Ha trascendido en medios, cuartos y juzgados el asco que ha producido una carta debajo de la manga que se sacó un chihuahuese que se sentía el dueño del Poder Judicial de la Federación, nombrado ministro quince años en 1995 por el presidente Ernesto Zedillo, jubilado con 350 mil pesos mensuales.
La estulticia, codicia, sevicia e impudicia del ex-ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y profesor de derecho en la UNAM, don David Genaro Góngora Pimentel, son características de antología, no tienen precedente en los anales de la judicatura mexicana, ni de la política nacional.
En la mañana del viernes 24 charlaban acerca de él en MVS, la valerosa Carmen Aristegui y el magistrado Edgar Elía Azar, trascendiendo ahí que la abogada Ligia de la Borbolla y Rondero de Góngora había fallecido recientemente según una esquela de la empresa regia Alfa, coligiéndose que al quedar viudo, el senil ministro jubilado se sentía deprimido, solitario y necesitado de ayuda.
Por eso, en la más triste e íntima soledad el octogenario y rico ministro en retiro David Genaro Gógora Pimentel reflexionó sobre su guapa y joven concubina encarcelada por él, y cínico concluyó que ella puede ser su enfermera e institutriz de los hijos autistas de ambos, entonces y en suma, he aquí la motivación para que aquél escribiera e hiciera pública esa cartita a la aludida Carmen, que Maria Scherer de Zavala y Rafel Rodriguez Castañeda publican y analizan en proceso.com.mx