de cambio constitucional también ha tenido efectos perniciosos: “ha convertido a la Constitución en un documento que, además de extenso, es oscuro, confuso, inaccesible, farragoso y técnicamente muy defectuoso”.
El caos constitucional, explicó, se expresa en disposiciones duplicadas, contradicciones terminológicas, desorden y falta de sistematicidad temática, ubicación errada de las materias reguladas, sobrerregulación de cuestiones que deberían estar en leyes secundarias y errores en la actualización de textos.
Mencionó que un grupo de investigadores realizó un ejercicio y se dio a la tarea de reordenar y consolidar el texto constitucional vigente sin alterar su contenido normativo. El resultado fue un texto mucho más accesible, coherente y claro. También sugirió, para aligerar el texto, que lo acompañe una Ley de Desarrollo Constitucional, en la que se reubicarían muchas de las disposiciones que hoy engrosan a la Constitución “innecesariamente”.
Jorge Mario Pardo Rebolledo, ministro de la SCJN, indicó que “Las Constituciones de México 1814-2016”, son una compilación útil para entender la evolución del diseño del Estado mexicano. Es un instrumento vital para entender los esfuerzos que, a lo largo de dos siglos, ha empeñado la nación en aras de maximizar la protección de los derechos humanos.
Indicó que la nación mexicana, que surgió como entidad política en el siglo XIX, ha contado con distintos documentos que han impactado, indiscutiblemente, su avance y crecimiento. “La libre manifestación de las ideas ha evolucionado a lo largo de las distintas constituciones”.
“Los textos fundamentales han sido el pilar jurídico nacional que plasma los principios de justicia y el sentir de quienes como mexicanos, aspiramos a la paz entre las personas para asegurar la igualdad y prosperidad de todo individuo”, comentó.
Son, como lo dijo el General José María Morelos y Pavón, sentimientos de una nación que ha sufrido a lo largo de su historia, pero que ha encontrado en el mismo sufrimiento, la fuerza para buscar la protección del ciudadano contra el abuso injusto del poder.