Por más que quisiera hablar bien de México, como el presidente les ordena a los embajadores hacer ante la prensa extranjera, o como lo hacen los periodistas a modo, es imposible.
Ya ven, por ejemplo, el cochinero de las elecciones locales en el estado de Chiapas, ocurridas el domingo 19 de julio.
No se puede. No puedo decir que Manuel Velasco Coello, el virrey, el encomendero, sea un modelo de honestidad, cuando estoy viendo que utilizó todos los medios legales e ilegales, limpios y sucios para afianzarse al poder él y su cártel, que no puedo llamarle partido político.
Es desesperante estar consciente de que, a pesar de que todos los días se hable, se cuestiones, se critique, no sólo no oigan ni vean, sino que actúan peor que los peores corruptos del pasado, cuando el PRI se mantenía en el poder violando toda ley y pasando por encima de lo que fuera.
Duele que, una vez vuelto al poder después de dos sexenios prácticamente perdidos, con nuevos bríos, los priístas sigan actuando de la manera como actuaban sus antepasados. Y así, la política sigue siendo el mecanismo para hacer grandes negocios, para lograr enriquecimientos ilegales, y seguir usando la demagogia y el populismo, ahora de signo derechista, para anunciar grandes cambios pero para que no cambie nada y las relaciones sociales y de producción continúen regidas por la inequidad y la injusticia.
El otro día veía yo una imagen, de esas que los expertos en la mediática virtual llaman “meme”, en la que aparecen los secretarios Luis Videgaray Caso, de Hacienda, y Miguel Ángel Osorio Chong, de Gobernación. El primero le reclama al segundo: “Se te fue El Chapo, güey”. Y Osorio responde: “Y a ti el dólar, pendejo”.
Da risa tal imagen, pero es muy serio y grave lo que desnuda. Que es imperdonable dejar ir a El Chapo, como se lo dijo el presidente a León Krauze, mucho antes de que ocurriera lo que ocurrió.
Pero también, tan grave como dejar en la más completa indefensión una cárcel de máxima seguridad, es dejar que se fugue el dólar, culpando a la volatilidad de los mercados internacionales, cuando el rector de la economía nacional tiene la obligación de oponer los elementos para que las cosas no tengan que depender del exterior. No es de ninguna manera aceptable que a los mexicanos les dé neumonía cuando los gringuitos sufren de un resfriado.
Y dejando de lado la narcopornografía, lo que está pasando en la economía es revelador de la ligereza y de la irresponsabilidad con las que se están gobernando las variables de la economía real, o sea la economía de las empresas medianas, pequeñas y micro y la de los trabajadores, privilegiando exageradamente a la economía de los grandes empresarios globalizados, exportadores, como la industria automotriz.
El dólar se está revaluando muy aceleradamente afectando grandes y ampliar áreas de la economía nacional. Y eso que los muchachos venidos de Atlacomulco y de Toluca presumen de modernizadores, de lo que aprendieron con los padres de la Obra de Dios. Este miércoles la moneda estadounidense rebasó todo cálculo racional, cotizándose en ya casi en 16.50 pesos. Exactamente, 16.44 pesos, con lo que impuso un nuevo máximo histórico. En el año se ha disparado 1.39 pesos, es decir, 9.24%.
Alguien le podrá decir que la devaluación del peso ayuda a ciertos sectores como el turismo que viene del exterior, pero eso no es cierto porque se encarecen las importaciones de materias primas y maquinaria y equipo. Lo ganado se pierde inmediatamente.
Pero es casi imposible que los chavitos que nos gobiernan, más verdes que tricolores, se dejen ayudar. Llegaron prepotentes, soberbios, con la bendición de José María Escrivá de Balaguer.
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