Quienes hayan seguido aunque sea superficialmente su desarrollo político, sabrán que Enrique Peña Nieto nunca se da por vencido.
Tampoco acepta imposiciones.
¡Y vaya que ha vivido la adversidad! En lo público como en lo privado. Nomás habría que recordar en lo más extremo, la muerte de su esposa.
En apenas sus dos años de Presidente ha vivido el estallido de la Torre de Pemex, en que todo apuntaba a un acto terrorista y que resultó un insospechado accidente. Luego lo de la convergencia de dos poderosos huracanes, la destrucción de poblados enteros en Guerrero y daños profundos en Acapulco. Lo de Ayotzinapa junto con lo de la llamada Casa Blanca, y ahora la caída del precio del petróleo que ha impactado sus proyectos más importantes y que pone en riesgo –eso sí-, la viabilidad de sus 11 reformas estructurales.
En fin.
En medio de todo eso, durante los últimos meses ha visto no sin cierta incapacidad de respuesta de él y su equipo, cómo la percepción ciudadana lo ha llevado a sus niveles más bajos de aceptación y apoyo.
Hoy sus pronunciamientos y decisiones nos indican que ha pasado a la ofensiva. Y de entrada va por la recuperación de la confianza ciudadana, que no pocos consideran imposible de rescatar.
SU OBJETIVO
Durante su campaña por la Presidencia Peña Nieto fue casi explícito en su intención de ser Presidente, pero no para ser cualquier Presidente, sino para ser calificado como el mejor que haya pasado por Los Pinos.
Por eso ahora es claro que va por el rescate de la percepción perdida, dañada.
Dentro de este objetivo es seguro que – antes de nombrar a Virgilio Andrade como titular de la Función Pública y de ordenarle abrir una investigación en relación a lo de la llamada Casa Blanca y lo de Malinalco de Videgaray-, se hizo un análisis del asunto.
Es obvio que su decisión no fue por impulso, basada en razones y normas. En ese ejercicio de análisis seguro se previeron las reacciones, y de cómo se tendrían que enfrentar. Una parte importante ahora la ha jugado el propio Andrade, quien ha salido a dar un tour de entrevistas a todos los medios, incluso los más agresivos y opuestos a Peña Nieto, para establecer los alcances de su misión.
REACCIONES
Lo que se ha dicho respecto de la decisión de Peña Nieto de abrir una investigación sobre su supuesto conflicto de intereses en lo de la adquisición de la Casa Blanca por parte de su esposa, de Angélica Rivera a Grupo Higa, ha sido no sólo muy crítico, sino hasta ofensivo.
Tan sólo, por poner un ejemplo, el coordinador de los senadores del PAN, el colimense Jorge Luis Preciado ha dicho:
“… parece una mala broma del Presidente de la República… ¡por supuesto que no hay la voluntad de investigar!… si pone a sus cuates a investigarlo, es obvio que nunca se va a encontrar nada…
“Tenemos que ir por un Sistema Nacional Anticorrupción… nosotros planteamos que el secretario de la Función Pública fuera ratificado por el Senado… eso propiciaría que pudiéramos buscar perfiles de la sociedad civil que nos garantizaran verdaderas investigaciones y encontrar responsables…
“Lamentablemente no vemos la voluntad para avanzar en el Sistema Nacional Anticorrupción, no vemos la voluntad para dotar de más facultades a la Auditoría Superior, no vemos la voluntad para darle más facultades al fiscal anticorrupción, que inicie procesos penales.
“Es increíble. Miren: por una situación como esta, en cualquier país del mundo que se presuma democrático ya hubieran caído o secretarios, o estuviera enjuiciado el propio Presidente de la República. Lamentablemente en nuestro país no llega a más allá de un periodicazo…”,
La opinión de Preciado es apenas una de otras muchas similares.
Frente a estas, habría que recordar que la primera iniciativa que Peña Nieto presentó al Congreso –apenas lo nombraron Presidente Electo-, fue la de la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción que la oposición tiene dando desde entonces tumbos por el Senado y la Cámara de Diputados sin tener para cuándo aprobarla.
La iniciativa preveía la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción autónoma, como la CNDH, el Ifai, el INE y otras que pudiera investigar actos de corrupción en todos los niveles de gobierno –el federal, los estatales y municipales; los poderes legislativos federal y estatales; los judiciales desde l Suprema Corte de Justicia hasta los tribunales de todo tipo y a los partidos políticos y sindicatos, así como a las empresas particulares que fuesen proveedoras de todos los anteriores-, pero las fracciones de la oposición la pararon y le metieron mano hasta distorsionarlo todo. Hoy el dictamen a discusión en el Congreso es muy distinto de lo propuesto por Peña Nieto.
Y encima de eso lo siguen culpando de que no hace nada contra la corrupción.
SIN CAPACIDAD
Si se hubiera aprobado la iniciativa propuesta, no se tendría hoy un sistema anticorrupción insuficiente para combatir desvíos y conflictos de interés como el que se le imputa a Peña Nieto.
Como la Secretaría de la Función Pública opera con una normatividad acotada, vieja, fuera de la realidad actual de México, entonces el nuevo secretario no podrá investigar lo que Peña Nieto le pidió investigar.
En varias entrevistas dadas ayer, el nuevo titular de la Función Pública, Virgilio Andrade dijo que él sólo podría indagar si al comprar la llamada Casa Blanca hubiera sido funcionario Federal y Peña Nieto no lo era, era Gobernador del Estado de México.
Como tal a quien le correspondía investigar el supuesto conflicto de interés era a la Contraloría del Estado y al Congreso local.
Y de si siendo un funcionario dependiente del Presidente Andrade puede investigarlo y sancionarlo, dijo:
“Si esa investigación es sancionada por otras instancias, como la Cámara de Diputados, y además se ajusta a Leyes, es posible la imparcialidad…”
Andrade reveló que la obvia intención de Peña Nieto al ordenar ésta investigación no era incurrir en el engaño a los mexicanos, cosa por demás imposible, sino la de crear elementos que lleven a trabajar en torno a situaciones que vayan acotando posibilidades o situaciones que pudiesen generar conflicto de interés.
Recordó el titular de la SFP que, como lo dijo el Presidente, en el mundo existen tres conceptos sobre el conflicto de interés.
Uno de ellos es el denominado “conflicto de interés aparente”… que define cuando existe una relación cotidiana o circunstancial entre particulares y uno de ellos se convierte en servidor público y el otro participa y gana un concurso de un contrato. Este fenómeno, podría ser el que se está viendo hoy, precisó.
La conclusión es obvia: con el apoyo de la OCDE en las siguientes semanas se creará un panel con personajes nacionales y del extranjero, influyentes y reconocidos por y en los medios informativos, que sancionarán si hubo conflicto de interés en lo de la Casa Blanca.
Es evidente que Peña Nieto está absolutamente seguro que no cometió ningún ilícito en eso…
Y sobre esa base espera una absolución que si no convence a todos los mexicanos que hoy lo critican, si al menos a un segmento mayoritario con cuyo apoyo podrá continuar la segunda y la última parte de su mandato, con una base suficiente para no terminar con un cuestionamiento que marque su historia presidencial.
¿Lo logrará? Nadie tiene una bola de cristal para decir lo contrario. Lo que yo sí sé, es que Peña es un peleador nato que no se dará por vencido ni siquiera si pierde esta.
Y como dice el de al lado: al tiempo.