Por qué será que a los empleados del círculo rojo dan tantos brincos estando el suelo tan parejo.
Como que no estuviesen convencidos de que lo que están haciendo “por México” está bien hecho. Tienen miedo. Y cuántas cosas pierden por miedo a perder.
Para empezar ya perdieron la confianza de la ciudadanía, que en realidad esto les importa un bledo, o como dicen en Chiapas, una pura y dos con sal.
Vueltas y más vueltas le dan a su decisión de vender la empresa de Pemex y ponerla en manos de un funcionario de la iniciativa particular como un Bush por ejemplo, o si viviera, un condenado por la justicia, sin prueba, Jorge Díaz Serrano, que también fue director de la empresa, entonces paraestatal y querido de primer orden de La Diana la Cazadora.
Amante y luego esposo de Helvia Martínez, una chica muy joven que fue la modelo de lo que originalmente se llamó «La Flechadora de las Estrellas del Norte», Díaz Serrano sería todo un personaje súper millonario a expensas del erario y de Pemex, que bien podría ser el dueño y señor de la empresa, si viviera.
Pero hay algunos Jorges, aquí, y Georges, allá, que estarían dispuestos a sacrificarse para cumplir los deseos de Carlos Salinas de Gortari y de Enrique Peña Nieto. Ser los amos y señores de una empresa, la gran empresa de México, que mentirosamente se está muriendo, a la que le endilgan pérdidas supe millonarias, ineficiencia, improductividad (a pesar de que Peña Nieto ordenó al Congreso la reforma energética, que funciona igual para un roto que para un descocido).
Hasta lo presumen: Dicen que Pemex perdió 168 mil 796 millones de pesos (9 mil 810 millones de dólares) en el cuarto trimestre del 2015, un 44% más que en el mismo período del año previo, golpeada por los bajos precios del crudo y una merma en la producción de hidrocarburos. ¿No será más por la merma que por la caída de los precios? Porque Estados Unidos está ganando por la caída de los precios. Atiborró en años anteriores grandes cavernas de petróleo oriental, venezolano y mexicano. Como el cuento de la hormiga y la cigarra. No lo repito. Ya lo saben. Y a la clase política mexicana debería de darle vergüenza.
La Empresa Productiva del Estado informó que acumuló así pérdidas por 521 mil 616 millones de pesos en el 2015 (30 mil 315 millones de dólares), un 96% más que en el 2014. En el último trimestre del 2015, Pemex vio una caída del 27% interanual en sus ventas totales a 264 mil 227 millones de pesos (15 mil 356 millones de dólares). Su producción de crudo bajó un 3.5% para promediar 2.277 millones de barriles por día. Los pozos promedio en operación bajaron un 3.0 por ciento a 9 mil 259. Bueno eso dicen los funcionarios de Pemex. Lo que quieren, como lo he sostenido, es tener pretextos para venderla a Exxon por ejemplo. Nomás que los petroleros gringos no son pendejos y esperan que Pemex se devalúe al máximo para entrar a la puja.
Durante el lapso, el precio de la mezcla mexicana de exportación promedió 33.86 dólares por barril, un 31% menos que en el período equivalente del 2014. Pero esto fue parejo. Para todas las petroleras del mundo. No fue exclusividad de México. No se vale justificarse con tales argumentos. Es deshonesto. Golpeada por las pérdidas, una crisis de liquidez y una abultada deuda, la petrolera anunció el lunes un plan para reducir sus gastos de este año en 100 mil millones de pesos.
El nuevo director de Pemex, Juan Antonio González Anaya, (Maestro en todo y Oficial en nada, como todos los funcionarios peñanietistas) anunció que la empresa diferirá proyectos en materia de refinación, como las reconfiguración de refinerías, que tienen un costo de 35 mil 400 millones de pesos como parte del recorte a su presupuesto. En conferencia telefónica con inversionistas, dijo la mañana del lunes, que también dejará de invertir 6 mil 200 millones en yacimientos y campos petroleros cuyos costos de producción sean mayores a 25 dólares por barril. Adelantó que dadas las limitaciones presupuestales, Pemex sólo ira a aguas profundas en asociación con otras petroleras.
Cifras y más cifras negativas encimadas en los lomos de una bestia herida llamada Pemex. Y todo para rematarla. El Estado no tiene por qué ser petrolero. El gobierno sólo es una sala de negocios, o un salón de remates como el de cualquier bolsa de valores. Bueno, cuando había salones de remates. Ahora todo es con el dedo sobre el tablero de una computadora. Qué lástima me da la clase política mexicana. Llena de ladrones, como aquellos que Jesucristo echó a latigazos del Templo del Arca de la Alianza en Jerusalén.
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