Aunque usted no lo crea, los mexicanos viven, o vivimos, de milagro. Para millones no hay trabajos justamente remunerados, ni seguro social – con la amenaza de venderlo a los empresarios particulares que medran con la salud de las clases medias acomodadas -, el llamado seguro popular es demasiado popular que sirve para nada, no gozan de vacaciones, y van al centro de trabajo con hambre, con un gran vacío en el estómago, y salen de él con un profundo vacío en el alma, sin ninguna esperanza.
Viene a cuento esta reflexión, que está basada religiosamente en la realidad de este México de neoliberales y opusdeístas y narcotraficantes y ladrones, porque éste país, de acuerdo con un informe de la Organización Internacional del Trabajo que me hizo llegar mi amigo Javier Ramírez Zúñiga, presenta uno de los salarios mínimos más bajos en América Latina. Y esto es vergonzoso, cuando México se ufanaba de ser una gran potencia en el contexto de naciones de este hemisferio, del río Bravo a la Patagonia. Exagero, pero creo que ahora es superado hasta por Haití, el país más pobre del subcontinente.
Y ya pueden hablar y hablar y organizar foros sobre el tema que al gobierno le importa un comino lo que ganen o no las mayorías con tal de que sus propios negocios, tanto aquí como en Panamá o Gran Caíman, o Suiza vayan viento en popa. Ya pueden concluir los expertos de la misma OIT que es necesario crear un sistema que permita aumentar el salario mínimo, de acuerdo al Convenio 131 de la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT),,. Pero esos clamantes son como aquellos que clamaban en el desierto en tiempo de los faraones egipcios. A la clase política gobernante los clamores le entran por el oído izquierdo e inmediatamente les salen de volada por el oído derecho,
La presidenta de la Comisión de Seguridad Social, diputada Araceli Damián González, júrelo que hablaba convencida de que existe un aparente consenso de empresarios acerca de que para tener mejores niveles de ventas es indispensable elevar las percepciones mínimas. Mentira. Los empresarios siempre ganan. Y obligan a los consumidores a adquirir las cosas que ellos producen porque no hay de otra. Un aumento del salario mínimo no va a mover un ápice el mercado interno, porque apenas le suben un centavo a la percepción salarial cuando ya los comerciantes le están subiendo dos a los precios de los productos.
El secretario de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, diputado Vidal Llerenas Morales (Morena), estimó necesario que el gobierno avance en el tema y que la sociedad exija una nueva ingeniería en la institución que determina el salario mínimo, a fin de que en el corto plazo se incremente su monto de manera sustancial y convertirlo un instrumento de regulación del mercado.
Otro iluso. Se ve que es discípulo del jefe de los ilusos. En este país, en esta economía, lo que se imponen son las leyes de la necesidad y del abuso. No las de la oferta y la demanda. Y no hablen de ejemplos como Alemania. Eso es otro cantar, Países como Alemania son países en donde la clase política gobernante está muy vigilada por una ciudadanía educada, consciente, responsable. Y aquí, a los mexicanos los tienen en la ignorancia y por los altos precios no les permiten leer. Ya sabemos que un individuo que no lee es un esclavo de las clases dominantes, a quienes les conviene mantener en la ignorancia a las mayorías de trabajadores.
Si es cierto. México está en los últimos lugares en cuanto a monto de salario mínimo. Pero los que mandan están convencidos de que el pueblo debe comer lo indispensable para que muera más rápido. Y esto que parece una burla es totalmente cierto en la práctica.
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