Como que los mexicanos estamos perdiendo mucho tiempo en discusiones bizantinas, mientras se nos está incendiando la casa o anegándose la del vecino; mientras la realidad sigue rebasándonos.
La economía no da ya más para alimentar, vestir, curar, cobijar dignamente a millones de personas, y la estructura productiva ha empezado ya a resentir los efectos de la volatilidad de los mercados. Pero esta situación les tiene sin cuidado a los dueños del capital, aunque les debería de preocupar sólo por interés, porque si no hay dinero en manos de los trabajadores, pues ellos no pueden aumentar sus ganancias.
La economía va que vuela hacia una gran crisis global, que nos arrastrará indefectiblemente. Y nosotros hablando de libertades cuando, en la estructura empresarial, capitalista, los empresarios en general y los concesionarios de las frecuencias radiales, de libertades sólo conocen su libertad para privilegiar el capital, a costa de cualquier libertad, sobre todo la más débil como es la libertad de expresión y de prensa.
A propósito, colega periodista, si quieres gozar de libertad no trabajes para MVS, ni para Televisa, ni para TVAzteca, ni mucho menos para RadioAMLO. En ninguna de estas empresas, iconos del sistema imperante, tendrás libertad de informar, de analizar, de cuestionar. No nos hagamos tontos con protagonismos absurdos.
Pero bueno. Esta reflexión viene siendo, para esta ocasión, un dislate. Lo que ahora nos preocupa es que las cosas, los productos, sobre todo los que tienen contenido importado de Estados Unidos, van a encarecerse fuertemente, ya están encareciéndose, por la devaluación del peso frente al dólar estadounidense Y entonces podría desatarse una espiral inflacionaria que podría ser incontrolable.
El peso continúa en el tobogán de la depreciación por el fortalecimiento exponencial del dólar en los mercados europeos y asiáticos. El Banco de México está intentando controlar el mercado, estabilizarlo, pero no va a poder porque la volatilidad viene de los mercados e exteriores, y los poderosos tenedores de divisas extranjeras, aunque mexicanos, actúan como apátridas. El dinero no tiene patria.
Este martes, el banco central se vio obligado a vender totalmente 52 millones de dólares en una subasta adicional para apuntalar al peso que, atraído, jalado, por el fortalecimiento del dólar en los mercados europeos y asiáticos, sigue muy debilucho. Esta operación, que entró en vigor la semana pasada y se extenderá hasta el 8 de junio, es adicional a un mecanismo que ya ofrece desde diciembre 200 millones de dólares cada día, con el fin de proveer liquidez al mercado cambiario y apuntalar a la moneda local.
Pero hasta ahora ha sido imposible controlar la caída de la moneda. Y los amigos del Banco de México tendrán que ponerse muy alertas para no agotar las divisas de la reserva federal.
El tipo de cambio, denunció Canacintra, ya ocasionó afectaciones en la industria mexicana, y habrá impactos inflacionarios, de acuerdo con Coparmex y Concanaco, dos poderosos sindicatos patronales y de comerciantes.
Los efectos devaluatorios más notables se están presentando ya en los precios de los dispositivos médicos, equipos plásticos y petroquímicos. Los precios han subido entre un diez y un 15 por ciento, mientras que otros absorbieron el impacto de la paridad cambiaria.
Hay cotizaciones de productos que se ajustaron por su gran contenido de insumos de importación; otros no se suministrarán porque se estimaron con el dólar a precios anteriores y surtir el producto saldría más caro, como lo dijo a periodistas Rodrigo Alpizar, presidente de la Canacintra.
Evidentemente, como lo dijo Juan Pablo Castañón, de la Coparmex, el tipo de cambio influye en la inflación por la conectividad comercial que tiene México. Una buena proporción de importaciones mexicanas son insumos para el mercado nacional. El importador tiene que repercutir sus nuevos costos en los precios para el distribuidor y comerciante, y así, en cadena, los productos que necesita el consumidor resultan más caros.
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