Ni duda cabe que los políticos son los campeones de la mentira. No se les da la verdad. Y sostienen la mendacidad no obstante que la realidad los desmienta siempre que abren la boca. Se entiende que sean así. Lo que no paso es que engañen hasta al presidente de la república a quien hacen pasar por mentiroso.
Y es que la realidad es tan dura, tan terca, tan insidiosa, tan franca que, aunque los susodichos intenten distorsionarla, no se deja. Y me estoy refiriendo a hechos concretos: Las ventas del pequeño comercio o tiendas de abarrotes cayeron hasta 25% en el primer semestre de 2015 y se registró el cierre de 30 mil establecimientos, debido al escaso crecimiento económico del país, los impuestos, la inseguridad y el nuevo Régimen de Incorporación Fiscal, de acuerdo con cifras duras registradas por la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec). Los de las tienditas, tendajones, misceláneas, minisupersitos etc, que son los que miden con mayor realidad, con crudeza, el comportamiento cotidiano de la economía real.
Sin embargo, los gobernantes encabezados por el presidente de la república ocultan tales realidades, y contra natura afirman que la economía está creciendo. Será su economía personal, que no duden que crece exponencialmente mes a mes, porque la economía nacional está por los suelos.
De acuerdo con el estudio “El consumo popular ¿cómo va?, los ingresos de este sector cayeron en promedio 15% de enero a junio de este año, y los estados más dañados fueron Guerrero, Michoacán, Estado de México, Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Nuevo León.
Mas como lo dice el presidente de la Anpec, Cuauhtémoc Rivera, “no es un tema de productividad este asunto. Se trata de que los mexicanos no tienen el poder de compra para poder mantener su consumo; los clientes no tienen dinero. Un 79% de los encuestados para el estudio aseguran haber sido dañados por los impuestos y el 32% dijo haber sido afectado por acto criminal en esta primera mitad del año. En este contexto, los comerciantes han preferido cerrar sus puertas y operar de manera informal.
Mientras, la inflación galopa y le hace más difícil la vida a la mayoría de los trabajadores, y destruye las aspiraciones de mejorar, por lo menos un poquito, el maltrecho nivel de vida en que los mantiene sobrevivientes la política económica ultra conservadora del gobierno, cuyos paradigmas están en París, junto a los restos mortales del general Porfirio Díaz, quien está desplazando a los héroes de la revolución.
Y ahora es el Fondo Monetario Internacional (FMI) el que recortó su expectativa para la economía mexicana al término de 2015: 2.4% desde el 3% previsto en abril y, para 2016, pasó de 3.3% a 3%.
No puede ser de otra manera. No se dan las condiciones para que el producto interno bruto repunte en el corto plazo. Al contrario. Le aseguro que en lo que resta del sexenio nos tendremos que chupar la pura demagogia del crecimiento de saliva. Y es que la actividad económica de Estados Unidos sufrió un fuerte revés en el primer trimestre lo que obligó a revisar las expectativas para la economía mundial para 2015 de 3.5% a 3.3% y para 2016 mantuvo el 3.8% proyectado en abril. Hace un año el FMI estimaba que México crecería 3.5% en el 2015. Pero los pronosticadores del organismo invariablemente se equivocan, como los de Hacienda, los del Banxico y los del INEGI.
La continua desaceleración del crecimiento refleja varios factores, entre ellos los menores precios de las materias primas como el petróleo, condiciones financieras externas más estrictas, cuellos de botella estructurales, el reequilibrio en China, y dificultades económicas relacionadas con aspectos geopolíticos.
Los riesgos de corto plazo incluyen que se acentúe la volatilidad de los mercados financieros y los cambios de precios de activos problemáticos. Los menores precios de las materias primas también plantear riesgos para las perspectivas de las economías en desarrollo de bajos ingresos después de muchos años de fuerte crecimiento.
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