¿Y la verdad de Cocula?

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INFORME
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Qué novedad, verdadera noticia, saldrá de la reunión que el presidente de la república sostendrá este jueves con los padres de Ayotzinapa.

Este escribidor no ve qué les pueda dar el mandatario a los dolientes si no son promesas. No les dirá, por supuesto, que los muchachos pudieran estar vivos. Pero tampoco puede asegurar que están muertos. Sólo que fueron desaparecidos. Ya va a ser un año.

No les va a decir, si es que están vivos, dónde están. Eso sería un secreto de estado, como ocurrió con los desaparecidos durante la guerra sucia, muchos de quienes se pudrieron en las mazmorras que mantenían las fuerzas armadas en el Campo Militar No. 1, en la ciudad de México.

Los padres de los 43 han sostenido, desde hace ya un año de que desaparecieron sus chamacos a manos de policías de Iguala y Cocula, los dos municipios de Guerrero, escenario de los hechos atribuidos a pleitos entre bandas de trasegadores de savia de amapola, que están vivos y que los desapareció “el Estado”, confundiendo al Estado como el gobierno.

No se entonces para qué servirá el encuentro. El gobierno dice respaldar el informe de la CIDH levantado in situ por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), creado por la misma comisión de la OEA, si a pesar de ello ya hay desavenencias en cuanto a las cenizas funerarias que la PGR envió a Austria para su examen y la conclusión de los enviados de la OEA en el sentido de que fue materialmente imposible que los cadáveres de los estudiantes hayan sido incinerados en el río Cocula. Esto ya lo sabemos desde que empezó a circular el informe Ayotzinapa.

¿Entonces?

Pues por el momento habrá que conformarse con conocer la agenda de la reunión presidente-padres de familia, que versará sobre cuatro líneas de conversación: búsqueda, investigación, atención a víctimas y política pública. No estoy nada seguro que quiera decir, en este caso específico, “política pública”, pero los cuatro puntos son tan vagos como la mítica investigación realizada por los sabuesos del otrora procurador Jesús Murillo Karam.

Además, no estoy seguro de que el respaldo gubernamental al informe de la CIDH no sea simuladamente mediático. Garlito en el que estarían cayendo la propia CIDH y los defensores de derechos humanos involucrados en este asunto como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), Servicios de Asesoría para la Paz (Serapaz) y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlalchinollan, entidades vinculadas con la jerarquía eclesiástica religiosa nada bien vistas en los círculos del poder, cuya inspiración proviene de la secta católica llamada Obra de Dios. Qué barbaridad. Toda esta relación gobierno-sociedad está solapada por la ideología (aquella de goebels) y por las ideas religiosas más conservadores, por un lado, y más radicales por el otro como que son hijas de aquella llamada teología de la liberación.

El gobierno de Peña no se chupa los dedos. Dice que respalda pero no cederá respecto a la versión de que se debe de trascender ya este penoso asunto, como lo advirtió en los primeros meses de ocurrido el propio presidente.

Sea lo que fuere, este jueves a las 13 horas se efectuará la reunión del presidente con los de Ayotzinapa. Hagamos votos porque haya nota, un enfoque novedoso de la noticia de la desaparición forzada de los estudiantes. Esto esperamos este escribidor y muchos otros colegas y observadores. Ya es tiempo de transparentar las relaciones poder político-medios-sociedad.  Los ciudadanos tienen el derecho de saber lo que realmente ocurre en el país, pero la verdad verdadera. Quién realmente atentó en contra de Ayotzinapa en la persona de los 43. Hay que tener presente que Ayotzinapa es una escuela normal rural como otras que son consideradas centros de formación marxista y semilleros de subversivos y que por lo mismo los gobiernos han pretendido desaparecerlas por años.

Seamos sinceros. Seamos honestos. Qué pasa con los cuerpos de seguridad del estado, que no figuran en las nómicas oficiales porque actúan al cobijo de las sombras de la oscuridad como escuadrones de la muerte, encargados de la limpieza social de facinerosos de las fuerzas del narcotráfico y la delincuencia organizada, y sospechosos grupos que pudieran concretarse en guerrillas de extrema izquierda.

En fin, a falta de una verdad realmente histórica (no la verdad histórica de Murillo Karam), se crecer el ruido, el rumor se hace retumbo. Y esto explica que los grupos de radicales en torno a los padres de los 43 aseguren, casi irracionalmente, que el de Ayotzinapa es un crimen de Estado. Y se explica su divisa: Vivos se los llevaron… etc.

fgomezmaza@analisisafondo.com

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