Abusos, engaños y maltratos de comerciantes en el mercado de La Nueva Viga

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Ciudad de México
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Abusos, engaños y maltratos son el pan nuestro de cada día que sufren los consumidores en Cuaresma o cualquier otra época del año de los comerciantes y empleados del mercado público de “La Nueva Viga”, en donde hay 202 bodegas de mayoreo, algunos sin infraestructura suficiente para conservar los productos, y 55 de menudeo que en total comercializan unas 800 toneladas diarias de pescados y mariscos.

Ante la recurrente crisis económica, la población busca el mejor precio, kilo de a kilo y calidad de los productos del mar en ese centro de abasto, sin embargo, la ausencia permanente de personal de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), a cargo Ernesto Nemer Álvarez, y de las autoridades del gobierno de la Ciudad de México, a cargo de Miguel Ángel Mancera, provocan el caos en ese mercado y los comerciantes hacen su “agosto” permanente.  

La carencia de información de las autoridades para conocer los productos del mar y su   encarecimiento, a veces ficticio, y la falta de costumbre para consumirlos por parte de la gente, provocan que las campañas promotoras de aumentar su consumo se vayan al cesto de la basura, pues, el último dato disponible de consumo percápita es de 11.2 kilogramos en el país.

Las cosas están tan mal que los comerciantes de La Nueva Viga surten pedidos de cazón al puerto de  Acapulco, Guerrero. Solamente los consumidores permanentes se percatan de todos los vicios ha habidos y por haber en ese centro de abasto pesquero que presumen los locatarios es el más grande de Latinoamérica.

A la Profeco y al administrador del mercado de La Nueva Viga, Manuel Antonio de la Vega Silva, se les pidió su opinión sobre lo que ocurre en ese sitio sin tener respuesta favorable. Personal de la administración aseguró que De la Vega es una “persona muy ocupada” para atender la solicitud. Eso sí, todo el desorden del comercio en los andenes y del comercio informal lo atiende y entiende a la perfección por los recursos que genera, de acuerdo a información proporcionada a este medio.   

Vale hacer notar que el mercado público de La Nueva Viga es necesario para ofrecer productos del mar a precios realmente accesibles y sin trampas por parte de los comerciantes y sus empleados que durante años han recurrido a esos vicios sin que ninguna autoridad ponga orden.

En recorridos permanentes por la Nueva Viga se observan las arbitrariedades que cometen los comerciantes como no tener sus básculas calibradas o pesar el pescado y marisco con agua y doble empaque de plástico, y la Profeco, bien gracias.

Por ejemplo, en el andén “A”, Meza, quien alardea de ser uno de los principales vendedores de salmón fresco y congelado, expende ese pescado de filete congelado a 175.00 pesos (a principios de año costaba 150.00 pesos, pero con el pretexto de la devaluación subió de precio), pero con doble bolsa lo cobran más caro, pues, para ellos los gramos “ganados valen oro”, y el consumidor que protesta por esa acción en respuesta recibe de los empleados golpeadores agresión verbal y física sin que ninguna autoridad intervenga y haga nada al respecto.

Los mismos vigilantes de ese centro de abasto pesquero saben de las agresiones de que son objeto los consumidores que buscan los mejores precios de los productos del mar de parte de los comerciantes y de sus empleados. Dicen no explicarse la actitud de los vendedores en contra de sus clientes, quienes compran sus productos. El hecho es que hay agresiones, y en el juzgado cívico de la Coordinación Territorial 3 de la Central de Abasto, se desconoce que haya denuncias en contra de los comerciantes y de sus empleados.

Al ser consultados los empleados de ese juzgado cívico sobre los ataques, opinaron que “si te agreden, pues no vayas a comprar a ese lugar”. Así es como cumplen con su trabajo los subordinados a Manuel Granados Covarrubias, consejero Jurídico y Servicios Legales de la Ciudad de México.  

En cuaresma, Semana Santa o cualquier otro día del año, el lema de los comerciantes y sus empleados de las bodegas y el tianguis es fregar al consumidor a como dé lugar, por eso podríamos decir que no crece el consumo de pescados y mariscos en la capital del país, pero con los incautos y restauranteros que llegan se conforman.

Otra forma de joder de los comerciantes al consumidor es darle “gato por liebre”. Es decir, ofrecen un filete de pescado caro por otro de menor precio: mero por lucero y la gente que desconoce del producto, pues se va feliz de la vida. Son tramposos. Eso pasa en el andén “A”, “B”,”C”,”D” y “E” y los locales de menudeo y medio mayoreo.  

En los días de la Semana Santa pasada, el pescado y marisco se encarecieron sin que ninguna autoridad interviniera. La Profeco con escasa presencia en la Cuaresma para “taparle el ojo al macho”, se hizo de la vista gorda ante todas las irregularidades. Por citar casos, la jaiba se vendió entre 170 y 250 pesos el kilogramo. El filete de “mero” (lucero) se vendió hasta en 170 pesos el kilogramo, y el filete de chopa a 250.00 pesos también por kilogramo. El huachinango andaba en 180 pesos el kilogramo.

De acuerdo a información del Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados de la Secretaría de Economía (SE), el lunes 28 de marzo, el pescado entero de esmedregal costó  43.00 pesos y el de filete 80.00 pesos, pero, uno se pregunta ¿a dónde para ir?. Como dice el refrán: del dicho al hecho hay mucho trecho.

Para pocos comerciantes de La Nueva Viga ha llegado la modernización en sus instalaciones, como instalar refrigeradores en sus bodegas. La basura y fauna nociva es una constante que nadie ataca. Además de la falta de higiene en sus instalaciones y en la zona de sus desechos.

Otro aspecto del mercado de La Nueva Viga es el desorden en los andenes y el negociazo que significan. Los concesionarios alquilan los frentes de las bodegas sin que nadie les diga nada y la gente no pueda transitar libremente. En el caso de los supuestos restaurantes sin sanitarios que venden bebidas embriagantes en el andén “E” y del comercio ambulante parte en los pasillas y estacionamientos del mercado se cuece aparte, pero significa un problema para los consumidores, pues no dejan el paso libre.  

En los terrenos expropiados a los chinamperos de Iztapalapa por el entonces gobierno del Distrito Federal en 1970, se instaló el mercado de pescados y mariscos La Nueva Viga en 1993, pero a la fecha no se ven mejoras del mercado, pues todo es para los comerciantes  vencedores.

Por su parte, el diputado local de Morena, Paulo César Martínez aseguró que en La Nueva Viga se venden los productos del mar casi tres veces más caros que en su lugar de origen debido a los intermediarios y las mafias existentes. Explicó que en Tamiahua el precio el precio del camarón es de 80 pesos y aquí en La Nueva Viga es de 200 pesos, por lo que es necesario que la Profeco verifique los precios de los productos del mar.

Al exponerle la situación que prevalece en ese mercado, dijo que a los ciudadanos los han “dejado en el abandono; han tratado de responder y se amparan diciendo que no tienen el capital humano para estar en todas las áreas, que dependen de una denuncia ciudadana para poder ejercer su derecho, entonces hacen falta en estas temporadas kioscos y vigilancia permanente”.

Agregó que las autoridades no verifican básculas, no verifican si es el producto es de calidad, no verifican precio, no verifican absolutamente nada. Opinó que los mercados tienen que sobrevivir y en el caso de la Viga no se ve tanto, porque es un fideicomiso que permite generar una sociedad más amplia”.