No voy a reparar en que los inversionistas extranjeros vienen al país con todo para llevarse todo a sus matrices.
Lo menos es que la inmensa mayoría no reinvierta aquí sus utilidades sino que las transfiera a sus lugares de origen, o que creen empleos muy mal remunerados, sin prestaciones sociales importantes ni seguridad social, ni nada de lo que antes de la revolución silenciosa del neoliberalismo gozaban los trabajadores mexicanos.
Pero con todas las ventajas que el gobierno les concede a sus socios extranjeros, estos no vienen en la cantidad esperada porque no les tienen confianza a sus socios mexicanos. Tramposos, ladrones, corruptos. Iguales que ellos por aquello de que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.
Y sus socios mexicanos, los socios de los inversionistas extranjeros, en este sexenio se apellidan Peña Nieto, quien les demostró que jamás iría a salvar a la economía mexicana, porque no sabe una jota de ciencia económica y me refiero a él y a sus economistas de lujo como Luis Videgaray. Porque el empresario regiomontano ni picha ni cacha…
Lo más grave de todo es que esa inversión extranjera directa (la otra, la inversión llamada de riesgo, está en la bolsa de valores y ahí hace su agosto pero no sirve más que para enriquecimiento personal de los jugadores de Wall Street) va a la baja por el pésimo manejo de la economía como lo denunció este domingo el diputado Markos Cortés Mendoza, coordinador del grupo legislativo del PAN en la Cámara de Diputados.
Tiene razón el panista y no es porque sea economista, sino por puro sentido común. Ese sentido común que les falta a los economistas del gobierno. Peña Nieto les ordenó a los diputados, entre los que estaba también Cortés Mendoza, que reformaran la Constitución y crearan nuevas leyes para provocar un cambio de fondo – estructural, le llaman los que no saben ni qué significa estructural – en las relaciones económicas de los mexicanos, entre el capital y la fuerza de trabajo, pero tal “reforma estructural” ha servido, hasta el momento, y ya vamos por el tercer año del sexenio, para maldita sea la cosa. La evolución, la marcha de la economía va de mal en peor y los posibles inversionistas del extranjero, ahora particularmente en el sector energético simplemente no asoman la cabeza como lo esperaba y lo cantaba Peña Nieto, quien repartió mucho maíz en las manos de los legisladores para la aprobación de las reformas.
Tiene razón el panista al decir que el PRI-Gobierno sigue sin aprovechar las ventajas de las reformas estructurales para atraer inversiones. Inseguridad pública y jurídica, altos niveles de deuda interna y externa, inestabilidad y la tóxica reforma fiscal hacen que los capitales se vayan a otros países.
En lo que va del sexenio, la Inversión Extranjera Directa ha retrocedido año con año, luego de un crecimiento de 130 por ciento en 2012 con el gobierno del PAN. Bueno, Markos debía aprovechar el momento para llevar agua a su molino. También con Calderón no se manejó bien la economía y me consta. Y la inversión extranjera menos vino sobre todo por la inseguridad pública y la guerra declarada a las mañas del narcotráfico que dejo sangre en las manos del michoacano de cuando menos cien mil mexicanos.
Pero no estoy muy seguro de lo que asegura Markos en el sentido de que “Las nuevas condiciones que generan las reformas pueden resultar atractivas para los inversionistas extranjeros, pero la inseguridad pública y jurídica, los elevados niveles de deuda, la inestabilidad política y la tóxica reforma fiscal hacen que las inversiones se vayan a otros países”, indicó. Pues entonces las reformas estructurales, mi querido Markos, no sirve pa’nada.
Además, aunque vinieran 30 mil o 40 mil millones de dólares en un año, esos no sirven ni para el comienzo. La economía mexicana ha crecido en términos exponenciales desde los tiempos de la declaración de la revolución silenciosa de Michel Camdessus.
Ahora, de acuerdo con expertos que sí saben de ciencia económica, y que se les ve en su enorme éxito económico financiero, como Carlos Slim papá, México, tan sólo para que su economía crezca un cinco por ciento en un año requeriría de unos 354 mil millones de dólares, que ni yendo a la Villa de Guadalupe de rodillas conseguiría Peña Nieto para salvar a México.
De dónde. Y menos ahora que muy pocos le tienen confianza a Peña Nieto y que hay un malestar general tanto adentro como afuera del país, particularmente entre los grupos de inversionistas que y no confían.
En días recientes se dio a conocer que nuestro país cayó nueve lugares en el índice de confianza de Inversión Extranjera Directa de la firma “A. T. Kearney”, lo que “posicionó” en nuestro nivel más bajo desde 2012.
En 2012, vuelve a presumirnos el buen Markos, el gobierno del PAN entregó a los mexicanos un crecimiento de 130 por ciento en la IED, pero en 2014 y 2015, ya en la administración de Peña Nieto, la inversión extranjera registró caídas del -43.19 y -43.08, respectivamente y además con muy bajos niveles de reinversión.
Pero mi querido Markos, tampoco la inversión que se dio con tu admirado Felipe Calderón sirvió para salvar la economía nacional y menos los empleos de los trabajadores, con lo que no se volvió a hablar nunca de tu paisano de Morelia como el presidente del empleo.
El comportamiento de la economía, pero sobre todo su manejo, no debe ser motivo de propaganda política como la que tu pretendes hacer. Aquí, entre Calderón y Peña Nieto tan bueno es el pinto como el colorado.
No hay salidas, mi querido Markos, mientras no haya cambio de modelo. El modelito de Camdessus, de Margaret Thatcher, de Reagan, del Consenso de Washington, de los chavos de Chicago, de Manchester ya no funciona para países, pera economías periféricas. Bueno, no funciona ni para la economía estadounidense, en donde desde tiempo atrás están volviendo los ojos hacia Marx, menos va a funcionar para economías pueblerinas como la mexicana, en donde lo que manda es la deshonestidad, el raterismo, la corrupción, coronadas por la impunidad. Y así no se puede. ¿Verdad, mi querido presidente?
Con un poquito que muchos de la clase política dejaran de robar estoy seguro que la economía comenzaba a levantase.