Nadie sabe hoy si Alejandro Murat ganará la gubernatura de Oaxaca el domingo 5 de junio. La verdad es que aunque lo logre, será peor que ilegítimo. Hoy todo México y más allá –pero sobre todo él mismo-, saben que llegó a la candidatura a través de un agandalle combinado con el efectivísimo y ancestral recurso del dedazo que se suponía superado. Falta ver quémarranada, “chicanada” dice Paco Garfias, aplicarán sus abogados para que brinque el requisito constitucional de su falta de residencia que lo hace claramente inelegible.
Los hechos indican sin embargo que Alejandro Murat es ya un hombre derrotado… y que lo que lo ha derrotado ya, es el apellido.
Y es que donde quiera que se para, en cuanta entrevista le hacen, el tema es uno:
¿Cómo Alejandro Murat se va a quitar de encima a José Murat y la pésima historia de éste?
Enfrentado a su ineludible origen, Alejandro Murat explica, arguye, razona, promete, asegura, jura que su padre no tiene cabida ni en su campaña ni en su aún incierta gubernatura.
Todo eso lo hace sólo para enfrentarse a algo parecido a aquella demoledora frase que le aplicó la maestra Elba Esther a Roberto Madrazo: ¿Tú le crees? Yo tampoco…
Y como la maestra Elba Esther no le creía a Madrazo, yo y muchísimos más tampoco les creemos ni a Alejandro ni a su padre. Sobre todo cuando vemos que el exgobernador José Murat Casab –luego de vivir libremente en pareja durante muchos años- súbitamente se inventó un casorio que lo llevará convenientemente a un viaje de luna de miel fuera del país, dicen, durante los meses en que su hijo realizará su campaña.
En conversaciones en corto con otros columnistas, buscando a través de ellos convencer a todos de que lo que uno ve no existe, Alejandro lo único que logrado es confirmar que no puede hacer nada respecto de su padre:
“Mi padre es mi padre y eso no va a cambiar nunca. La relación familiar se mantiene intacta. Yo le tengo cariño y admiración como hijo, pero políticamente lo más saludable es que haya distancia. La gente tiene que entender que yo soy Alejandro Murat, y sí, José Murat es mi padre y lo será siempre, pero yo tengo otro estilo de hacer las cosas y una forma distinta de entender la política, incluso generacional”, relato Salvador García Soto en una columna de la semana anterior.
La explicación no sólo es una descalificación, expresión de repudio a lo que representa el padre, sino la aceptación de una derrota ineluctable… (algo contra lo cual no puede lucharse, dice la Real Academia de la Lengua).
El relato dice que Alejandro habló con el padre y le pidió hacerse a un lado… “si es que quieres que sea gobernador”. Alejandro sabe que los “negativos y enemistades políticas” del padre son insuperables para él.
“Tú ya tuviste tu momento, ya viviste todo lo que quisiste políticamente, ahora tienes que valorar qué es más importante, si tu participación en la política en estos momentos o el proyecto de que yo sea gobernador”, dicen que le dijo Alejandro a su padre.
Esto último es una confesión, revelación de primera mano de que el padre está montado sobre la candidatura del hijo, para luego usarlo como gobernador-títere.
Por eso idearon entonces lo del matrimonio, el viaje y un exilio que pudiera eliminar la percepción de que Alejandro va por una gubernatura que operaría bajo el “maximato”, de su padre.
Por todo ello hoy la incipiente precampaña de Alejandro Murat está centrada en combatir su apellido, algo que él y el padre y todos sabemos que es imposible que pueda ganar.
¿O tú les crees?… porque yo tampoco…
SE CALIENTA CHIHUAHUA
La nominación de Javier Corral como candidato del PAN a la gubernatura de Chihuahua “calentó” de inmediato la contienda electoral en ese estado.
Apenas designado, Corral indicó que, de ganar, iniciará inmediatamente una investigación penal contra el gobernador saliente, el neo-banquero César Duarte.
ARDE VERACRUZ
Mientras eso ocurre en Chihuahua, en Veracruz el gobernador saliente Javier Duarte sufre de fuertes agruras ya que cada día que pasa se le multiplican y crecen los problemas.
Así a fines de la semana el diputado federal y presidente del Partido Encuentro Social en Veracruz, Gonzalo Guízar Valladares lanzó la propuesta a los dirigentes de los otros partidos y sus candidatos, y a la sociedad civil en su conjunto, para crear una Comisión de la Verdad que impida que duarte se vaya impune.
Apenas la lanzó y Miguel Ángel Yunes Linares, precandidato del PAN y PRD se sumó a la propuesta, comprometiendo además a los dos partidos que lo apoyan a participar en esta Comisión de la Verdad contra Javier Duarte.
Gonzálo Guízar –cuyo hermano José Gertrudis Guízar Valladares fue asesinado hace un par de semanas en Coatzacoalcos en condiciones todavía no aclaradas-, indica que hay que ir más allá de la petición de Juicio Político, cuyos alcances son muy limitados. Hay que construir una Comisión de la Verdad que indague a fondo todas las tropelías, abusos, ineptitudes y desviación de recursos cometidos por Javier Duarte y su equipo.
Duarte enfrenta también hoy el reclamo por la desaparición de 5 jóvenes en Tierra Blanca en que participaron policías estatales.
Y por si fuese poco lo anterior y de arrastrar con 15 ejecuciones de periodistas, ninguna de las cuales ha sido resuelta por su procuraduría, el gobernador Duarte ha sido demandado penal y civilmente por las autoridades de la Universidad Veracruzana encabezadas por la rectora Sara Ladrón de Guevara.
La UV le reclama la entrega de subsidios por 2 mil 76 millones de pesos, retenidos ilegalmente por el gobierno de Duarte desde 2013.
Empresarios miembros de varias cámaras le exigen además el pago de servicios y obras realizadas que fueron contratadas por su gobierno.
Los cercanos del gobernador Duarte –el Duarte de Veracruz, no confundirlo con el otro igualmente pillo e inepto de Chihuahua-, comentan que su jefe no se preocupa tanto por todo lo anterior. Lo que realmente no le deja dormir es el hecho de haber sido rebasado por el presidente Enrique Peña Nieto en la designación de Héctor Yunes como candidato del PRI a la gubernatura que él tendrá que dejar a fines de este año.
Héctor Yunes ha sido siempre un contendiente al que Duarte no soporta.
El gobernador saliente de Veracruz, quien cuenta con títulos de doctor en ciencia política y Derecho, cree que puede sortear los reclamos ciudadanos y las querellas judiciales. Sin embargo se considera absolutamente rebasado psicológica y anímicamente porque ahora todos los políticos veracruzanos, y del resto del país – comenzando por los de su círculo cercano y más íntimo-, lo ven como un “eunuco” político que ni siquiera pudo dejar a su heredero el diputado Alberto Silva.
Dicen que detrás de Duarte cunde el la mofa de que a “Fidel” (Herrera) (su jefe político) “no se lo hubieran hecho”.
Vivir los últimos días de su mandato envuelto en la burla marca un pésimo fin para un gobernador que se ufanaba en público y privado de que Peña le había dicho que: “como eres muy chingon, define tu” (al candidato).
Pero no, no definió él a su sucesor.
Hoy en cambio tan incierto es su futuro, que en lugar de algo parecido al exilio dorado que le dieron a su jefe Herrera en Barcelona, a él a lo mejor le toca mazmorra.