Ni Videgaray ni Osorio presidenciables

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Ha trascendido en medios y cuartos de guerra sucesoria que Miguel Ángel Osorio Chong está muy deprimido; esto es así considerando que como secretario de gobernación la semana pasada sustituyó al presidente Peña Nieto durante su estado de inconsciencia (al ser intervenido quirúrgicamente); y, al parecer, Luis Videgaray Caso va solo en 2018, habida cuenta de que por tal presidencia sustituta, el hidalguense ya no tiene derecho a ser presidente por elección, pues, se lo prohíbe el artículo 83 Constitucional, pero resulta que el secretario de Hacienda y Crédito Público también quizá no llegue a ese año como miembro del gabinete ni como empleado público y menos como candidato presidencial del PRI, ya que su actual trabajo hacendario es ineficiente e insuficiente, según opinión generalizada en el círculo rojo. 

Por ejemplo, el colega Ray Riva opina que: “Las críticas que tiene encima el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, por el mal comportamiento de la economía mexicana, tiene ahora un frente interno dentro del PRI que no terminan de comprender el porqué de sus cálculos. Entre los críticos priistas se incluye ahora un personaje que si bien no tiene influencia para cambiar las cosas, sí tiene un peso moral específico. Se trata del ex presidente Carlos Salinas, quien en una reciente reunión en la casa del abogado Juan Collado, con motivo de su cumpleaños, poco antes que llegara el presidente Enrique Peña Nieto, fue muy duro con Videgaray a quien le dijo, palabras más, palabras menos, que le parecía un error la forma como manejaba.”

Entonces y en conclusión, la sucesión del 2018 tendrá como solución un tapado que hoy en día es el eficaz, audaz e hiper activo sub-secretario de seguridad nacional Luis Enrique Miranda Nava. Al tiempo.

Ese mandamiento constitucional que perjudica a Miguel Osorio Chong, dice:

“ARTÍCULO 83.- EL PRESIDENTE ENTRARÁ A EJERCER SU ENCARGO EL 1° DE DICIEMBRE Y DURARÁ EN EL SEIS AÑOS.

EL CIUDADANO QUE HAYA DESEMPEÑADO EL CARGO DE PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, ELECTO POPULARMENTE, O

CON EL CARACTER DE INTERINO O SUBSTITUTO, O ASUMA PROVISIONALMENTE LA TITULARIDAD DEL EJECUTIVO FE-

DERAL, EN NINGUN CASO Y POR NINGUN MOTIVO PODRA VOLVER A DESEMPEÑAR ESE PUESTO.”

Luego, otros colegas como Salvador García Soto dan su opinión sobre Vigedaray, en el sentido negativo, por el protagonismo de Luis Enrique Miradnda Nava.

Nadie duda a estas alturas que en el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto el poder se reparte entre dos secretarías: Hacienda y Gobernación, y que en torno a esas dos dependencias, por momentos supeditadas, giran y actúan el resto de las dependencias federales. Lo mismo ocurre con las figuras de los secretarios de Estado; para efectos prácticos y mediáticos sólo hay dos “supersecretarios” que dominan y mandan en el gabinete presidencial.

Luis Videgaray Caso y Miguel Ángel Osorio Chong son, por diseño y decisión del Presidente, los dos “hombres fuertes” de su gobierno y sobre ellos recaen las principales tareas y decisiones de coordinación del gabinete, tanto en las áreas políticas como en las económicas y hasta en los asuntos sociales de la administración federal. Del equilibrio entre esos dos polos de poder depende en buena medida el equilibrio de este gobierno.

Pero detrás del diseño del gabinete elegido por Peña Nieto, aunque de manera soterrada, se ha generado también tensión y una innegable competencia entre los dos secretarios que se reparten el poder. A uno y a otro se les ve esforzarse por aparecer todos los días ante la opinión pública y ocupar espacios mediáticos con anuncios importantes o declaraciones de coyuntura.

No pasa un día sin que los nombres de Osorio o Videgaray no estén en las portadas de los diarios u ocupando espacios en la radio y la televisión. En un principio cada uno hablaba de los temas de las áreas que les fueron encomendadas, Osorio de asuntos políticos y de gobierno, ademas de los temas de seguridad, y Videgaray de los asuntos económicos, del presupuesto y de las reformas estructurales que se discuten en el país. Hasta ahí se mantenía un equilibrio y se entendía la presencia pública constante de los dos secretarios dominantes.

Pero a últimas fechas esos equilibrios se han alterado. Las apariciones del secretario de Hacienda en los medios han crecido ya no sólo con los temas de su ámbito sino abarcando cada vez más asuntos y posiciones de la administración federal. Lo mismo se ve a Videgaray un día en televisión hablando de la urgencia y las bondades que traería una reforma energética, que al otro día explicando los indicadores de la pobreza y el fracaso de los programas sociales de los últimos 30 años.

También es común ver al encargado de la política económica hablando de la política interna y negociando acuerdos con los actores políticos en el Pacto por Mexico o en la discusión de las reformas legislativas. Es como si Luis Videgaray fuera un experto en todos los temas y como si tuviera una patente del presidente para intervenir en todas las áreas de gobierno; como si en el fondo actuara como un virtual jefe del gabinete -cargo que formalmente no ostenta y legalmente corresponde más bien al secretario de Gobernación- o como si tuviera también una irrefrenable intención de demostrar que la figura central de este gobierno es él, por debajo, claro, del Presidente.

Una expresión nítida del protagonismo que acusa el secretario de Hacienda fue un mensaje suyo, enviado por las redes sociales el miércoles pasado, cuando operaron al Presidente y éste convalecía en el hospital. El secretario de Gobernación y yo vamos juntos en este momento a ver al Presidente, escribió Videgaray en su cuenta de Twitter, como tratando de mostrar que, en la ausencia momentánea del jefe del Ejecutivo, eran dos los que estaban al frente del gobierno -el secretario de Gobernación y yo- y no sólo el titular de Bucareli, a quien constitucionalmente le compete asumir el lugar del mandatario en caso de una ausencia temporal, que en este caso ni siquiera se dio porque el Presidente estuvo siempre al pendiente de los asuntos del gobierno.

Así que nadie duda de la fuerza del titular de Hacienda ni de la confianza que el Presidente tiene puesta en Videgaray; pero más le valdría al “supersecretario” moderar un poco su protagonismo y no pretender hacer alarde de esa fuerza. Parece muy temprano para apuntar a un destape tan prematuro y a una apuesta tan grande. Que se acuerde en la historia política reciente cuantos más superdotados del gabinete no terminaron siquiera el sexenio.