Dijo que el territorio mexicano es de oportunidades, por eso invitó a todos a primerear para ayudar a hacer esta bendita tierra mexicana de oportunidades.
Desde el altar mayor de la misa que celebró en la explanada El Caracol, del Centro de Estudios Ecatepec, Francisco hizo una breve reflexión ante de bendecir a más de 250 mil personas con la oración mariana del Angelus.
“Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”, dijo.
“Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”, agregó.
Personas de toda edad esperaron durante horas la llegada del “líder católico”. Algunos aguardaron hasta 17 horas sólo por encontrar un espacio en las primeras filas.
Pasaron un intenso frío durante la madrugada, del que se resguardaron con cobijas y chamarras, con improvisadas camas y acostándose sobre sus mochilas. No obstante, en la mañana mantuvieron un asombroso ánimo, cantando y dedicando porras al Papa constantemente.
El obispo de Roma pidió, en la tierra “con sabor guadalupano”, invocar a la Virgen para que resplandezca en la comunión, en el servicio, en la fe ardiente y generosa, en la justicia y el amor a los pobres.
Aseguró que un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones.
Citando a Pablo VI, invitó a “estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para mejorar la situación de los que sufren necesidad” y ver “en cada hombre un hermano y, en cada hermano a Cristo”.