Súbitamente fechas y hechos confluyen. Hoy, a dos días de que se cumplan 46 años (sí, 46) del 2 de octubre del 68, pareciera que una mano siniestra descompone al país.
En lo que parece una estupidez, la directora del Politécnico Nacional -a quien sus padres le recetaron el impronunciable nombre de- Yoloxóchitl Bustamante se le ocurrió lanzar en estos momentos –a las puertas del 2 de octubre y a un año de las elecciones del 2015-, sin consensarlo con alumnos, académicos y administrativos, un nuevo reglamento interno que altera y afecta las relaciones y tareas de todos.
Ante la reacción inmediata de movilización y rechazo de toda la comunidad politécnica, la respuesta de Bustamante y su equipo fue la de simplemente posponer la aplicación del reglamento.
Con la experiencia de otros movimientos, los académicos, administrativos y estudiantes respondieron: posposición no, derogación sí.
Hoy está planteado un movimiento que ya comienza a ser ajeno al reglamento de la señora Yoloxóchitl y que amenaza con alimentar con miles y miles de estudiantes, maestros y administrativos la marcha del 2 de octubre que durante los últimos años se ha convertido en una expresión violenta de los anarquistas.
Como preguntó ayer un columnista en rescate de Juanga: ¿pero qué necesidad?… a menos que lo que se quiera es crear el escenario del conflicto.
GUERRERO
De igual forma, inesperadamente, durante el fin de la semana en tres eventos distintos y con la aparente participación de policías municipales y/o del Estado se dieron tres ataques armados que dejaron 7 muertos.
Todo comenzó el viernes donde según la crónica periodística, agentes municipales intentaron frustrar en la Central Camionera de Iguala el secuestro de 3 autobuses por parte de normalistas de la conflictiva normal de Ayotzinapa.
Los hechos, ocurridos al filo de las 21:30 horas, dejaron ahí un primer estudiante muerto.
Media hora después –no se sabe si relacionado con el primer acontecimiento-, en el entronque Iguala-Chilpancingo cuanto un grupo armado atacó a varios automovilistas.
Ahí quedaron tres muertos: un chofer, un futbolista y una señora que viajaba en un taxi.
Dos horas más tarde, entrada la madrugada del sábado, mientras los normalistas daban una conferencia de prensa en la Central Camionera, son baleados por otro grupo y ahí quedan otros 2 muertos.
En un cuarto evento, en la avenida Periférico Norte de Iguala, es encontrado desollado el cuerpo un individuo.
En fin 7 muertes de las cuales 3 corresponden a normalistas, en apenas una cuantas horas en Iguala.
Sin embargo, y pese a que sólo en el primer evento estuvo involucrada la policía municipal –los cuales fueron acuartelados y despojados de sus armas que serán revisadas para saber quienes dispararon y quienes no-, los medios del estado y nacionales reportaron ayer en sus cabezales que la policía municipal había atacado dado muerte a normalistas y a futbolistas.
Con la experiencia a cuestas de haber participado en aquel espinoso asuntos de Aguas Blancas –que lo llevaron por primera vez a la gubernatura en lugar de Rubén Figueroa-, el gobernador Ángel Aguirre pidió la asistencia de la Policía Federal la cual tomó el control de la seguridad desde ayer en Iguala.
Hoy seguramente habrá una reacción de parte de los normalistas de Ayotzinapa.
EJÉRCITO
En este contexto se inscribe además lo acontecido en Tlataya, Estado de México, hechos que ya han derivado en la detención de una veintena de mandos y tropa del Ejército mientras que la PGR bajo el mando de Jesús Murillo Karam investiga los hechos que derivaron en la muerte de 22 personas en ese poblado.
La pronta reacción del Gobierno indica que existe una instrucción del propio presidente Enrique Peña Nieto, quien en evidente comparación con Felipe Calderón, no quiere dejar pasar ni un día en el esclarecimiento y castigo de este tipo de acontecimientos.
Nada de ejecuciones ni actos de represión que luego puedan derivar en un enjuiciamiento o condena del régimen en curso. Actos que echen por la borda todo el trabajo de respeto al buen proceso y a la búsqueda de ganar confianza en el Estado de Derecho y de defensa de los derechos humanos en México. Y menos cometidos por militares. Sobre todo cuando el propio Peña Nieto anuncia en el pleno de Naciones Unidas la participación de México en las acciones de Paz de este organismo.
Y menos aún dejar pasar un evento que alimente el encono en que algunos han metido en estos momentos a México.
¿EN SERIO… PAN vs PEÑA?
En este contexto de abierta provocación y de evidente búsqueda de creación de un ambiente de inquina social, el coordinador de la bancada del PAN en el Senado, el colimense Jorge Luis Preciado insiste en mantener su pulso con el presidente de esta Cámara, el coordinador de los senadores del PRD, el poblano Miguel Barbosa.
Así, en lo que parece ser otro conflicto por demás anunciado, los senadores panistas estarían hoy anunciando que no asistirán mañana a la inauguración del Foro que sobre Federalismo en el que estarán el presidente Enrique Peña Nieto, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, los 31 gobernadores y el Jefe de Gobierno del DF los titulares e integrantes de los Órganos Autónomos; senadores y diputados federales; los presidentes de los Congresos Estatales y de la Asamblea Legislativa; los presidentes de los Tribunales Superiores de los Estados y del DF; y Rectores y Directores de Instituciones de Educación Superior, entre otros.
Y al parecer no asistirán porque Preciado y los senadores del PAN insisten en que el evento debe derivar en un debate público entre legisladores y el Presidente de la República, a sabiendas de que la Constitución General de la República no lo permite.
Todo eso porque Preciado quiere hacerle la vida imposible a Barbosa al parecer porque le ganó la presidencia del Senado.
Un asunto que surge del viejo y probado método de que para golpear a uno hay que lanzarse contra otro.
Y en este caso para maltratar y hundir a Barbosa, los Panistas y Preciado se lanzan contra el presidente Peña Nieto, quien es sólo un invitado n este Foro sobre Federalismo.
En fin, un escenario general que a un par de días del 2 de octubre –por cierto: ¿alguien ahora, a 46 años de aquel evento, se acordará por qué fue todo aquello?, ¿el México de hoy tiene alguna similitud con el de 1968?-, se oscurece con acontecimientos y decisiones tontas como el de doña -¿cómo se llama?- la directora del IPN y acontecimientos de violencia en Guerrero y el Estado de México.
Cómo si hubiera una mano siniestra que así quiere que ocurra lo que ocurre en México.
Cómo para ponerle piedras en el camino al futuro de este país que apenas comienza a ver otras soluciones.
En fin.